Nuestra actividad suele enfrentar permanentes desafíos en general. En cada proyecto está la oportunidad de comprender en profundidad los problemas, los puntos de dolor, y, en consecuencia, diseñar modelos conceptuales de soluciones que se deberán poner en práctica para dar soluciones concretas, útiles, prácticas, eficientes y eficaces. Y en particular la pandemia nos desafió más aún.
Nuestros consultores tuvieron no solo que adaptarse a nuevas formas de comunicación, sino a comprender entornos, contextos, ver lugares hablar con gente. ¿Cómo reemplazar este "olfato de consultor"? Ni siquiera resulta fácil describir que es este olfato, una especie de "sexto sentido" que otorga la experiencia de haber caminado cientos de administraciones y plantas. Esos problemas en los procesos, en la gente y/o en la tecnología que dificultan alcanzar los objetivos trazados. Activar esta mirada consultiva a la distancia fue tal vez una de las cosas más desafiantes que nos ha tocado en nuestra labor.
"Somos asesores del futuro", afirmó Carlos Rozen.
¿A qué apunta?
Resulta importante comprender que la consultoría trabaja sobre problemáticas comunes impuestas por el contexto externo de las organizaciones. Esto constituye una gran ventaja para el consultor frente a un colaborador interno a la hora de pretender una organización mejorar su competitividad. Algunos llaman a esto comunmente "experiencia", aunque esta experiencia la podemos desagregar en distintos componentes: BENCHMARKING (comparación con otras que tienen prácticas de liderazgo); CASUÍSTICAS (sucesos que se repiten y que se pueden prever como consecuencia de características o hechos); y "MEJORES PRÁCTICAS" (actividades que usualmente representan buenas manera de encarar formas de trabajar). Estos 3 elementos que forman parte de las herramientas del profesional de consultoría pueden ayudar a realizar certeros diagnósticos también a la distancia.
Sin embargo, el elemento principal que un consultor puede (y debería) aportar en sus trabajos es la forma en que adapta su enfoque metodológico a la situación puntual que debe resolver. Esto es su CRITERIO y su SENTIDO COMÚN. Ambos elementos también que forman parte de su bagaje.
Pero en estos tiempos es necesario introducir un elemento diferenciador, y es simbiosis que el consultor debe lograr con su cliente para que juntos asuman el riesgo de la INNOVACIÓN.
La innovación es un proceso que introduce cuestiones y/o elementos novedosos, y que se refiere a modificar elementos ya existentes con el fin de mejorarlos, aunque también es posible en la implementación de elementos totalmente nuevos. No necesariamente debe ir acompañada de tecnología, aunque la misma es un gran habilitador de innovación. La innovación es un tipo de mejora, pero muy particular.
¿Pero por qué hablamos de asumir riesgo? Este cuadro nos puede ayudar a entenderlo mejor:
Hay un elemento más que el consultor debe manejar en proyectos importantes: capacidad de influir en los conductores de la organización y de habilitar un cambio de mirada, si fuera necesario. Es natural que algunas organizaciones se hallen inmersas en una realidad que perciben como catastrófica. Y no es para menos. Nadie esperaba tremendos cambios. Sin embargo, hay quienes claramente ven en el riesgo una oportunidad. Y esto no es otra cosa que una cuestión de actitud.
Asesores del futuro
Nuestra misión como consultores es sacar a nuestros clientes de ese lado de los negocios, del "lado oscuro". Somos asesores que miran lo que sucedió y lo que está sucediendo. Somos asesores del futuro. Tenemos esa capacidad de observar los negocios con mayor independencia y objetividad. Como desde el balcón, con una mirada no contaminada por el día a día.
Es verdad que el empresario necesita asegurar la continuidad de la operación; sin embargo, es vital para el éxito de su negocio, luego de estar en la "línea de flotación", seguir avanzando y pensando en grande. Al respecto Martin Luther King supo expresar: "Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, gatea. Pero hagas lo que hagas, siempre sigue adelante".
Siendo asesores del futuro, sabemos que esto no implica solo prepararnos para poder asesorar mejor en el futuro. Se trata de ser asesores en el presente, de ser "hackers del futuro", porque esto marcará el futuro de nuestros clientes.
Hablamos de gestión del cambio cultural: somos gestores de transformación, de cambios profundos basados esencialmente en lo humano y con fuertes habilitadores tecnológicos.
La consultoría ha evolucionado mucho en poco tiempo. Trabajamos bajo el concepto de "inteligencia adaptativa" poniendo el acento en la capacidad de ayudar a nuestros clientes a adaptarse a un contexto crecientemente cambiante, lleno de desafíos, incierto, impredecible, donde buena parte de los viejos patrones de comportamiento son puestos en cuestionamiento. Ponemos énfasis en esas características que miles de años atrás posibilitaron la supervivencia de nuestra especie. Atributos que hoy constituyen verdaderos entrenamientos hacia nuestra gente para que estén preparados para ayudar a otros líderes a inyectar inteligencia adaptativa en sus negocios.
Nuestra área de gestión del cambio apoya estos procesos transformacionales ocupándose de buscar nuevas y más eficaces formas de vencer resistencias. Básicamente es importante saber que el cambio a la mayoría de la gente le duele. La pérdida de control de la situación; la excesiva incertidumbre; las decisiones impuestas por otros; el abandonar hábitos y rutinas son algunas de las razones. También los empresarios saben que requieren de nuevas capacidades que muchas veces no tienen en sus equipos. Y además trabajar más para vencer la curva negativa que todo gran cambio implica, para ubicarse en un lugar mejor.
En definitiva ¿quién no desea estar mejor?
*Por Carlos Rozen, Socio de Consultoría de BDO en Argentina e Integrante del Hub de Innovación de BDO Internacional