Desde la antigüedad, el envejecimiento ha sido considerado como algo simplemente inevitable, imparable, algo natural. Se considera que el envejecimiento es la acumulación de otras enfermedades que van floreciendo a medida que nos hacemos mayores: cáncer, demencia, fragilidad física.
Esto señala que algún día nos pondremos enfermos y moriremos sin que haya ninguna forma de cambiarlo. Según un artículo del sitio Technology Review cada vez más científicos han empezado a cuestionar nuestra concepción básica del envejecimiento. ¿Qué cambiaría si clasificáramos el propio envejecimiento como una enfermedad?
El genetista de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (EE. UU.) David Sinclair es uno de estos científicos. En su opinión, la vejez es simplemente una patología y puede tratarse con éxito, como todas las patologías.
El experto detalla: "Muchas de las enfermedades actuales más graves ocurren en función del envejecimiento. Por lo tanto, identificar los mecanismos moleculares y los tratamientos del envejecimiento debería ser una prioridad urgente. Si no abordamos la causa fundamental del envejecimiento no podremos seguir desarrollando nuestro progreso lineal y ascendente hacia esperanzas de vida cada vez más largas".
Sinclair continúa: "El desarrollo de medicamentos para prevenir y tratar la mayoría de las enfermedades importantes va mucho más lento de lo que debería porque el envejecimiento no está reconocido como problema médico. Si fuera considerado como una enfermedad tratable, entonces se destinarían fondos para su investigación, innovación y desarrollo de medicamentos." Según él, el mercado del envejecimiento debería ser el "más grande de todos".
Pero esta precisa idea es la que preocupa a algunas personas, que piensan que la fiebre del oro por encontrar fármacos "antienvejecimiento" asentará unas prioridades erróneas en la sociedad. "La discusión científica se volvería comercial o política", opina la epidemióloga molecular del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos) Eline Slagboom, especializada en envejecimiento.
Para ella, considerar la vejez como una enfermedad tratable perjudica a la idea de llevar una vida saludable. Cree que los responsables políticos y los profesionales médicos deberían trabajar más para prevenir las enfermedades crónicas de la vejez alentando a las personas a adoptar estilos de vida más saludables cuando son aún jóvenes o de mediana edad.
Otra objeción común a la hipótesis del envejecimiento como enfermedad es las personas mayores tendrán mayores estigmas al que ya están sujetas. "El edadismo es el mayor ismo que tenemos actualmente en el mundo", afirma el director del Instituto de Investigación sobre el Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein en Nueva York (EE. UU.), Nir Barzilai. "La comunidad envejecida está siendo atacada. Las personas mayores pierden sus puestos de trabajo porque son mayores. No pueden conseguir un empleo. Con todos los problemas que ya tienen, decirles que están enfermas generaría una situación aún peor", añade.
Pero no todos coinciden. El cofundador de la organización sin ánimo de lucro en Bruselas (Bélgica) Healthy Life Extension Society, Sven Bulterijs, afirma: "Estoy claramente a favor de llamar al envejecimiento una enfermedad". Para él, el envejecimiento es una "tragedia humana universal" con una causa fundamental que se puede encontrar y abordar para que la gente viva más. "Sería insultante no decir que un paciente de cáncer padece una enfermedad", añade.
La naturaleza sugiere que la vida infinita no existe. El ejemplo más conocido, quizás, es de los longevos pinos de América del Norte, considerados biológicamente inmortales. Pueden morir a manos de un hacha o por un rayo, pero si nada les molesta, nunca se caerán de viejos. Se estima que algunos tienen 5.000 años y su secreto sigue siendo un misterio. Otras especies también parecen mostrar signos de inmortalidad biológica, incluidas algunas criaturas marinas.
Tales observaciones han provocado que muchos afirmen que, con las intervenciones adecuadas, la vida útil puede prolongarse y mucho , pero un estudio publicado en Nature en 2016 demostró que la vida humana tiene un límite de aproximadamente 115 años.
Barzilai sostiene que, independientemente de los estudios, los esfuerzos para combatir el envejecimiento son necesarios. El experto señala: "Podemos discutir si el límite es de 115 o 122 o 110 años. Ahora morimos antes de cumplir 80 años, así que nos quedan 35 años que no estamos aprovechando. Así que seamos conscientes de esos años antes de hablar de inmortalidad".
El envejecimiento de la población es el "cambio climático de la salud", afirma Kennedy. Parece una metáfora bastante apropiada. Al igual que con el calentamiento global, muchas de las soluciones para el envejecimiento se basan en cambiar el comportamiento de las personas, por ejemplo, la dieta y el estilo de vida. Pero, al igual que con el calentamiento global, gran parte del mundo parece estar depositando sus esperanzas en la tecnología.
Pero la opinión pública está cambiando: el historiador médico de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) Morten Hillgaard Bülow explica en la década de 1980 se popularizó la idea del "envejecimiento exitoso". A partir de estudios organizados y financiados por la Fundación MacArthur se atrajeron fondos de investigación para entender qué es el envejecimiento y qué lo causa.
Dos décadas después, los resultados de varias investigaciones empiezan a notarse. Los estudios en ratones, gusanos y otros organismos han revelado qué sucede en las células que envejecen y han encontrado varias formas de alargar su vida, a veces de forma extraordinaria.
Los objetivos de la mayoría suelen ser más modestos y se centran en mejorar lo que llaman el "ciclo sano": el tiempo que las personas permanecen independientes y funcionales. Y aseguran que están progresando, con un puñado de posibles tratamientos en preparación.
Uno de los más prometedores es la metformina, un medicamento común para la diabetes que podría proteger contra la fragilidad, la enfermedad de Alzheimer y el cáncer. Administrarlo a personas sanas podría retrasar el envejecimiento. Pero sin directrices oficiales, los médicos son reacios a recetarlo con ese objetivo.
Un grupo de investigadores llamado TAME (Targeting Aging with Metformin) que planea administrar metformina a personas de entre 65 años y 80 años para ver si retrasa problemas como el cáncer, la demencia, el derrame cerebral y los ataques cardíacos. Aunque el ensayo ha tenido dificultades para recaudar fondos (en parte porque la metformina es un medicamento genérico, lo que reduce los posibles beneficios de las compañías farmacéuticas), Barzilai asegura que ya está listo para reclutar a pacientes y comenzar a finales de este año.
Otros investigadores se han centrado en investigar por qué los órganos dejan de funcionar bien a medida que sus células envejecen, un proceso llamado senescencia. Los estudios preliminares han encontrado que los ratones mayores que reciben estos medicamentos envejecen más lentamente. En los humanos, las células senescentes provocan enfermedades que van desde la aterosclerosis y cataratas hasta el párkinson y la osteoartritis. Ya se están realizando pequeños ensayos humanos con senolíticos, aunque no están oficialmente destinados al envejecimiento en sí, sino a las enfermedades reconocidas de la osteoartritis y a la enfermedad pulmonar llamada fibrosis pulmonar idiopática.
En un estudio inédito que aparecerá en su próximo libro Lifespan, explica que la clave de su trabajo está en la epigenética. Este campo de rápido crecimiento se centra en cómo los cambios en la forma en la que se expresan los genes, en vez de las mutaciones en el ADN en sí, pueden producir cambios fisiológicos como la enfermedad.
Algunos de los mecanismos epigenéticos propios del cuerpo trabajan para proteger sus células, pero. Sinclair afirma haber utilizado la terapia génica para reactivarlos en ratones, y asegura que puede "lograr que las células dañadas del nervio óptico se vuelvan jóvenes de nuevo" para restaurar la vista a los animales ciegos de edad avanzada.
Dado que el envejecimiento no es oficialmente una enfermedad, la mayoría de las investigaciones sobre estos medicamentos se encuentran en un área gris: no abordan, u oficialmente no pueden abordar el envejecimiento.
Barzilai no se arriesga a afirmar que el envejecimiento deba ser reclasificado como una enfermedad, pero sí cree que, si lo fuera, los descubrimientos se acelerarían. Healthy Life Extension Society forma parte de un grupo que el año pasado solicitó a la OMS que incluyera el envejecimiento en la última revisión de su Clasificación Internacional de Enfermedades, ICD-11. La OMS lo rechazó, pero sí incluyó "relacionado con el envejecimiento" como un código de extensión que se puede aplicar a una enfermedad, para indicar que la edad aumenta el riesgo de contraerla.
Reclasificar el envejecimiento como una enfermedad podría tener otro gran beneficio. El profesor de biología del envejecimiento del University College de Londres (Reino Unido) David Gems cree que "protegería a las personas mayores del remolino explotador del negocio antienvejecimiento, el cual se atribuye todo tipo de afirmaciones porque no es legalmente una enfermedad", explica Gems.
En Singapur, y si las tendencias actuales se mantienen, para 2030 solo habrá dos personas en edad de trabajar por cada jubilado (en comparación, Estados Unidos tendrá tres personas en edad productiva por cada residente mayor de 65 años). Por eso, este país trata de cambiar el guión, para encontrar un final más feliz y saludable.
Con la ayuda de voluntarios, Kennedy está preparando los primeros grandes ensayos en humanos con tratamientos centrados en el envejecimiento. Pretende probar entre 10 y 15 posibles intervenciones (aunque de momento no quiere decir cuáles) en pequeños grupos de personas de 50 años. El experto afirma: "Creo que empezaré con tres o cuatro medicamentos y algunos suplementos, y luego compararé las modificaciones en el estilo de vida".
El Gobierno de Singapur ha priorizado las estrategias para lidiar con el envejecimiento de la población y Kennedy quiere crear un "banco de pruebas" para tales experimentos humanos. El responsable concluye: "Hemos logrado grandes avances con los animales, pero necesitamos empezar a hacer estas pruebas en humanos".