Internet de las Cosas (IoT) comenzó a despegar alrededor de 2008, a medida que bajaron los costos de los sensores, mejoró la conectividad inalámbrica, se desarrolló el almacenamiento en la nube y se generalizaron los smartphones.
Con los avances tecnológicos, impulsados por los factores mencionados, se hizo posible recopilar, transmitir y analizar datos de dispositivos físicos. Esto permitió la automatización y el control remoto de objetos cotidianos como electrodomésticos, vehículos, sistemas industriales e infraestructuras urbanas.
Estas mejoras en la conectividad, especialmente con el apoyo de la comunicación por satélite, allanaron el camino para el concepto de ciudades inteligentes.
En la actualidad, varias ciudades inteligentes de todo el mundo utilizan tecnologías IoT para mejorar la eficiencia energética y gestionar la electricidad de forma más sostenible.
Por ejemplo, Ámsterdam utiliza redes inteligentes y contadores conectados para controlar el uso de la energía y animar a los residentes a reducir el consumo. Barcelona integra sensores IoT en las farolas para optimizar el uso de la electricidad y reducir costos.
En Singapur, los datos de los dispositivos conectados ayudan a gestionar la demanda de electricidad y apoyan el uso de energías renovables.
Estas ciudades muestran cómo la IoT puede hacer que los sistemas eléctricos urbanos sean más inteligentes, ecológicos y eficientes. Aunque estas aplicaciones son muy interesantes y futuristas, ¿qué ocurre cuando las comunidades en cuestión son remotas?
En la Argentina, la extensa geografía y la baja densidad poblacional en muchas regiones presentan desafíos particulares para la distribución eléctrica y el mantenimiento de infraestructuras.
Las soluciones de IoT conectadas vía satélite cobran un papel cada vez más relevante para monitorear zonas rurales y alejadas, donde las redes de comunicación tradicionales son escasas o inexistentes.
Desde la supervisión de fuentes de energía renovables -como parques solares en el norte del país o turbinas eólicas en la Patagonia- hasta el control de equipos eléctricos en subestaciones aisladas, los dispositivos IoT aportan datos críticos que ayudan a optimizar la eficiencia energética, mejorar la respuesta ante fallos y reducir los costos operativos.
Esta capacidad es fundamental en un sistema eléctrico nacional que depende cada vez más de fuentes renovables distribuidas, muchas de ellas ubicadas en regiones de difícil acceso.
Las soluciones IoT pueden aplicarse a diversos componentes y procesos del sector energético.
Al conectar estos dispositivos vía satélite, se hace posible supervisar el rendimiento de los equipos a larga distancia, lo que permite la transmisión de actualizaciones de estado y la detección de anomalías captadas por sensores remotos.
Algunos ejemplos prácticos de esta tecnología en acción son:
- Transformadores: los sensores rastrean la temperatura y la vibración de los transformadores para detectar sobrecalentamientos o problemas mecánicos antes de que se produzcan daños, estableciendo una pauta que permite actuar con prontitud, incluso en subestaciones de difícil acceso.
- Torres de transmisión: Los dispositivos IoT miden la integridad estructural y detectan corrosión o daños físicos por tormentas.
- Cabinas eléctricas: los sensores ambientales del interior de las cabinas eléctricas controlan la humedad, la temperatura y el humo para evitar daños en los equipos y detectar a tiempo posibles riesgos de incendio.
- Subestaciones aisladas: en lugares sin cobertura de telefonía móvil, los dispositivos IoT conectados por satélite proporcionan informes de estado continuos y detectan fallos, ayudando a los operadores a responder rápidamente a los cortes.
Soluciones más ecológicas: gestión de paneles solares con IoT
La Argentina continúa avanzando en su transición energética, con un crecimiento sostenido en la generación solar.
Según el último informe mensual de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa), el país sumó 307 megavatios (MW) de nueva capacidad fotovoltaica en 2024, alcanzando un total de 1.673 MW al cierre del año.
Los sensores IoT pueden controlar la temperatura, la exposición a la luz solar y la producción de energía de los paneles solares en zonas remotas, transmitiendo datos vía satélite para su análisis cuando la eficiencia de un panel disminuye.
Dada la creciente importancia y relevancia de esta tecnología para el país, y la necesidad de conectar y supervisar a distancia un sistema que depende en gran medida de fuentes renovables distribuidas geográficamente, IoT desempeña un papel clave para permitir la gestión automatizada, el análisis fiable de datos, el mantenimiento y unas redes más inteligentes.
Esto permite a los proveedores controlar mejor las tendencias de consumo, gestionar la infraestructura y optimizar la distribución mediante sensores conectados a través de redes por satélite.
Fácil integración y reducción de costes con la conectividad por satélite
La conectividad por satélite puede garantizar la resistencia del sistema de distribución, especialmente en lugares donde la infraestructura de telecomunicaciones tradicional es insuficiente o inexistente.
Sin necesidad de instalar y construir infraestructuras de comunicación, los sensores proporcionan autonomía para un abanico de posibilidades a bajo coste y con escasas necesidades de mantenimiento, ya que solo es necesario cambiar las pilas AA cada 5 o 10 años, en función del uso.
A medida que la conectividad por satélite y la integración de soluciones IoT siguen avanzando al tiempo que los costes disminuyen aún más, su convergencia ofrece una solución más viable para ampliar y salvaguardar las energías renovables y mejorar la descentralización de la red.
Estos servicios colman las lagunas de conectividad y mejoran la resiliencia energética en zonas propensas a catástrofes con infraestructuras limitadas, proporcionando una cadena de datos independiente.
A estas consideraciones se añade la naturaleza altamente segura de la conectividad por satélite, cuya adopción abre la puerta a que los proveedores y los responsables de la toma de decisiones utilicen sólo los datos más fiables, al garantizar la protección de la información confidencial transmitida a través de sensores frente a fallos y brechas.
*Por Nicole Russo, VP Commercial Operations de Myriota