Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind y actual CEO de Microsoft AI, se ha consolidado como una de las figuras más relevantes para analizar las implicancias presentes y futuras de la inteligencia artificial a nivel global.
En su libro "La ola que viene: Tecnología, poder y el gran dilema del siglo XXI", Suleyman plantea un escenario posible antes de 2030: sistemas de inteligencia artificial capaces de realizar tareas empresariales completas sin necesidad de intervención humana directa.
El avance hacia una IA autónoma empresarial
El especialista Mustafa Suleyman define como el "Rubicón" de la inteligencia artificial el momento en que los sistemas se vuelven proactivos y autónomos, capaces de tomar decisiones sin supervisión humana constante ni directa.
Su concepto de "Prueba de Turing Moderna" propone que una IA pueda montar un negocio completo en Amazon, partiendo de una inversión inicial de 100.000 dólares, identificando oportunidades, diseñando productos, fabricándolos, comercializándolos y generando ganancias efectivas.
Lo que parecía un horizonte lejano en 2023 se aproxima rápidamente: para agosto de 2025 ya existen sistemas que realizan gran parte del proceso gracias a avances en generación de imágenes, análisis de mercado, redacción de campañas y APIs.
El único aspecto que aún requiere intervención humana son los trámites legales, como apertura de cuentas bancarias o registros formales, mientras que el resto del negocio puede desarrollarse de manera autónoma por la IA, integrando múltiples subprocesos.
En 1950, Alan Turing propuso su famosa prueba para determinar si una máquina podía mostrar inteligencia humana mediante conversaciones indistinguibles de las de una persona, definición que Suleyman considera insuficiente para evaluar las capacidades actuales de la IA.
Ahora importa tanto lo que una IA puede decir como lo que puede hacer, y la "Prueba de Turing Moderna" exige interpretación, juicio, creatividad y toma de decisiones complejas en distintos ámbitos operativos y estratégicos.
El ejemplo del negocio en Amazon ilustra la necesidad de investigar tendencias, seleccionar productos, diseñarlos, contactar fabricantes, negociar contratos, elaborar marketing y ajustar la estrategia según la respuesta del mercado y resultados obtenidos.
Este tipo de agente no solo ejecuta instrucciones, sino que planifica, adapta y coordina su trabajo de forma autónoma para alcanzar objetivos de negocio, integrando capacidades diversas en una operación empresarial coherente y autosuficiente.
Suleyman prevé automatización total en pocos años
Mustafa Suleyman estima que, con mínima intervención humana, sistemas de inteligencia artificial podrían automatizar la mayoría de las tareas empresariales en uno o dos años, alcanzando plena autonomía hacia 2029 y transformando la economía global.
El directivo señala que buena parte del producto interno bruto mundial se genera mediante interfaces digitales, lo que permite a una IA operar negocios completos sin robots físicos, usando solo ordenadores y herramientas online.
El avance dependerá de mejorar la "planificación jerárquica", que consiste en unir objetivos, sub-objetivos y habilidades diversas en un flujo continuo, asegurando que la IA cumpla metas complejas con eficiencia y precisión.
Según Suleyman, una vez que la IA pueda coordinar funciones comerciales y organizativas, podrá vender productos, fabricar, contratar personal, planificar operaciones e incluso influir en políticas públicas con mínima supervisión humana.
Riesgos y oportunidades de la IA autónoma
La aparición de agentes autónomos introduce importantes desafíos económicos y éticos, ya que modificará la distribución del trabajo humano y concentrará influencia en quienes dominen estas avanzadas herramientas tecnológicas.
El directivo Suleyman señala que estos sistemas podrían integrarse de manera profunda en empresas, tomando decisiones estratégicas y operativas, incrementando eficiencia y reduciendo costos, aunque también provocando pérdida de empleos sin políticas adecuadas.
En términos éticos, la autonomía de la inteligencia artificial genera debates sobre responsabilidad legal, propiedad intelectual y transparencia, exigiendo que regulaciones claras acompañen su implementación antes de aprovechar todo su potencial.
Sociedades y gobiernos deberán anticiparse a estos cambios, establecer normas efectivas y garantizar supervisión apropiada, equilibrando los beneficios de la automatización con los riesgos económicos y sociales que podrían derivarse globalmente.