La economía global está en crisis por la pandemia, pero en la Argentina pega con más fuerza. En este difícil contexto, algunas firmas empezaron a apuntalar diferentes alternativas con el objetivo de iniciar nuevos emprendimientos sin recurrir a las escasas opciones de financiamiento que ofrece el mercado local.

A tono con el boom de las criptomonedas, el campo argentino apeló la tokenización de materias primas. Es decir, crear criptomonedas con respaldo en la producción de granos, ganado, vino y hasta azúcar como forma de fondear su operación.

Algunas de estas iniciativas, incluso, comenzaron antes del inicio de la pandemia. El objetivo es representar la producción futura en una divisa digital que opere en un mercado secundario de "criptocommodities".

Así, se venden las materias primas antes de que estén disponibles para que cualquier persona pueda invertir en ellas, mientras los productores obtienen fondos para asegurar sus rindes. Esto ofrece las siguientes ventajas:

Pero, además, son una buena forma de invertir en criptomonedas sin estar expuesto a la volatilidad de Bitcoin o Ethereum, que esta semana sufrieron un derrumbe cercano al 20% y alertaron a los inversores menos experimentados en las divisas virtuales.

Proyectos

María Gabriela Roberto Baró, CEO & cofundadora de en Agrotoken, señala a iProUP que "le está yendo realmente muy bien" a la plataforma global de tokenización de commodities agrícolas y alimentos, encargada de desarrollar la primera criptomoneda respaldada en soja.

La idea nació en abril de 2020, cuando un grupo de profesionales de diferentes disciplinas se juntó para crear la divisa virtual SOYA, respaldada en el mundo real por una tonelada de soja (cuyo valor ronda los u$s550 por tonelada).

"Tuvimos muy buena recepción del mercado. La soja está comenzando a cosecharse así que tenemos excelentes proyecciones", confía Roberto Baró.

María Gabriela Roberto Baró, CEO & Co-Founder en Agrotoken

Guillermo Villagra, CEO de Openbit, afirma a iProUP que su emprendimiento busca ser una alternativa de inversión en ganadería, al convertirse en un fideicomiso ganadero basado en la emisión de tokens digitales respaldados por vacas.

"Cuando lanzamos la plataforma, hace un año y tres meses, el valor del BitCow era de $90.000. Con el tiempo, por la demanda de la gente y también, obviamente, por el aumento del precio de la carne, el precio fue subiendo. Pasó a $100.000, luego a $120.000, después a $ 125.000 hasta llegar a los $140.000", señala.

El ejecutivo agrega: Hoy cada BitCow tiene un valor aproximado de $150.000 y hay una gran demanda. Ahora, el mínimo para entrar es $15.000, es decir, un 10% del total de un BitCow (o token) completo".

Por su parte, Mike Barrow es un especialista informático, vitivinicultor, fundador y CEO de Costaflores, una marca de vinos orgánicos que funciona en Mendoza desde 2003 y tuvo hace algunos años la idea de tokenizar sus productos.

En 2015 fundó OpenVino, un proyecto para aplicar tecnología de blockchain e Internet de las Cosas sobre su bodega y marca.

"Vendo mi producto mediante tokens. Cada año, entre marzo y abril, cosecho y vinifico la uva. Después de tres semanas, a principios de mayo, tengo una determinada producción. Luego de contabilizarlo, calculo la cantidad de botellas que saldrán, y emito una cantidad equivalente de tokens", detalla Barrow. 

Ese vino descansará un año en barrica y tanque, otros dos de guardado en botella y recién a partir del tercero se puede consumir. Cada 6 de mayo, Barrow acuña tokens según la cantidad de botellas que tiene. El primero se emitió en 2018 y se llamó MTB2018.

"El precio final del MTB2021 aún no lo sé, estará en torno a los u$s2 y u$s3 (precio de costo). Pero no hay garantía de que esos precios se mantengan. No estoy haciendo ninguna proyección aún", dice Barrow.

Otro ejemplo reciente tiene como protagonista a la financiera tucumana Bitnoa que, semanas atrás, lanzó Sucoin, una criptomoneda respaldada en azúcar, una de las materias primas principales del norte argentino.

Según sus creadores, uno de los objetivos es formalizar el mercado de este producto, al otorgarle mayor transparencia a la producción y distribución. El precio de Sucoin equivale al de una bolsa de 50 kilos de azúcar tipo A, que cuenta con la custodia de Bitnoa.

Con respecto al negocio durante la pandemia, Roberto Baró afirma que "al ser todo digital, no afecta la operatoria de Agrotoken", aunque señala que con las restricciones "puede suceder es que el proceso tradicional de entrega se demore, pero no veo un impacto importante más allá de eso".

Villagra, en tanto, reconoce que al principio de la cuarentena en Openbit pensaron que iba a ser un año complicado por el tema de las medidas de prevención y la incertidumbre de las personas.

"Pero la verdad es que ya tenemos más de 7.000 usuarios, cifra que superó ampliamente nuestra proyección. Además, pensábamos tener unos 1.000 BitCows vendidos el primer año, pero ya contamos con 2.400 comercializados y todos los días se suma más gente", resalta Villagra.

Según el directivo, en marzo de 2020, la iniciativa "tuvo muy buena difusión y consiguió despertar muchísimo interés, probablemente porque la gente estaba en la casa, tenía más tiempo para leer y buscar alternativas de inversión".

Por su parte, Barrow detalla que "en 2020 hubo mucha actividad y la venta de vinos aumentó por la pandemia", aunque "con la venta de tokens, pasa algo curioso", que no tuvo tanto que ver con algún efecto directo del COVID-19. En efecto, el ejecutivo indica que "con la explosión de las finanzas descentralizadas (DeFi), se incrementaron los costos para operar en la red Ethereum y tuvo un impacto negativo".

"Hace unos días se necesitaban unos u$s20 de fee para comprar. La venta de tokens cayó, pero no fue por la pandemia. En ese sentido, ya estamos viendo alternativas como Ethereum 2.0 y diferentes capas de nivel 2 que solventarán esos problemas", anticipa Barrow.

Lo que viene

"Hay muchos proyectos por delante. Muy pronto se vienen novedades en el ecosistema de Agrotoken en torno a SOYA con los comercios, exchanges, empresas DeFi y actores que son parte de los agronegocios. Descubrimos nuevas interacciones y estamos ampliando el valor de nuestro modelo de negocios", adelanta Roberto Baró.

Villagra remarca que "la pandemia ayudó, ya que es una alternativa novedosa y atrajo mucho la atención de la gente", por lo que Openbit está alquilando campos en Trenque Lauquen y en Benito Juárez, como parte del plan de expansión de Bitcow.

"El interés trascendió las fronteras de nuestro país y estamos lanzando BitCow en Paraguay, Uruguay y Brasil, con una operación al principio chica", expresa.

Remarca que la propuesta también recibió consultas de Colombia, Bolivia, Chile y Estados Unidos. "Estamos focalizándonos en la regionalización de BitCow pero sin perder de vista nuestro objetivo como empresa: transformar activos reales en digitales y brindar esta posibilidad de inversión a gente que de otra manera no podría participar", completa.

Villagra precisa que la segunda etapa consistirá en incorporar a los productores que necesitan financiamiento y quieran ser parte del ecosistema "aportando su campo y recibiendo financiación y vacas para que puedan producir ".

"También estamos firmando alianzas con otras empresas, como laboratorios o firmas agtech que incorporan tecnología a la producción agrícola-ganadera, para brindar juntos un servicio de excelencia y una alternativa de inversión rentable", destaca.

Villagra reconoce que, a partir de consultas de varias compañías, comenzaron un plan para tokenizar otro tipo de activos. "Nos llamaron empresas para desarrollar en conjunto tokens respaldado en litros de leche, vacas de tambo, cortes de carne para exportación y hasta metros cuadrados para el negocio inmobiliario construcción desde pozo", completa.

Barrow, por su parte, puntualiza que el proyecto Openvino tiene "otras facetas". Entre ellas, la denominada "Extrema Transparencia".

"Todo lo que ocurre en la bodega se puede ver: la presión atmosférica, la humedad y el riego de suelo, entre otros datos. Y también la marcha de la contabilidad de la empresa, como cuánto se gasta, qué impuestos se pagan, salarios, etc. Esto se escribe en la blockchain para que se pueda comprobar su veracidad", detalla Barrow.  

La otra etapa del proyecto es la "trazabilidad", aspecto que comenzó a funcionar a partir del 6 de mayo, cuando salieron las botellas tokenizadas MTB18. 

"Las personas que tengan una pueden escanear la contraetiqueta del vino que lo llevará a una app", afirma. Así, al completar sus datos personales (nombre y apellido, DNI), sacarse una selfie y responder seis preguntas sobre su experiencia de degustación obtendrán otro token, equivalente a una acción de la firma.

"Es decir, pasará de ser consumidor a propietario, un socio y dueño de una parte de los vinos orgánicos CostaFlores, a partir del concepto You drink it, you own it", precisa.

Por último, Barrow adelanta que próximamente actualizará Openvino Exchange para presentar datos de una mayor cantidad de etiquetas.

"Se seleccionarán unas pocas bodegas argentinas para que se sumen a Openvino. Con el Instituto Nacional Vitivinícola trabajamos para que las firmas elegidas paguen un pequeño fee que les permita luego utilizar la plataforma y tokenizar sus vinos", concluye.

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