En cuatro años, la introducción de diversas tecnologías de gestión de la recolección de residuos permitió que Cliba, la empresa que opera en la zona 2 de la Ciudad de Buenos Aires, que abarca el corredor norte de la Capital, alcanzara el 97% de eficiencia.

La compañía gestiona diariamente 5.100 contenedores. Para ello, cuenta con una plataforma que le permite tener la información de lo que sucede no sólo con cada uno de los camiones a cargo de esa tarea, sino también con el movimiento del personal dedicado a cada una de las actividades involucradas.

El Centro de Control Operativo se encuentra en la sede que Cliba tiene en Palermo, en la intersección de las avenidas Casares y Sarmiento. Todas las noches, a las 21, salen los vehículos que levantarán la basura dispuesta a lo largo de 3.524 cuadras. Un 30% de la flota hará esa tarea por la mañana, posibilidad que está contemplada en el contrato de concesión.

Para saber cómo evoluciona el servicio, en el Centro de Monitoreo se despliega un mapa con cada uno de los contenedores ubicados en la zona. Todos están marcados de rojo. Cada vez que uno de ellos es vaciado en el camión respectivo, cambia a verde.

Así, el plano va cambiando de color a medida que avanza el proceso de recolección que, por lo general, termina entre la 1 y las 2.30 de la mañana, cuando los camiones se dirigen a las plantas de transferencia. A la compañía le corresponde la situada en Colegiales.

El desarrollo de la mayor parte de la plataforma estuvo a cargo de Prominente, la desarrolladora de software del Grupo Roggio, que también incluye a Cliba a través de Benito Roggio Ambiental. Se trata de Pectra, la plataforma de gestión de procesos de negocios que, en este caso, permitió elevar los niveles de eficiencia en los distintos segmentos del negocio.

Los camiones están dotados de GPS y vinculados a sistemas de telemetría, lo que permite identificarlos y, así, efectuar su seguimiento. A esto se suman otras herramientas que posibilitan tener claro el mapa por el que deberán moverse para levantar cada uno de los contenedores que están bajo su operación.

Así como cada vehículo tiene su número de identificación, cada contenedor "sabe" qué camión pasará a buscarlo. Y si cualquiera de estos aspectos falla en el proceso, el sistema muestra ese problema.

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"El 70% de la ciudad está cubierta con contenedores. Este sistema de gestión de la basura ya no tiene vuelta atrás", explica Gabriela Ananía, gerente de Relaciones Institucionales de Benito Roggio Ambiental, a iProUP.

Y agrega: "La introducción de los camiones de tercera generación permitieron, junto con la introducción de herramientas tecnológicas, reducir la flota y emitir menos gases contaminantes, además de obtener mayor eficiencia".

Cliba firmó el último contrato de recolección de la basura para la zona 2 en 2014. La puesta en marcha del centro de monitoreo se inició a finales de 2018, luego de dos años de trabajo en el desarrollo e implementación, que demandó una inversión de $20 millones.

Así como la plataforma permite monitorear lo que pasa con cada camión y contenedor, también permite gestionar la ubicación de los empleados. Cada vez que uno de ellos llega a la planta y accede vía sistema de biometría, los supervisores ya saben que se encuentran en la zona.

La superficie es tan grande que sólo de este modo se puede tener certezas sobre su localización. Y una vez que llegan al camión que deben operar, también saben en qué momento ya están cumpliendo con su labor.

Lo mismo ocurre con otros eventos vinculados otros aspectos relacionados con la gestión de los recursos humanos. La información geográfica del empleado evita que se generen ni alarmas y alertas antes del inicio de las tareas derivadas de no saber dónde está.

Cada camión emite, a su vez, un reporte de cumplimiento sobre las tareas realizadas en ese día. De ese modo, se obtienen datos sobre todas las situaciones que ocurrieron o no y, así, tomar medidas para mejorar los niveles de operación.

Además, los contenedores no pueden ser vaciados cuando les estacionan un auto muy cerca, alguien los gira para hacer lugar para más estacionamiento, se usan para apoyar escombros o tienen dentro elementos muy pesados. Suelen ser los que quedan en rojo en el mapa.

Aún así, el nivel de eficiencia es de 97%. En ese índice cuenta tanto la recolección como los niveles de respuesta frente a quejas que, a partir de la introducción de las nuevas tecnologías, se redujeron 50 por ciento.

"Los tiempos de resolución de reclamos que, antes, demandaban 24 horas, ahora se resuelven en 12", afirma Facundo Vivanco, gerente de operaciones de Cliba.

El centro de monitoreo recibe los pedidos que los vecinos realizan al 147 del Gobierno de la Ciudad para levantar escombros y podas.

Y en este mapeo de situaciones también queda registrada la limpieza de los contenedores, que se inicia cada noche a partir de las 23 cuando salen los camiones para realizar esa tarea.

Se lavan 2.100 contenedores por día, a razón de 700 por turno, sobre un total de 9.350 dispuestos en la calle. Es decir, no son sólo los grandes contenedores, sino también los cestos de basura de color gris ubicados, por lo general, sobre postes de luz.

La empresa prevé que la implementación de nuevas tecnologías también permitirá resolver nuevas situaciones ambientales en el corto plazo.

"Hay unos 100 contenedores que están equipados con sensores en modo de prueba. El objetivo de la información que se va obteniendo a partir de esos dispositivos es para mejorar los horarios de salida en base a la deposición de la basura, además de otras coyunturas posibles de recolección", agrega Vivanco.

La incorporación de la tecnología, que también contempla a los camiones bilaterales –que pueden realizar su tarea en ambos lados de la calle– además permitió mejorar la gestión de la basura.

"En 2015 incorporamos el sistema de recolección bilateral de residuos que tenemos en aproximadamente el 69% de nuestra zona de operación. La inversión en ese sistema fue de $150 millones", amplia Anania.

Flotas de última generación, sensores y una plataforma tecnológica se unen para transformar un servicio público y lograr que una tarea cotidiana pueda realizarse de la manera más eficiente posible.

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