El coronavirus obligó a todos los países del mundo a ingresar en una carrera acelerada por obtener la mayor cantidad de respiradores artificiales posibles, un equipamiento que se torna vital para el tratamiento de los casos más graves de esta enfermedad que ataca con fuerza a los pulmones.

Ante la escasez de estos dispositivos, la comunidad de usuarios de impresoras 3D se movilizó en varios territorios para frenar el avance vertiginoso del COVID-19, fabricando repuestos para los distintos dispositivos y avanzando en el diseño de equipos completos de bajo costo.

El funcionamiento de estas impresoras es sencillo: se abre un archivo con un programa de diseño asistido por computadora y se envía a la impresora 3D, que irá depositando, capa tras capa, una fila de material (plástico, en su mayoría), hasta crear el producto.

 

Esta tecnología está cambiando radicalmente el modo de producir. De hecho, Karl Schawb, fundador del Foro Económico Mundial indicó en su libro "Cuarta Revolución Industrial" (fue quien acuñó el término) que esta innovación es uno de los pilares más "tangibles" de la economía digital.

De hecho, si el autor del diseño comparte esos archivos es posible bajarlos gratis y elaborarlos sin ninguna limitación, tal como ocurrió con varios modelos de máscaras. Hasta el emprendedor Gino Tubaro, reconocido por Barack Obama por su tarea social al imprimir prótesis para niños, lanzó su propuesta y donó más de 50.000 a personal médico.

Como él, gran parte de la comunidad "maker" (como se denomina a los entusiastas que arman productos con este tipo de equipos) también se movilizó. Primero, con la elaboración de máscaras para el personal médico, pero ahora se prepara para una nueva "patriada": la fabricación de respiradores y de tests de detección del coronavirus.

El plan

Se estima que el sistema de salud público y privado del país cuenta con casi 9.000 equipos de soporte vital. Por ello, instó a las empresas cordobesas Tecme y Leistung, principales fabricantes a nivel local, a adquirir toda su producción y aumentarla a 500 equipos semanales.

Con la situación de Europa y Estados Unidos como parámetro, el Gobierno evalúa que cuando llegue el pico de la pandemia a la Argentina y se levante la cuarentena la demanda de respiradores artificiales podría superar el parque actual de equipos.

En este marco, puso en marcha el Plan Unidad COVID-19. Se trata de la creación de un equipo nacional de bajo costo y rápida fabricación aprovechando capacidad ociosa de la industria –especialmente, la metalmecánica- en tiempos de pandemia.

"Hay un comité encabezado por el Ministerio de Salud y en el que participan los Ministerios de Ciencia y Tecnología, y de Desarrollo Productivo", afirma a iProUP una alta fuente del Gobierno. 

Según destaca el funcionario, que pide no ser mencionado por la sensibilidad del tema, "ya está todo organizado: ese comité recibe todos los ofrecimientos y articula la información de empresas, qué tienen para ofrecer, insumos necesarios, etcétera".

De la iniciativa no sólo participan compañías y funcionarios, sino también expertos que se sumaron voluntariamente, como médicos y ingenieros de varias disciplinas, que aportan su experiencia para "validar" el modelo más adecuado para fabricar en serie.

"No es algo en el que se pueda fallar, hay riesgo de muerte. Expertos de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) están analizando algunos modelos", añade otra fuente, quien asegura que hay varios "modelos en carpeta".

Según afirman desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el mundo de la impresión 3D no terminará en el diseño de respiradores, también se crearán otros productos para paliar la pandemia. Uno de ellos serán los kits de detección, que estarán listos en dos meses.

En este sentido, la comunidad "maker" será la encargada de diseñar contenedores sobre los que se integrarán los reactivos, también bajo la supervisión de un comité de expertos. 

Adicionalmente, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación lanzó la iniciativa IP COVID-19, una convocatoria para profesionales y emprendedores que repartirá más de 300 millones de pesos. Así, se podrá acceder a fondeos de hasta u$s100.000 para acelerar la salida de productos.

El Gobierno, además, tiene en carpeta la creación de un hackathon en el que expertos de varias disciplinas (especialmente, relacionados con la medicina, ingeniería y biotecnología) compitan en grupos para hallar herramientas tendientes a generar soluciones que puedan frenar el avance del COVID-19.

Made in Argentina

Según pudo saber iProUP, hay varios proyectos en danza para crear un respirador de bajo costo. Desde las empresas, apelan al anonimato ya que todavía ninguno está homologado por las autoridades.

La iniciativa más avanzada está siendo liderada por una importante marca nacional de impresoras 3D y una fábrica de tecnología local con sede en la Provincia que usará la maquinaria ociosa tras la liberación de las importaciones de electrónica.

"Fuimos desde hospitales y municipios de todo el país para que reparemos impresoras 3D que tenían algunos entusiastas y enseñemos a usarlas. La comunidad armó una movida impresionante: hay más de 10.000 voluntarios con equipos, cuando en todo el país hay 50.000 impresoras", afirman desde la marca de impresión 3D.

El rol de la empresa es como "una vía más" del proyecto, siendo nexo entre las diferentes partes, si bien remarcan que el "dueño" de la iniciativa es la comunidad de "makers". De esta forma, mejoraron un diseño de máscaras para personal de la salud en base a requerimientos de asociaciones médicas nacionales, y la comunidad se encargó de repartir miles de unidades a hospitales de todo el país.

"Tuvimos un trabajo experimental para ver si era factible hacer un respirador de grado industrial, con gente especializada en automatización, respiradores artificiales, biomédicos, etcétera", afirman desde la compañía.

Además, remarcan que su rol fue aportar "ingeniería, investigación y desarrollo", ya que el "objetivo no es patentar y vender un respirador", sino que salga "un proyecto de código abierto y grado industrial, más barato, y que cualquier persona en el mundo pueda crear uno como respuesta a la pandemia".

De esta forma, se busca con las impresoras 3D crear el prototipo, pero también generar una matriz industrial para su producción en serie y a bajo costo, reduciendo fuertemente los costos de la industria tradicional. En dos semanas ya podría arrancarse el montaje de los equipos, si bien aún están asegurando la provisión de los insumos, que tienen un fuerte componente importado.

Lo que sí ya está en marcha es un laboratorio, creado en las últimas horas en las instalaciones de una de informática en el Conurbano, a 10 minutos de la ciudad de Buenos Aires, donde se realizarán las pruebas y, en una segunda etapa, la producción a escala.

El proyecto, además, contempla la construcción de repuestos para los respiradores artificiales tradicionales, especialmente las válvulas. "Tenemos escáneres 3D y diseñadores industriales que fácilmente pueden replicar las piezas plásticas", aseguran desde la compañía.

También se prevé que los polos industriales de todo el país también cuenten con este diseño y puedan adaptar su equipamiento para producir estos equipos de soporte vital. 

El Gobierno tomó el problema del coronavirus a tiempo. Ahora es el turno de los profesionales 4.0, que aportarán todo su expertise y sacrificio para "aplanar la curva" y agigantar el rol del talento argentino en estos tiempos tan difíciles y en los que tanto hace falta.

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