El aforista norteaméricano Mason Cooley decía que "las excusas no cambian nada, pero hacen que todos se sientan mejor".

Inundar la calle de pesos parece ser la nueva estrategia del Gobierno, ante los distintos desajustes que se encuentran pasando en la economía. No solo ejerce presión sobre las distintas variables económicas como el dólar oficial, riesgo país, déficit fiscal entre otros: "imprimir pesos" siempre dispara la inflación más rápido que temprano.

En este sentido, el billete de $1.000, el de mayor denominación en el país, hoy representa solo el 15% de lo que significaba a fines de 2017, cuando fue lanzado. La inflación acumulada desde diciembre de ese año hasta ahora es del 321%.

Ni siquiera el dólar, refugio de valor por excelencia de los argentinos desde hace varias décadas, es una buena opción ante las criptomonedas, en especial el Bitcoin que, pese a sus vaivenes, ha logrado mostrar su fortaleza frente a cualquier divisa soberana.

En el siguiente video, el periodista y analista económico Damián Di Pace detalla cuál hubiera sido el rendimiento de los ahorros con un billete de $1.000 se apostaba en octubre de 2017 (año de su lanzamiento) a dólares o Bitcoins:

 

A continuación, la evolución del dólar y Bitcoin en los últimos cinco años demuestra, además, que la divisa líder podría haber ofrecido una renta de 50 veces en dólares sobre el capital invertido, contra las 10 veces en pesos que ofreció el billete verde según la cotización de los bancos.

 

En caida

Esa erosión del poder de compra se ve en el changuito: en un supermercado hoy se compran apenas cuatro o cinco productos, no más que eso. Es un billete que quedó rápidamente desvalorizado.

En el gráfico de abajo podemos observar lo antes mencionado en el tiempo: en noviembre del 2011, cuando se efectuaban las Elecciones Legislativas, se podía comprar harina con levadura de 2 kilos a $4,98 pesos, para luego seis meses después $5,67 pesos.

Si lo ponemos en términos de un billete, con $1.000 se podían conseguir 201 unidades de harina de 2 kg, mientras que 6 meses después solo se pudo comprar 17. Lo mismo ocurre con los demás rubros como bebidas, limpieza o cuidado personal, como se ve a continuación:

Merece una mención especial el rubro de electrónica, en donde por ejemplo una TV Smart LED 52" en 2013 se conseguía a $19.479, para luego 6 meses después a $24.445. Así, en 2013 hubiesen necesitado 19 billetes de 1.000 pesos para conseguir esta TV, mientras que en el 2014 se necesitaban 24 billetes.

Si analizamos los cuadros vistos anteriormente, se puede inferir que los costos de vivir con una moneda tan devaluada como el peso y además de no tener un salario que acompañe el nivel inflacionario, logra que una persona pague cada vez más por el mismo producto, generando lo que en Economía se denomina Perdida de Poder Adquisitivo.

Pero la situación no solo afecta en periodos eleccionarios: por lo que si hacemos un breve recorrido histórico, el nivel inflacionario tuvo una relación directa con las medidas de política económica debido que, al finalizar cada mandato presidencial la inflación se disparaba.

Esto tenía un denominador común: el uso de restricciones para aminorar las consecuencias de la inflación, pero no atacando claramente a las causas. Una de ellas fue el congelamiento de precios (herramienta favorita de los hacedores de política de esos años), dejando como resultado una mayor tasa de inflación.

De esta forma, el "hornero" no sólo perdió la carrera contra el dólar en estos años, sino que también contra los billetes de mayor denominación de la región, a saber:

Ni pesos, ni dólares, ni otras monedas soberanas. La mejor inversión en los últimos cuatro años fue Bitcoin.

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