La reforma laboral en Argentina busca modernizar el empleo, impulsar la formalización y crear oportunidades ante los nuevos desafíos
05.12.2025 • 09:09hs • COLUMNA
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Reforma laboral: una oportunidad para modernizar el trabajo en la Argentina
La reforma laboral es un tema que se debate en la Argentina desde hace mucho tiempo, pero siempre se terminan incorporando parches a la regulación, sin brindar herramientas que solucionen cuestiones de fondo, como ser el empleo formal, el fomento del empleo en un marco de competitividad y la modernización de esquemas de contratación.
El abordaje de cualquier reforma debe privilegiar la protección de los derechos y el principio de progresividad, ello a partir del marco legal de aplicación establecido en nuestra Constitución Nacional, tratados internacionales y doctrina de la Corte Suprema.
Del mismo modo, se debe ponderar un criterio federal en la reforma, considerando la diversidad de realidades que existen en nuestro país, y en las distintas actividades que se desarrollan en unidades de producción de variable dimensión.
Más allá de preguntas retóricas y debates que se pueden plantear, es una necesidad simplificar los procesos de contratación y modernizar distintas cuestiones de la relación laboral, sin que ello implique en forma alguna desprotección de los individuos, pero que tenga como objetivo modernizar las relaciones laborales a una situación dinámica de contexto y de desafíos constantes.
La informalidad no se combate con sanciones aisladas, sino con puertas de entrada simples, costos predecibles y menor conflicto potencial. En ese sentido, la seguridad jurídica no es un privilegio empresarial, sino la condición necesaria para que la formalidad sea la opción racional tanto para empleadores como para trabajadores.
Es una obligación buscar consensos entre todos los actores del derecho del trabajo para brindar certezas jurídicas y previsibilidad, estableciendo criterios adecuados a un mercado diferenciado de necesidad por cuestiones de territorio, actividad, competencias de la mano de obra, inserción de nuevas tecnologías, esquemas de trabajo, entre otras cuestiones, generando un incremento de las fuentes de trabajo formal y criterios de productividad.
También es importante entender que modernizar no significa desproteger, sino rediseñar las reglas laborales para que sigan siendo efectivas en contextos diversos. Esto implica tres factores clave:
- Previsibilidad: las empresas deben contar con reglas claras sobre las modalidades de trabajo, los períodos de prueba, la registración y los esquemas de desvinculación que reduzcan la litigiosidad y favorezcan la solución temprana de conflictos.
- Capacitación y reconversión: la transformación tecnológica está automatizando tareas y modificando roles. La ley debe acompañar ese proceso con instrumentos que impulsen el aprendizaje y el desarrollo profesional adaptado a las nuevas estructuras.
- Diálogo social con información: a través de la negociación colectiva en sus diversas modalidades.
En definitiva, toda reforma debe cuidar la confianza y construirse con gradualismo, inclusión de los distintos sectores, consensos amplios y señales de estabilidad. La experiencia muestra que los sistemas que combinan protección al trabajador con adaptabilidad tienden a generar más empleo y mejores trayectorias profesionales.
La modernización laboral no es una amenaza, sino una oportunidad para proteger mejor en un mundo que cambió e incluir a quienes hoy están fuera del trabajo formal.
*Por Javier Fernández Verstegen, abogado especialista en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales de Brons & Salas.