Tras más de dos años de expansión ininterrumpida, el universo de las monedas estables mostró la que fue su primera señal seria de fatiga. El valor total en circulación cayó 1,5% en noviembre y cerró en u$s303.000 millones, según el último informe de CoinDesk Data.
Puede parecer una variación menor en un mercado acostumbrado a movimientos bruscos, pero la dirección importa más que el número: es la primera contracción en 26 meses, y llega en un momento en el que el ecosistema cripto necesita, más que nunca, algo de oxígeno.
La fuga del marketcap bajo la lupa de los analistas
Lo interesante es que el ajuste no responde a una sola causa, sino a un cambio de régimen. El mercado venía de una lógica casi automática: más liquidez, más emisión de estables, más actividad en finanzas descentralizadas (DeFi) y más demanda de capital.
Esa dinámica se cortó y el informe lo expone sin sutilezas: "No solo hay menos stablecoins en circulación, sino que la estructura interna del mercado está mutando rápido".
Tether volvió a ser el principal ganador de esta nueva etapa. Mientras el sector retrocedió, USDT creció por vigésimo séptimo mes consecutivo, alcanzó los u$s184.000 millones y subió su dominancia por encima del 60%.
Es una señal potente, ya que cuando el mercado se vuelve incierto, la liquidez no desaparece del todo, sino que se concentra. Y en cripto, en el que la confianza es una moneda en sí misma, USDT se convirtió en el refugio por defecto.
La pregunta incómoda es si este nivel de concentración le conviene al ecosistema a largo plazo, si bien la tendencia es clara: cada retroceso del mercado fortalece a Tether un poco más.
El contrapunto es USDC, el dólar cripto de Circle y Coinbase, que vuelve a mostrar que, incluso en un año de recuperación institucional, la búsqueda de estabilidad regulatoria no alcanza para evitar los ciclos defensivos.
Su capitalización cayó 2,7% y profundizó una dinámica que se repite desde hace meses. El capital profesional sale primero de las stablecoins no dominantes y termina replegándose en Tether. Esa relación casi mecánica explica parte de la caída general del mercado: lo que gana USDT no compensa lo que pierden USDC, USDe y varias nuevas entrantes.
La caída del marketcap total de las stablecoins, entonces, no es solo un retroceso cuantitativo: es un reacomodamiento cualitativo. La liquidez se mueve, pero no de forma aleatoria. Se fuga de los activos más frágiles, se concentra en los más robustos y abre espacio para nuevos jugadores institucionales. El mercado parece estar enviando un mensaje.
Después del boom de 2023 y parte de 2024, ya no alcanza con ofrecer rendimiento o marketing. Hace falta resiliencia. De cara a diciembre y al arranque de 2026, la señal parece clara: el crecimiento automático del ecosistema de dólares cripto quedó atrás. La nueva etapa dependerá menos de la expansión especulativa de DeFi y más del ingreso real de capital fresco.
Por ahora, ese capital está entrando más tibio. Y en un mercado donde las stablecoins funcionan como el pulso de la liquidez, el freno de noviembre puede ser la primera advertencia de un ciclo más frío o simplemente un síntoma de que el ecosistema está dejando atrás sus excesos para construir sobre bases más sólidas.
La fuga del marketcap bajo la lupa de los analistas
Emanuel Juárez, analista de mercados de HFM, indica a iProUP que, la pérdida de capitalización en el mercado cripto responde a la salida de liquidez desde Bitcoin. "En noviembre, BTC acumuló un retroceso del 21%, lo que produjo un efecto cascada sobre las criptomonedas de menor capitalización, históricamente más sensibles a los movimientos del activo líder".
Juárez recordó que Bitcoin sigue siendo un activo macro, fuertemente dependiente de la liquidez global. "Si los índices estadounidenses retoman una tendencia bajista, lo que implicaría una migración de flujos hacia activos de refugio, es poco probable que BTC quede exento de nuevas correcciones", indica Juárez.
Por el contrario, si se mantienen altas las probabilidades de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal (Fed) y sigue el interés institucional en el sector tecnológico, puede darse un repunte en los índices estadounidenses y, en consecuencia, una recuperación gradual del mercado cripto, sostiene Juárez.
Según el analista, BTC suele reaccionar con un rezago cercano a los 90 días respecto de los movimientos del mercado tradicional, por lo que su recuperación puede demorar un poco más en consolidarse.
Carolina Gama, Country Manager de Bitget para Argentina, coincide en que el mercado atraviesa una etapa sensible y señala que la caída de la capitalización de las stablecoins en noviembre, aunque leve, de apenas 0,62%, actúa como un termómetro de la liquidez disponible en el ecosistema.
"Los inversores están adoptando una postura más defensiva y priorizando activos de menor riesgo, como bonos y oro", expresa. No es un fenómeno aislado del universo cripto: en noviembre, el S&P avanzó marginalmente y el Nasdaq retrocedió 1,5%, señales de un clima global más cauteloso.
Respecto del impacto de la caída en BTC y altcoins, Gama cree que este tipo de correcciones tiende a moderar la demanda de stablecoins como "refugio líquido".
Si bien suelen funcionar como cobertura en momentos de volatilidad, cuando la retirada de liquidez es generalizada y los flujos migran hacia activos defensivos, incluso ese refugio se vuelve más estrecho. Aun así, Gama destaca que escenarios como el actual abren oportunidades para inversores de largo plazo que buscan posicionarse en activos temporalmente depreciados.