En Washington se libra una guerra que pasa desapercibida en los diarios, pero promete definir el futuro del dólar. No es ideológica. No es partidaria. Es monetaria.

Tiene dos protagonistas centrales: la Administración Trump, obsesionada con devolverle poder al Tesoro estadounidense, y JP Morgan, último bastión del sistema bancario que domina la arquitectura del billete verde hace décadas.

La tesis, planteada en un informe viralizado por analistas como EMPD_BTC, Caitlin Long y Josh Mandell, es tan provocadora como consistente: Estados Unidos está a puertas de una transición monetaria de escala civilizatoria y el campo de batalla decisivo son las stablecoins.

Por un lado, el viejo orden, sustentado por la Reserva Federal (Fed), los bancos comerciales y un actor omnipresente: JP Morgan. Por otro, un nuevo orden emergente, articulado desde el Tesoro, basado en la blockchain.

El eje del conflicto: quién emite el dólar del futuro

Durante más de cien años, la Fed y los bancos (como JP Morgan) controlaron la creación, distribución y liquidez del dólar. Pero Trump estaría intentando desplazar ese centro de gravedad hacia el Tesoro. ¿El vehículo para lograrlo? Stablecoins integradas a ese organismo, rieles de liquidación programables y reservas estratégicas de Bitcoin.

Es un movimiento quirúrgico: si las monedas estables pasan a ser la columna vertebral de la emisión y el settlement del dólar, la banca pierde el monopolio sobre la infraestructura monetaria. Pierde soberanía, spread y control. JP Morgan lo sabe.

La nueva guerra por el dinero cripto

Según EMPD_BTC, la entidad estaría desplegando tácticas no declaradas: presión vía derivados, choke points de liquidez, narrativa defensiva y hasta fricciones internas en custodias y transferencias, como las reportadas en acciones de MicroStrategy (MSTR) este fin de semana.

Cada una de esas maniobras apunta a lo mismo: frenar un sistema donde el Tesoro –no la Fed, no los bancos– sea el emisor de los "dólares programables".

Stablecoins: el dólar 2.0 que amenaza al sistema bancario

La lógica es simple. Las stablecoins no son solo "cripto dólares", sino un sistema monetario paralelo:

Para un gobierno que quiere recuperar control político sobre el dólar, son una herramienta irresistible. Para un banco que vive del "señoreaje privado" y la intermediación obligatoria, son una amenaza existencial. Ahí está la guerra.

Según Caitlin Long, esta batalla solo puede escalar porque la arquitectura financiera actual está al borde de su límite funcional: décadas de apalancamiento, tasas artificialmente bajas y la banca operando como cartel institucional. Del otro lado, las stablecoins, respaldadas por treasuries, operada por fintechs y en teoría supervisadas por el Tesoro, rompen ese cartel.

Adrián Castro, analista y operador senior de mercados, indica a iProUP que las monedas estables no son una amenaza inminente de colapso sistémico, pero sí un impulsor de "desintermediación progresiva que puede erosionar hasta el 20-30% de los depósitos bancarios globales".

Para el experto, a corto plazo, su escala actual –un mercado superior a u$s200.000 M, liderado por USDT (u$s135.000 M) es un riesgo moderado de run-off a monedas estables. Tether se convirtió en el 17º mayor tenedor de deuda de EE.UU., superando a Corea del Sur, lo que ilustra cómo estas entidades absorben capital que tradicionalmente fluye por entidades como JP Morgan.

El riesgo sistémico surge de la concentración: "Un fallo en un emisor dominante puede propagar corridas de liquidez, similar a un "banco" no regulado, dice Castro, y agrega que "la GENIUS Act es la evidencia más clara" de la estrategia de la Casa Blanca para recuperar sobre el dinero.

"Esta ley no solo regula la emisión de stablecoins colateralizadas 1:1 en dólares o equivalentes (como bonos), sino que además otorga al Tesoro la capacidad de ofrecer 'puertos seguros' a emisores extranjeros y coordinar regulaciones con la Fed, extendiendo el alcance del dólar más allá de sus fronteras", señala el experto.

La jugada responde a la fragmentación que dejó la pandemia. "Con USDT y USDC controlando el 90% del mercado global, las stablecoins son una herramienta para reclamar la emisión efectiva del dólar digital, "sin lanzar una CBDC, siempre resistida por sectores políticos e industriales", señaló.

En los paneles de Devconnect sobre "staking y yields en stablecoins" se destacó cómo rendimientos del 5% al 7% en plataformas DeFi están capturando flujos desde mercados emergentes.

"La GENIUS Act, al permitir que esos depósitos terminen anclados en activos soberanos de EE.UU., transforma un riesgo en una ventaja estratégica: el Tesoro recupera soberanía monetaria, privatiza parte de la emisión y alinea incentivos con emisores privados mientras reduce vulnerabilidades sistémicas", comenta Castro.

Bitcoin: el terreno donde se libra la guerra, no el objetivo

El informe es claro en otro punto: Bitcoin no es el enemigo para ninguno de los bandos. Es el terreno estratégico. Un dólar digital respaldado por el Tesoro necesita colateral de largo plazo líquido, global y políticamente neutro. BTC cumple esos requisitos mejor que el oro.

Si el Tesoro quiere acumular este activo para respaldar el sistema que se viene, necesita hacerlo a precios bajos y sin disparar un rally. Si JP Morgan quiere evitar ese realineamiento, necesita contener el precio para que el Tesoro acumule lento, caro o nunca.

Por eso –según EMPD_BTC– aparecen las viejas técnicas de supresión heredadas del mercado de oro: futuros papel, cortos sintéticos, raids de liquidez, presión narrativa en momentos de vulnerabilidad y trabas en la custodia institucional. Nada nuevo para la banca global, pero sí para Bitcoin.

André Sprone, gerente de Crecimiento de Usuarios LATAM en MEXC, opina que para la hegemonía del billete verde, lo central es si el activo final sigue siendo un dólar bajo jurisdicción de Estados Unidos, y no tanto si la operación pasa por un banco como JP Morgan o por una blockchain.

"Si el dólar se mueve a rieles digitales a través de stablecoins, su alcance incluso puede ampliarse. El punto de atención es que, al abrir espacio para nuevas infraestructuras y emisores, también aumenta la competencia de soluciones no estadounidenses y de activos alternativos en el largo plazo", comenta.

Bitcoin funciona como colateral estratégico, no como amenaza

Como sintetiza Josh Mandell, el viejo orden (Fed banca) y el nuevo orden (Tesoro stablecoins BTC) están en choque frontal. Y el resultado redefine dónde se crea el dólar, quién lo controla y a quién beneficia.

Para Castro, la hegemonía del dólar no se debilita: "En el corto plazo, se está fortaleciendo, aunque con un matiz de vulnerabilidad a futuro, si la desintermediación bancaria avanza sin un marco regulatorio integrado".

El experto remarca que el 70% de todas las transacciones globales en stablecoins están denominadas en dólares, extendiendo el alcance del billete verde a 1.500 millones de usuarios no bancarizados en mercados emergentes. Es el "efecto multiplicador" que la Fed identifica como un nuevo motor de la dominancia del billete verde, asegura.

Si entre el 20% y el 30% de la infraestructura de pagos –remesas, comercio exterior, cross-border– migra a stablecoins sin pasar por la banca, "el dólar no pierde poder: gana eficiencia", advierte Castro.

El riesgo sistémico surge por la concentración. "Un colapso de un emisor dominante como Tether puede generar dislocaciones en mercados de deuda soberana. El BCE advierte sobre estos spillovers con impacto potencial en EE.UU", dice el experto.

En el largo plazo, si los bancos ceden su rol de custodios y distribuidores de dólares, pueden abrir la puerta a competidores como versiones digitales del euro o yuan, erosionando la primacía estadounidense.

"La GENIUS Act intenta contener ese escenario: obliga a que las reservas estén en activos dolarizados, garantizando que incluso si se 'saltea' a los bancos, el flujo siga financiando al Tesoro", concluye Castro.

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