El mercado global se prepara para un movimiento de liquidez pocas veces visto. Y entusiasma al mercado cripto, que acaba de ver este fin de semana cómo Bitcoin perdió el soporte de los 100.000 dólares.
Cerca de u$s1 billón (un millón de millones o trillion anglosajón) quedará liberado para entrar al sistema financiero a partir del 1 de diciembre, cuando la Reserva Federal (Fed) frene por completo el Quantitative Tightening (QT o reducción del circulante), de acuerdo con estimaciones privadas.
Llega así el fin de una era de drenaje monetario y el inicio de un ciclo donde la liquidez vuelve a ser protagonista. En un mundo hiperapalancado en expectativas, ese cambio no pasa desapercibido para Bitcoin, las acciones ni el oro.
Los mercados ya olían una pausa, pero no necesariamente un reenganche tan abrupto de liquidez. Para dimensionarlo: la Fed pasó dos años reduciendo su balance y drenando dólares del sistema; ahora, en menos de un mes, ese grifo se abrirá. Los analistas lo llaman "la inyección silenciosa": no es un QE declarado, pero se le parece lo suficiente como para encender todos los radares de riesgo.
Los efectos inmediatos son claros: mayor liquidez baja spreads, abaratamiento de fondeo y revalorización de activos escasos. Y en ese club selecto, Bitcoin, acciones y oro compiten por el mismo flujo global. La pregunta es quién captura más y más rápido:
- BTC llega con un viento de cola técnico, oferta rígida, fondos cotizados aspirando demanda y un mercado institucional que ya dejó de mirarlo de reojo
- Las acciones, en cambio, dependen del delicado equilibrio entre expectativas de ganancias, múltiplos exigentes y un 2026 cargado de riesgos políticos
- Mientras, el oro juega su eterno papel: refugio por defecto cuando la desconfianza macro se mezcla con exceso de liquidez
La historia muestra que cada vez que la liquidez global se expande, los primeros en reaccionar no son los refugios, sino los activos de mayor beta.
Las claves de la nueva estrategia de la Fed y su impacto en el mercado
En este caso, Bitcoin parece ser el alumno más sensible al pulso monetario: en los ciclos de 2010-2012, 2019 y 2020, respondió más rápido que el S&P 500 y mucho más que el oro. Si el patrón se repite, el final del QT puede empujar una nueva pierna alcista, alimentada por el capital marginal que queda sin retorno real en mercados tradicionales.
Al mismo tiempo, el S&P 500 y el Nasdaq pueden sentir el impacto. Más liquidez implica más apetito por riesgo, pero también más presión para justificar precios: no alcanza con "barato versus tasas", hace falta crecimiento de utilidades.
Ahí es donde Wall Street mira con una mezcla de vértigo y esperanza. El superciclo de inversión en IA, la expansión de capex (gastos de capital) tecnológico y la moderación inflacionaria prometen sostener los múltiplos, siempre que la liquidez actúe como lubricante y no como señal de debilidad económica.
En tanto, el oro enfrenta un dilema elegante: el exceso de liquidez puede empujarlo al alza, pero un rally fuerte de Bitcoin suele restarle protagonismo como refugio duro. Si el flujo marginal se vuelca a cripto, el metal precioso quedará dependiendo de la demanda más tradicional, bancos centrales, geopolítica, aversión al riesgo, factores suficientes para sostenerlo, pero no necesariamente para dispararlo.
La liquidez bajo la lupa de los analistas
En diálogo con iProUP, Ramiro Rodríguez, CFO de Fiwind, indica que si un billón de dólares vuelve a circular en diciembre, el impacto se sentirá con mucha fuerza en Bitcoin y el oro. Explica que el BTC, como el activo más sensible a los ciclos de liquidez, puede ser el primero en reflejar el movimiento.
En este sentido, remarca que "cuando el dinero abunda, su narrativa de escasez y autonomía gana mucha fuerza, y con los ETF spot abiertos a inversores institucionales, incluso una pequeña parte de esos fondos puede desatar una nueva ola de demanda".
"Hoy, Bitcoin se comporta como una reserva de valor digital, con rasgos cada vez más similares al dinero fiat: es líquido, divisible, global y, sobre todo, escaso. Por eso, su precio responde con mucha rapidez a los cambios en la cantidad de liquidez disponible", comenta.
Para Rodríguez, el oro responde por la vía tradicional: "Mayor liquidez implica menores rendimientos reales y, por ende, un dólar más débil".
"Eso refuerza su rol como reserva de valor, aunque su reacción puede ser más medida, dado que ya viene sostenido por compras de bancos centrales y tensiones geopolíticas. Además, hace unas semanas tocó máximos y su cotización está muy cercana al pico histórico", agrega.
El analista financiero Leandro Monnittola resalta que la postura de la Fed de finalizar su política de endurecimiento cuantitativo (QT) el 1 de diciembre, le agrega "más incertidumbre a un mercado que está en máximos, valuaciones caras y la duda de una burbuja en gestación en el sector de la inteligencia artificial (IA)".
"Finalizado el QT, la liquidez irá a bonos del Tesoro cortos y la lupa estará puesta en cómo se desarrollan los indicadores de desempleo y su impacto en la inflación de EE.UU. Datos que por el cierre del gobierno quedaron desactualizados", agrega.
Monnitola plantea dudas al observar un mercado que comienza a prestar más atención al retorno y pone la lupa fina sobre los ratios financieros y el riesgo estructural. Estima un retorno de la demanda del oro y un seguimiento meticuloso de las empresas conocidas como "bigtech para no perderse la suba en caso de que liquidez fluya al equity".
André Sprone, gerente de Crecimiento de usuarios LATAM en MEXC, conidera que la "bomba de dólares" cambia el contexto macro: "Más liquidez suele comprimir las tasas reales y, en algunos casos, debilitar al dólar, entorno en el que el oro tiende a beneficiarse como hedge clásico frente a la inflación y expansión de balances".
En Bitcoin, asegura Sprone, el efecto es más de risk-on: "Con mayor liquidez y menor estrés financiero, aumenta la disposición a asumir riesgo en activos alternativos, lo que tiende a traducirse en más flujos hacia ETF spot y exchanges cripto.
En los últimos días, un número creciente de funcionarios de la Fed manifestó dudas sobre avanzar con más recortes de tasas, lo que llevó a que las probabilidades implícitas en el mercado para una baja en diciembre cayeran a niveles casi neutros.
Los recientes discursos de miembros del banco central citaron preocupación por la inflación y señales de estabilidad en el mercado laboral tras los dos recortes aplicados este año, lo que llevó a Wall Street y al Bitcoin a una corrección agresiva.
El fin del QT abre la puerta a un shock de liquidez que puede reordenar todo el tablero: si ese trillion encuentra salida, Bitcoin y los activos de mayor beta serán los primeros en sentir el pulso.
El verdadero ganador dependerá de un equilibrio frágil entre tasas reales, apetito por riesgo y la capacidad del mercado de sostener valuaciones que ya caminan por la cornisa.