En medio de un escenario económico global marcado por la inflación persistente, la fragilidad del dólar y tensiones geopolíticas crecientes, el oro volvió a ocupar el centro de la escena.

El metal precioso superó el umbral histórico de los u$s4.000 por onza, una marca que no solo refleja la desconfianza hacia las monedas fiduciarias, sino también la búsqueda de refugio en activos considerados "duros".

Pero esta vez, el oro no está solo. En paralelo, Bitcoin (BTC) es considerado el "oro digital", pero su reciente desplome hacia los 112.000 dólares enardece la discusión. Aunque ambos son una respuesta a la misma crisis de confianza.

La fiebre del oro cripto

Aunque la historia parece un loop únicamente en Argentina, hay ejemplos de reiteraciones en otras latitudes y contextos. Según entiende el economista y analista internacional Héctor Lucero, "el oro está retomando su viejo papel como refugio frente a la incertidumbre".

En 1976, una onza cotizaba en torno a u$s108. Cuatro años después, alcanzó u$s850. Esa escalada de casi ocho veces marcó un hito histórico. Hoy, el salto es menor en proporción, pero igual de simbólico: desde los u$s1.650 registrados en el pánico pospandemia, el metal subió más del 140%, hasta superar los u$s4.000.

Los analistas coinciden en que detrás de este repunte no hay un simple fenómeno especulativo, sino una señal macroeconómica clara: los inversores están huyendo de los instrumentos tradicionales hacia activos que preserven valor real frente a la inflación.

El interés por el oro no se limita al formato físico. En los últimos meses, los activos digitales respaldados por oro superaron los u$s3.000 millones en capitalización de mercado, impulsados por el avance del precio y la adopción de nuevas formas de inversión.

Dos proyectos dominan este segmento y permiten a los inversores acceder al valor del metal a través de tokens que representan fracciones de una onza, almacenadas en bóvedas certificadas:

Lucero asegura que "la tokenización del oro combina la estabilidad histórica del metal con la programabilidad y liquidez del mundo cripto".

"Se puede transferir una fracción de oro físico en segundos, sin intermediarios, y sin las restricciones logísticas del mercado tradicional", agrega. Para muchos analistas, esta innovación está redefiniendo el concepto mismo de "oro digital".

La comparación con la criptomoneda más potente del mundo es inevitable. "A diferencia del oro, Bitcoin no depende de custodios ni gobiernos, y su valor está sostenido por la confianza en el protocolo y la adopción global", considera el analista financiero Luis Valle. Es por esto que, para los defensores de las criptomonedas, BTC representa el "oro 2.0", un activo que preserva riqueza en un mundo donde la moneda fiduciaria se diluye.

El economista Peter Schiff, conocido detractor de Bitcoin, aseguró que "el oro tokenizado superará a BTC porque mantiene respaldo físico y elimina la dependencia del dólar". Para Valle, "mientras los tokens de oro crecieron en u$s1.200 millones desde su creación, Bitcoin sumó más de u$s2,2 billones de valor de mercado en el mismo período".

El cruce de caminos entre el oro y Bitcoin

Ambos activos parecen avanzar entre los usuarios impulsados por los mismos factores: la pérdida de poder del dólar, la política monetaria expansiva y el temor a un enfriamiento global.

Según Matthew Sigel, jefe de investigación de activos digitales de VanEck, "Bitcoin puede alcanzar la mitad de la capitalización del oro después del próximo halving, en 2028". Si eso se cumpliera, cada BTC valdría alrededor de u$s644.000. Algo difícil de pensar tras el reciente flash crash.

Más allá de las proyecciones, lo cierto es que el comportamiento de ambos activos revela un patrón similar: cada vez que los mercados dudan del dinero fiat, tanto el oro como BTC reaccionan al alza.

El oro ofrece estabilidad respaldada por siglos de historia. Bitcoin, por su parte, propone un modelo de escasez verificable en código abierto. Uno brilla por su tangibilidad, el otro por su independencia. "Tanto el oro como Bitcoin están diciendo lo mismo con lenguajes distintos", resume Lucero. Para el experto, "el sistema monetario actual está tensionado".

"El oro vuelve a ser el refugio de los bancos centrales y de los inversores conservadores. Bitcoin, el escudo de las nuevas generaciones y quienes desconfían del sistema financiero tradicional", señala a iProUP Luis Valle.

En el corto plazo, los analistas esperan que el oro consolide su cotización en la franja de u$s3.900-u$s4.200, mientras que Bitcoin puede intentar un nuevo salto hacia los u$s130.000, siempre que mantenga vuelva a fijar un soporte en torno a los u$s122.000.

A fin de año, el duelo por el título de "oro digital" puede intensificarse, pero tal vez la respuesta no sea excluyente. Ambos activos parecen complementarse: uno protege del riesgo sistémico con su peso físico, mientras que el otro se impone cada vez más con su naturaleza incorruptible en la red. En tiempos de inflación, deuda y volatilidad, el oro y Bitcoin se asientan como los dos lenguajes universales del valor.

Te puede interesar