Ante la expansión de stablecoins vinculadas al dólar, el BCE debate la estrategia para el euro digital y su integración segura en Europa. Los detalles
23.08.2025 • 08:00hs • CBDC
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Euro digital: el BCE considera usar una red rival de Bitcoin para su implementación
El Banco Central Europeo (BCE) reabrió el debate sobre el euro digital, su proyecto de moneda digital de banco central, impulsado por la reciente aprobación en Estados Unidos de la GENIUS Act, que respalda las stablecoins ligadas al dólar.
En Bruselas, las discusiones sobre este desarrollo monetario ya contemplan la posibilidad de utilizar blockchains públicas como Solana o Ethereum para acelerar el desarrollo de esta esta divisa digital.
El euro digital y la amenaza del dólar
El plan busca aprovechar infraestructuras ya existentes para respaldar las transacciones de la futura divisa europea, lo que permitiría que el euro digital opere globalmente y circule más allá de Europa.
Piero Cipollone, miembro del consejo ejecutivo del BCE, advirtió que la promoción de stablecoins respaldadas por dólares por parte del gobierno estadounidense "plantea preocupaciones por la estabilidad financiera y la autonomía estratégica de Europa".
El directivo resaltó además que "se están empezando a generar conversaciones que no existían antes de la Ley GENIUS", lo que refleja el impacto regulatorio de esta normativa en el debate europeo sobre soberanía monetaria.
La inquietud principal de Cipollone es que los depósitos en euro migren hacia depósitos en dólares, debilitando la estabilidad del euro en el largo plazo y generando un riesgo económico considerable para la región.
No obstante, el uso de blockchains públicas también abre resistencias, ya que la transparencia de las transacciones plantea dudas sobre la privacidad de los usuarios, un aspecto considerado esencial en el diseño de un proyecto de esta naturaleza.
Las limitaciones técnicas de la blockchain
El análisis sobre el euro digital trasciende lo político y enfrenta barreras técnicas inmediatas: Ethereum procesa cerca de 300 transacciones por segundo considerando capa base y layer 2, mientras que Solana alcanza aproximadamente 3.800 TPS.
Expertos estiman que un sistema monetario europeo requeriría alrededor de 100.000 transacciones por segundo para operar sin interrupciones en todo el continente, y esa demanda podría aumentar si la moneda digital logra una adopción masiva.
La brecha entre la capacidad actual de estas blockchains y las necesidades reales alimenta el escepticismo sobre apoyarse en infraestructuras públicas, encendiendo un debate sobre si el BCE debería construir una blockchain propia.
Además de la velocidad, surge el desafío de la privacidad: aunque las cadenas públicas ofrecen transparencia y auditabilidad, el carácter abierto de las transacciones genera incertidumbre sobre la adecuada protección de los datos de los ciudadanos europeos.
Para los responsables del BCE, la privacidad se mantiene como un aspecto crítico sin solución definitiva, consolidándose como un eje central en el diseño del proyecto, tanto o más importante que la propia capacidad operativa.
El trasfondo geopolítico del euro digital
Más allá de los retos técnicos, el debate sobre el euro digital evidencia un trasfondo geopolítico, ya que no solo busca modernizar la infraestructura financiera europea, sino asegurar relevancia frente al avance global de las stablecoins dolarizadas.
"Europa no puede permitirse el lujo de depender excesivamente de soluciones de pago extranjeras", dijo Cipollone, subrayando la importancia de sostener autonomía monetaria en un escenario financiero cada vez más marcado por la competencia tecnológica.
Aunque aún no se ha definido la tecnología concreta para su desarrollo, el Banco Central Europeo mantiene la certeza de que el euro digital terminará integrándose plenamente en la estructura financiera del continente.
Actualmente, el BCE continúa evaluando alternativas diversas para su implementación, considerando desde esquemas centralizados hasta redes descentralizadas, con el objetivo de establecer un sistema capaz de responder a las necesidades estratégicas y operativas de Europa.