Para Andrés Velasco, tal vez se pueda perdonar que un exchange como FTX haya caído y entrado en quiebra, no es algo inusual que suceda en la economía radicional, pero la forma y allgo histórico hacen que tal vez sea tiempo de ver a las criptomonedas y su entorno de otra manera. 

Y que históricamente, desde su creación, aparte de haber sido activos especulativos, ¿qué han logrado las cripto?. No conozco una fábrica construida por ellos, ni nuevos servicios o biene creados, y si citan el uso en gobiernos, como El Salvador, que adoptó el bitcoin como medio legal de pago, ahora se encuentra al borde de incumplir su deuda.

En una entrevista del Financial Times, Brian Armstrong, cofundador y CEO de Coinbase, dijo sobre las criptomonedas que ellas permiten confiar en "las leyes de las matemáticas, por así decirlo, en lugar de las leyes de los hombres".

Pero esos "hombres" de los que habla son funcionarios de los gobiernos, emisores de las monedas tradicionales, y si ellos hacen lo smismo que se hace en el ecosistema cripto, las monedas fiduciarias no tendrían valor, y se produciría una crisis. La falta de confianza en los políticos y en el gobierno, propia de la ideología libertaria, es la fuerza motriz de la criptoesfera.

Las monedas virtuales se rigen por las "leyes de las matemáticas". Un algoritmo fija la cantidad de criptomoneda que se puede ‘excavar’ y a qué valor. Mientras más unidades se producen, más caro es excavar la próxima unidad. Ningún hombre motivado por consideraciones políticas puede reducir el valor de una moneda virtual. El rigor matemático nos salva de los gobiernos malignos. Suena bien, ¿verdad? Si solo fuera cierto.

Por ello la mayoría se sigue decantando por monedas reales, como el dólar o el Euro, por dos razones.La primera fue identificada por John Maynard Keynes, quien en su Teoría general afirma que "el hecho de que los contratos sean fijos, y los salarios, por lo general, más bien estables en términos de dinero, indudablemente desempeña un papel importante en permitir que el dinero goce de una cuantiosa prima de liquidez".

Lo que sucedió con FTX y más empresas cripto ha llevado a muchos a repensar los beneficios de las criptomonedas

Si el sueldo está, por ejemplo, en dólares,  sé cuánto puedo comprar en el supermercado, incluso si hay inflación, y hasta puedo ahorrar con reglas claras. En esto, el dinero virtual se queda corto: no hay precios de supermercado denominados en bitcoin o similares, y ya se ha visto lo que les pasa a los que han acumulado en ese tipo de divisas.

La segunda razón por la cual un residente de EE. UU. está satisfecho siendo tenedor de dólares es que el gobierno fija un precio mínimo para esa moneda al permitir que los impuestos se paguen con ella. En esto, el dinero virtual también se queda corto, porque esos "hombres" malignos del gobierno no están disponibles para garantizar un precio mínimo para las criptomonedas, y su valor proviene solo de la expectativa de que otras personas quieran aceptar cripto.

Frank Hahn en 1965 explicaba que los activos financieros sin valor intrínseco, como las criptomonedas, son diferentes a cualquier otro bien. Es decir, la pretensión de que el valor de las monedas virtuales está desvinculado de los caprichos de los "hombres" resulta ser una patraña.

Así, en realidad, las criptomonedas dependen totalmente del capricho humano, y de la peor manera posible: su única fuente de demanda son las expectativas autocumplidas (a las que gentilmente se denomina "sentimientos de mercado"). Lo que el gran economista del MIT, Charles Kindleberger, denominó "manías, pánicos, y colapsos" no son la excepción, sino la norma cuando se trata de las criptomonedas.

Esta no es una contienda entre los "hombres" y las "matemáticas", sino entre los "hombres" de terno oscuro y los "hombres" que llevan camisetas demasiado holgadas y pantalones cortos repletos de bolsillos. En esta contienda, los de terno siempre resultan ganadores.

Gracias a FTX, puede que el mundo se haya dado cuenta de la triste realidad de que las monedas virtuales son una mentira, envuelta en la exageración, que flota en un océano de tecnocharlatanería. ¿Habrá alguien que haga algo al respecto?, indicó Andrés Velasco - Project Syndicate, para El Tiempo.

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