La salida de Uber a la bolsa tiene los condimentos propios de un evento trascendental. Se trata de la startup más popular del mundo y, al mismo tiempo, la más polémica.

La fórmula incluye además un negocio expansivo, sin techo a la vista y con capacidad de absorber nuevas formas de movilidad para incorporarlas a su plataforma.

Lo hizo con el carsharing y con el alquiler de bicicletas y scooters. También con el delivery de comida, que gana cada vez más preponderancia en el total de su facturación.

No importan las pérdidas ni los escándalos, los inversionistas están listos para desembolsar toneladas de billetes sobre las cabezas de los brokers que este viernes tendrán a su cargo agitar el avispero del infernal Wall Street.

 

La oferta pública inicial de acciones (OPI) del coloso fundado en 2019 por Garrett Camp y Travis Kalanick, se lanza con un precio de u$s45 por acción, lo que significa que podría recaudar hasta u$s8.500 millones en el extremo superior de ese rango.

La estimación sugiere que la empresa de San Francisco seguramente cerrará una de las jornadas inaugurales más importantes de la bolsa de valores en los últimos años, escalando a una valuación total de u$s82.000 millones.

A modo de comparación, Facebook recaudó u$s16.000 millones en su OPI de 2012, Visa alcanzó los u$s18.000 millones en 2008 y Alibaba, el gigante asiático del ecommerce, llegó a los u$s25.000 millones en 2014.

Uber aclaró que habrá 180 millones de acciones en circulación después del puntapié inicial en Wall Street, excluyendo artículos que incluyen opciones, unidades de acciones restringidas y warrants. En tanto, 5,4 millones de papeles, alrededor del 3 por ciento del total, estará reservado para sus choferes.

Con la salida a bolsa que rankeará entre las más grandes de la historia, las métricas financieras y de negocios de Uber, sin duda, serán objeto de un gran escrutinio en la plaza neoyorkina. La empresa es consciente de ello: su prospecto incluye más de 290 páginas de comentarios e información antes de que comience el apéndice financiero.

De antemano, advierte que los inversores deben tener en cuenta que, desde que fue fundada, ha tenido "pérdidas cuantiosas" y prevé que sus gastos de explotación aumentarán de forma significativa en el corto plazo, por lo que podría no llegar a ser rentable.

Mientras tanto, la mirada de los inversionistas oscila entre la expectativa y la cautela. Con los ecos de la burbuja puntocom todavía reverberando en los oídos de muchos, es normal que se mire de reojo a la startup.

"Es un negocio que no para de perder plata en este momento, ves el balance del primer trimestre de este año y resignó casi u$s1.000 millones. Por ahora es muy malo el resultado que está teniendo", advierte a iProUP José Bano, gerente de Inversión de InvertirOnline.

Sin embargo, aclara que, al mismo tiempo, es una apuesta atractiva, "ya que con un plan de crecimiento tan agresivo como el que tiene, es lógico que tenga que invertir. Uber se fundó en 2010 y ya está en 63 países, eso demuestra que su plan de expansión muy fuerte".

A esto hay que sumar que, a finales de 2018, contaba con un total de 4 millones de conductores en todo el mundo y más de 10.000 millones de viajes realizados en 700 ciudades desde que comenzó sus operaciones. En concreto, un crecimiento fenomenal.

Puede sonar contradictorio, pero en empresas de perfil innovador, la pérdida de dinero no es per sé una mala señal. Así lo ejemplifica el economista: "No es lo mismo Coca Cola, que está súper instalada, perdiendo u$s1.000 millones por mes. Uber atraviesa una etapa de crecimiento y por ende es muy común ver balances en rojo".

Para Nicolás Galarza, CEO y fundador de la plataforma de inversiones Quiena, "el hecho de que una firma dé pérdidas no necesariamente es un indicador de que le esté yendo mal. El interés tiene que ver con que le está dando prioridad al crecimiento en una industria que se basa en el ‘Winner takes it all’ (el ganador se queda con todo)".

Se trata de una estrategia de dominación que tiene ribetes similares al Monopoly, el clásico juego de mesa donde para ganar no hay otro camino que quemar cash. La única diferencia es que la startup dirigida por Dara Khosrowshahi troca calles, casas y hoteles por ciudades, conductores y pasajeros.

"Lo que van a ver los inversores es la tasa de crecimiento versus la de sus competidores. Además, apuestan a que en los próximos años deje de hundir capital para expandirse y se vuelva positivo en resultado operacional", añade Galarza a iProUP.

En este sentido, genera interés la cantidad de negocios de movilidad que está encarando Uber para consolidar su negocio: el alquiler de bicicletas y monopatines con Jump, los envíos de comida a domicilio con Uber Eats, el transporte de mercancías con Uber Freight e, incluso, el desarrollo de tecnología autónoma, un horizonte cada vez más real y menos de ciencia ficción. Por ahora, ninguna de estas divisiones es rentable. Incluso, la consolidación de estos negocios está atada en muchos países a regulaciones todavía no aprobadas.

"Es una empresa muy volátil, tienen que cambiar leyes para que funcione bien. Su éxito no depende sólo del management, sino también de factores políticos y tecnológicos. Es una compañía interesante para seguir por todos los cambios que implica", sostiene Bano.

Las claves de la oferta pública inicial

La oferta pública inicial marca el puntapié inicial de una nueva realidad de Uber como empresa pública. En esta nueva etapa, no solo podrá captar más dinero, sino que también estará bajo un escrutinio severo de los inversionistas, que no aceptarán pasos en falso.

Ingresar a la OPI no es para cualquiera; según Bano, "normalmente es muy cerrada, casi todo el negocio se lo queda el colocador".

"Los bancos de inversión encargados de la salida a la bolsa suelen hacer los ‘road shows’ para distintos clientes y ellos absorben casi todas las acciones que salen a cotizar. Toman pedidos, pero priorizan, no tenés garantizado el poder participar", agrega.

La forma más sencilla de "subirse al tren" tras la primera jornada de operaciones es acceder al mercado secundario, que comienza a operar inmediatamente después de que se compran los papeles emitidos. Es decir, a partir de ahí se inicia el cambio de manos en el mercado de valores.

Para el analista, invertir en las OPI siempre es riesgoso; más aún cuando se trata de una firma de este tipo: "Podes tener mejores o peores resultados muy rápido. Además, ponerle precio es muy difícil, toda la matemática detrás es un proyecto que lleva años".

"Incluso, los colocadores pueden tener estrategias distintas: algunos apuestan a salir muy barato para demostrar que enseguida sube de precio o, por el contrario, ponen una cotización alta para intentar recaudar la mayor cantidad de plata posible", añade.

El especialista cita el ejemplo reciente de Beyond Meat, la firma de carne artificial cuyas acciones salieron a la venta a u$s25 y ya triplicaron su valor: "En ese caso, el inversor está contento pero el dueño de la compañía se debe preguntar cuánta plata dejó en el camino y si podría haber recaudado el triple con las mismas acciones".

Las ofertas iniciales de papeles no son para cualquiera. Lyft, principal competidor de Uber en Estados Unidos, salió al mercado con un precio de u$s89 y hoy cotiza a u$s60. Incluso la todopoderosa Facebook vio su acción derrumbarse luego de su debut en Wall Street y necesitó más de un año para recuperarse.

"El que compró en la OPI estuvo mucho tiempo perdiendo plata, pero hoy su inversión vale múltiples veces lo que pagó en 2014", detalla el ejecutivo de InvertirOnline. No se trata de una carrera de velocidad, sino de una maratón: prima el ritmo y la persistencia.

"Si un financista va a poner fichas en Uber, tiene que tener en cuenta que está apostando a su modelo de negocio. Uno está invirtiendo en las escalas de los proyectos de estas empresas, que duran 5, 10 o 15 años. No se puede tomar el comportamiento a corto plazo porque tiene un alto componente de aleatoriedad", agrega Galarza.

En la previa, los reportes que sobrevolaron Nueva York han sido más negativos que positivos. Sin embargo, Uber parece tener un halo protector similar al de Tesla: a pesar de los números en rojos y las polémicas, son compañías que atraen por su potencial disruptivo.

"Es una apuesta de cambio de paradigma, con fuerte impacto en muchas industrias, como la automotriz", revela Bano, y destaca que "lo que seduce es su potencial en el cambio de la movilidad".

El CEO de Quiena agrega: "Mientras más joven es una empresa, más riesgosa es. El pico se da en la OPI y, conforme avanza el tiempo, el riesgo disminuye a medida que su negocio se establece, ya que se eliminan incertidumbres".

"Un inversor debería determinar cuánto riesgo quiere correr al colocar su capital y en función de eso decidir cuándo entra. Si quiere tomar una posición de alto riesgo, la OPI no está mal, siempre y cuando se entienda el riesgo; puede ser una excelente fecha. Conforme baje su tolerancia a la volatilidad, tendrá que esperar un poco más", aclara Galarza.

Argentina y Uber, entre el amor y el odio

Uno de los riesgos más grandes a los que se enfrenta Uber es el encuadre laboral de sus choferes. En su prospecto para inversionistas, aclaró que opera "en un entorno legal y regulatorio particularmente complejo".

Argentina, en este sentido, es uno de los escenarios más calientes para la firma. Por un lado, sufre la presión de los taxistas, que se oponen a "compartir" el lucrativo negocio del transporte porteño. Por otro, el de los propios conductores que, al igual que en otros países, exigen mejoras en sus relaciones laborales.

"En Inglaterra y España, por citar algunos ejemplos, ya hubo fallos que determinaron que son empleados de la compañía, al trabajar entre 10 y 12 horas todos los días", señala a iProUP Juan Carlos Cerutti, abogado laboralista, para quien sí hay precarización y, además, evasión fiscal.

El último capítulo en Argentina de una historia que parece –por ahora– no tener fin, tuvo como protagonista a la AFIP, que denunció a Uber por evasión millonaria. En total, el número asciende a 360 millones de pesos. No sólo se trata de impuestos, sino también de obligaciones patronales, ya que considera a sus cerca de 60.000 conductores como empleados en relación de dependencia.

 

Para el abogado tributarista Iván Sasovsky, a la hora de calcular la deuda primero debe definirse bajo qué tipo de vínculo se encuadra el vínculo entre la app y las miles de personas que trabajan para ella.   

"Es mucho más amplio de lo que parece, no es sólo una cuestión fiscal ni de Seguridad Social, tiene que ver con la legitimidad de las operaciones que realizan y la naturaleza jurídica que tienen este tipo de servicios en el país", explica en diálogo con iProUP.

En caso de que no se confirme una relación laboral, el tributarista Marcelo Rodríguez asegura: "El dueño del auto sólo pagaría IVA cuando supere viajes de 100 km, como ocurre con los taxis y remises", mientras que la empresa estadounidense "debería abonar Ganancias e IVA por la comisión".

Solana de Diego, del estudio Julián de Diego y Asociados, hace una comparativa con la plataforma de ecommerce más grande de América Latina. "Es como si los que venden productos en Mercado Libre pidieran que se les reconozca un vínculo laboral por vender a través de la empresa", aclara.

Asimismo, considera que empresas como Uber operan "dentro de lo que se llama 'trabajo colaborativo', en el que las app son una mera intermediaria entre los conductores, que son personal autónomo, y los pasajeros".

"No estamos hablando de trabajadores en relación de dependencia sino de autónomos que fijan su propio horario, eligen cuándo conectarse, qué pedido tomar o rechazar y no reciben ningún tipo de sanción disciplinaria", concluye.

La línea de largada ya fue trazada y su incursión en la bolsa despejará las dudas: el mercado decretará sí el mundo está ante la empresa del futuro o un nuevo y espectacular naufragio, suscitado a merced de un servicio, por ahora, sin horizonte claro a la vista.

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