A lo largo de la Historia todas las profesiones han tenido que redefinirse con la incorporación de la mecánica, la informática y recientemente la revolución digital pero, en este momento, la inteligencia artificial y el machine learning suponen un desafío adicional. Ya no solo se cuestiona la medida en que la tecnología puede contribuir a las tareas que realizan los humanos, sino en su capacidad para sustituirlos, según un artículo del sitio Think Big de Telefónica.

De ahí que en los últimos tiempos se esté produciendo una vuelta al humanismo y la emoción como verdadera revolución tecnológica. Es cierto que la inteligencia artificial está buscando emular a la naturaleza y a los humanos pero queda aún muy lejos.

Para un robot siempre existe un patrón definido, mientras que el ser humano es impredecible. Por esta razón es que los robots y los humanos pueden ser complementarios. A corto plazo los humanos están "condenados" a entenderse con ellos, lo cual requerirá mucha inteligencia emocional y a reinventarse en el medio plazo para poner en valor el talento humano frente a las máquinas.

Solo así se puede construir un nuevo modelo de relación sostenible en el tiempo, en el que resultan indispensables unas pautas éticas en inteligencia artificial para garantizar un impacto positivo en la sociedad y situar a las personas en el centro.

Y bien enfocado el tema, puede que no solo no quiten trabajo, sino que lo den. Se consolidarán, además, nuevos macroperfiles funcionales:

 -Desarrolladores: personas analíticas y metódicas, capaces de desplegar pensamiento abstracto y resolver problemas complejos. Su misión será programar los patrones de comportamiento de los robots y definir las pautas de su funcionamiento, en base a algoritmos de programación.

-Entrenadores de robots: su objetivo será garantizar la relación fluida del robot con el ser humano, interconectar ambos mundos. Tendrán en machine learning ayuda para el enorme desafío de lograr que las máquinas aprendan de sus errores y desarrollen de manera autónoma capacidades de autogestión.

-Exploradores, cuyo punto fuerte será el pensamiento disruptivo y su capacidad de construir puentes entre las diferentes áreas de conocimiento. Su misión será emprender, abrir camino y conquistar nuevos terrenos a los que la tecnología aún no ha podido llegar.

Los tres requerirán combinar la capacidad de adquirir conocimientos de manera permanente para adaptarse de manera inmediata y flexible a los avances de la tecnología y una base de habilidades blandas como la curiosidad o la improvisación.

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