El triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de Brasil se dio en medio de un escándalo que sacudió al país vecino y que ya genera preocupación en la Argentina.

Según una investigación del diario Folha de Sao Paulo, varias empresas privadas financiaron la distribución de propaganda a favor del candidato ganador a través de WhatsApp, una herramienta que despertó sospechas por su capacidad de manipulación en estos comicios, en general en contra del Partido de los Trabajadores (PT).

La plataforma de mensajería instantánea propiedad de Facebook reemplazó a los periódicos como fuente de información de millones de votantes. Hubo memes, noticias falsas y otros rumores que se distribuyeron a través de la aplicación de mensajería instantánea.

Brasil es el segundo país del mundo más enganchado a esta aplicación –sólo está por detrás de Filipinas-, lo cual explica por qué los sondeos mostraron un fervor tan repentino por Bolsonaro y un odio visceral al PT.

Según el diario, un grupo de empresas privadas habrían pagado contratos de hasta 12 millones de reales para la distribución continua de millones de mensajes favorables a Bolsonaro para manipular al electorado a diez días de la primera vuelta.

Estas compañías, entre ellas la cadena de tiendas Havan, una de las mayores de Brasil, pagaban servicios de agencias de marketing digital como Quickmobile, Yacows, Croc Services y SMS Market, que ofrecen los envíos del mismo mensaje incontables veces usando diferentes números. 

De esta manera, se supera la barrera de WhatsApp, que limita el número de veces que el mismo número puede mandar el mismo texto. Las bases de datos usadas serían las del propio Bolsonaro o su partido. Otras eran vendidas por las propias agencias. 

Brasil es el país más proclive del mundo a creerse la información falsa, según un estudio de Ipsos sobre un total de 27 naciones: más de seis de cada 10 personas daba por cierta una información ficticia.

Una encuesta local de DataFolha indica que casi 60% de los electores de Bolsonaro admitió informarse sobre la elección a través de WhatsApp. Y un porcentaje similar del total de los brasileños compartió "noticias" políticas a través de la plataforma, incluso varias decenas de veces al día.

Preocupación argentina

Luego de las elecciones en Brasil, la Cámara Nacional Electoral argentina estableció una serie de medidas de control y auditoría sobre las campañas proselitistas que los partidos políticos realizarán el próximo año con el objetivo de evitar “técnicas de manipulación” en redes sociales, a través de “trolls”, “bots” o “fake news”.

En la acordada de monitoreo de redes sociales, la Cámara también convocó al Centro de Información Judicial (CIJ) de la Corte Suprema a realizar una campaña de concientización y formación cívica “para el buen manejo ciudadano de la información política electoral en redes sociales y otros entornos digitales”.

La acordada extraordinaria de la Cámara Nacional Electoral reflejó la preocupación del organismo por el “nuevo paradigma comunicacional, a partir de la masividad del uso de redes sociales e Internet” que “deja abierto un campo que se desarrolla al margen de la regulación tradicional e incluso constituye un ambiente propicio para que se produzcan violaciones al régimen vigente en materia electoral”.

El documento firmado por el titular de la Cámara, Alberto Ricardo Dalla Via, y el vicepresidente Santiago Hernán Corcuera, admite que “el éxito para contrarrestar la manipulación de contenido y restaurar la confianza en las redes sociales sin socavar la libertad en Internet y de los medios llevará tiempo”.

La propuesta de la CNE implica el registro de cuentas de redes sociales y sitios web oficiales de los candidatos, agrupaciones políticas y máximas autoridades partidarias, que serán publicadas en el portal del organismo, y la obligatoriedad para los partidos de adjuntar en sus informes de campaña el material audiovisual que vayan a utilizar en Internet y redes sociales. Además se auditarán las campañas digitales desarrolladas por las agencias publicitarias y consultoras.

La CNE realizará también una auditoría sobre el comportamiento de cuentas automatizadas (bots), ataques (trolls) y difusión de información falsa (fake news) durante las semanas de campaña electoral, una acción que ya fue realizada durante las elecciones legislativas de 2017.

“Las fuerzas políticas con cierta capacidad económica o la suficiente cantidad de militantes generalmente tienen un equipo de mayor o menor magnitud, dedicado a difundir o difamar en redes sociales a través de la creación de perfiles falsos”, advirtió el informe de las elecciones del año pasado en el que se identificaron campañas impulsadas desde las principales alianzas que compitieron.

Una balanza inclinada por WhatsApp

¿Qué lecciones dejó el proceso electoral de Brasil sobre la aplicación intensiva de plataformas como WhatsApp y Facebook Live? ¿Fue decisiva la influencia de estos sistemas, propiedades de Facebook, para torcer el rumbo de la campaña que consagró a Bolsonaro? ¿Se pueden replicar en la Argentina esas agresivas campañas de desinformación dirigidas directamente a los móviles de los votantes, como sucedió en Brasil?

Luciano Galup, a cargo de la agencia Menta Comunicación y especialista en medios sociales, comunicación política y análisis de datos, destacó que “hubo un candidato que hizo un muy buen uso de los medios sociales en el marco de su estrategia de campaña”.

“La diferencia que Bolsonaro obtuvo frente al resto de los candidatos en redes sociales fue muy significativa. Creo que también hay que destacar que los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta tenían una mala relación con los medios más importantes de Brasil. Eso nos da una idea del peso que tuvieron las redes sociales en la elección”, señaló Galup.

Sin embargo, este consultor matizó sobre la influencia de WhatsApp en el proceso electoral de Brasil. "Los estudios muestran que la información falsa es consumida por los más fanáticos que ya tienen definido su voto y no tanto por los indecisos. En este sentido la información falsa cumple un rol de reafirmar formas de ver el mundo más que de cambiar opiniones”.

El politólogo y consultor político Augusto Reina, director de la empresa Doserre, afirmó que “más allá de las herramientas particulares, la campaña de Brasil es muestra de que ya no queda una red dominante sino un archipiélago de redes, con distintos tamaños y volúmenes”.

“El uso de una red transversal, ‘catch all’, como solía ser Facebook se está resquebrajando. Lo que prima es un lenguaje dominante disruptivo más acorde a los contenidos noticiosos que impactan en la era de las redes. Las herramientas sin filtro como el Facebook Live acentúan una estética de la informalidad. Una exposición, aparentemente, sin filtros ni mediaciones. A la estética novelesca del broadcast, estos formatos se interponen como una presentación sin eufemismos ni frenos. Y en esos canales se prioriza un mensaje político directo, llano y simple”, describió Reina.

Para este consultor, “es difícil precisar el impacto de WhatsApp en cualquier campaña. A diferencia de las otras redes, no hay métricas precisas de WhatsApp, por eso entra en la categoría de ‘dark social’. Se le llama así al contenido que se comparten sin capacidad de ser medido o ‘trackeados’ por las analíticas clásicas de la web (WP, Messenger, Telegram, etc)”.

“Para tomar dimensión del fenómeno, la última investigación de la consultora RadiumOne mostró que el 84% de los contenidos que se comparte en formato digital sucede en canales por fuera de plataformas comerciales que permitan trackear al usuario. Eso da la pauta de que el salto evolutivo está allí, en comprender ese nuevo fenómeno”, advirtió.

Reina señaló en ese sentido que “las plataformas públicas de redes son una expresión de un aspiracional ante los otros. No necesariamente reflejan lo que los sujetos opinan sino lo que les gustaría que los otros piensen que opina. Esto disminuye en las redes más acotadas y privadas. La expresión privada de las redes de chats saltan parte de este cerco y evitan la condena social que se ha hecho más habitual en las redes públicas”.

Fernando Amdan, CEO de Amplifica, firma especializada en marketing y comunicación digital, dijo que “el dato sobresaliente con el caso Bolsonaro es la utilización de WhatsApp como herramienta más que gravitante en los resultados”.

“A diferencia de lo que sucedió en Estados Unidos con la utilización de la información personal de los perfiles en Facebook para realizar campañas masivas, se supone a WhatsApp como una plataforma más intrincada y ‘opaca’ a la hora de entender un fenómeno de diseminación de mensajes. Formalmente, no existen funcionalidades para campañas masivas y sólo se cuenta con números de teléfonos, salvo que se haya encontrado el modo de cruzar esa información, con la geolocalización de los dispositivos móviles y los datos privados en Facebook”, apuntó Amdan.

Sobre el caso brasileño, señaló que “desde el punto de vista político, sobre todo con el reciente antecedente de Trump, los petistas no lograron movilizar a sus grupos y militancia en el terreno digital. El encarcelamiento de Lula probablemente dificultó y dispersó la tarea en ese terreno, con una estrategia consistente como la que desplegaron los seguidores de Bolsonaro. Creo que es un fenómeno atravesado por los debates en torno a la privacidad de los ciudadanos, el rol de los medios, la crisis de los sistemas políticos y de las democracias en América latina”.

“Lo que queda claro, en definitiva, es que como sociedades todavía nos cuesta asimilar y sobre todo regular la incidencia que tienen plataformas como WhatsApp en procesos clave para nuestros sistemas democráticos como son las elecciones presidenciales. Crisis en otros niveles (fragmentación social, conflictos éticos, credibilidad de actores sociales relevante, niveles de la dirigencia política en la región) no hacen más que recrudecer estos fenómenos”, afirmó el CEO de Amplifica.

Martín Güemes, secretario de Modernización del equipo del Intendente de Salta, Gustavo Sáenz, destacó que a partir del caso de Brasil, “está claro que las plataformas digitales se siguen consolidando como herramientas de formación de opinión, proyección de la imagen de candidatos y construcción de actitudes electorales”.

“Está claro también, que ante la multiplicación de información, no siempre veraz, la estrategia conceptual de cada espacio y su simplicidad es clave para lograr contrarrestar la desinformación. Los candidatos deben ser protagonistas en el uso de la tecnología, especialmente en el contacto directo y las transmisiones en vivo, que encierran las principales aspiraciones en estos canales de los ciudadanos: la interacción y la instantaneidad”, afirmó el funcionario salteño.

La mira puesta en 2019

Para Galup, “este tipo de campañas” como las realizadas en Brasil a través de WhatsApp, “se pueden replicar sin ningún problema, como lo venimos viendo en distintos lugares del mundo. Lo que no quiere decir que en todas las sociedades tengan el mismo peso o se utilicen las mismas estrategias”.

Según este consultor, “es posible que el año que viene veamos en la Argentina algunos intentos de hacer campaña a partir de información falsa pero no creo que vayan a tener un peso significativo en la elección de nuestro país”.

Reina puso el dedo en la llaga de las redes sociales, en especial Facebook, propietaria de WhatsApp, Instagram y Messenger: “Es prácticamente imposible regular conversaciones privadas. Ese el centro del problema. La privatización de la conversación pública trae estos nuevos problemas. De manera que sí, ya sea en WhatsApp u otras redes de chat se pueden generar campañas de cualquier tipo, de desinformación, discriminación o de bien público".

Para el CEO de Amplifica, “la famosa ‘grieta’ se incita y retroalimenta en estos canales, que como característica tienen una mayor capacidad de segregación entre grupos. Ya lo vimos en momentos clave como el caso Maldonado, el debate por el aborto, los cambios en las jubilaciones. La Argentina en ese sentido no es diferente a Brasil. América latina es una región susceptible generalmente a los mismos ciclos socio económicos que nos depara la geopolítica mundial”.

Güemes apuntó que “la desinformación en la política no es una novedad. Lo que cambia ahora es la velocidad con la que se disemina. Esto, lamentablemente puede ser replicado y puede también continuar generando más rechazo al sistema político y va en contra de la construcción de confianza y la participación de personas valiosas que el país necesita”.

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