¿Qué significa que Elon Musk haya comprado Twitter por 44 mil millones de dólares? Musk es sin duda un millonario con espíritu fuertemente individualista, pero no es un magnate al estilo del Sultán de Brunei o el dueño hereditario de una cadena de perfumerías.

Musk es millonario como consecuencia de haber desarrollado una exitosa carrera de emprendimientos de alto perfil, pero sumamente innovadores: los autos eléctricos Tesla, el internet satelital Starlink, los lanzamientos espaciales de Space X, compañías de infraestructuras urbanas o desarrollos de inteligencia artificial.

La imagen de un millonario caprichoso y básico que una tarde se le ocurre comprar una red social tiene poco que ver con la realidad: Musk tiene licenciaturas en física y economía, aunque desertó del doctorado para convertirse en programador y en emprendedor self made (con varios fracasos también). Después de todo, es también un inmigrante y un activo usuario de Twitter.

Es cierto que su alto perfil público, así como algunas de sus iniciativas y declaraciones pueden asimilarse a actitudes populistas: el Tesla en el espacio, la promesa de Marte "abierto a la humanidad" o la construcción de su robot-humanoide tras decir que "hay que salvar al mundo teniendo más hijos".

De alguna manera Musk puede ser considerado como un nuevo Bill Gates, el fundador de Microsoft. Con el tiempo, este último terminó siendo visto como menos personalista, tecno-nerd, marketinero y más "institucional".

Es decir, más centrado de lo que era percibido al principio, sin que nunca nadie dejara de reconocerle su decisivo aporte en la transformación digital del mundo. Quizás pueda ser el camino que finalmente siga Musk.

Simpatías y antipatías

Hoy, las simpatías y antipatías que genera Musk y, en particular su compra de Twitter, refleja en parte la tremenda grieta que la era Trump ha forjado en los Estados Unidos y que no tiene nada que envidiarle a la Argentina: contraposiciones diferentes, pero igualmente intensas.

Muchos republicanos ven a Musk como la expresión ideológica del empresario exitoso y cuya compra personal garantizará la "libertad de expresión" en una red que llegó a censurar al mismo presidente de los Estados Unidos. La conservadora Fundación Heritage dijo "necesitamos personas como Elon Musk, que aseguren el ejercicio de la palabra libre en (…) plataformas [como Twitter]".

Musk se siente políticamente "en el medio" de republicanos y demócratas

En cambio, algunos demócratas sienten aprehensión por Musk debido a su condición de millonario y, sobre todo, muchos de ellos temen que su postura de libertad de expresión "absoluta" permita —al decir de una de las principales organizaciones negras de derechos civiles de Estados Unidos", la NAACP— "la desinformación, las fake news y el discurso de odio".

Más allá de ortodoxias, Musk dijo que se sentía "en el medio" entre republicanos y demócratas, considerándose "progresista en lo social y conservador en lo fiscal". Está registrado como votante independiente y se manifestó de acuerdo con la "renta básica universal", idea que se ha debatido en países del primer mundo.

A diferencia de muchos republicanos, cree que el "cambio climático es real", mientras que en contraste con los demócratas más radicales reconoce su "fervor patriótico" por los Estados Unidos.

¿Por qué compra Twitter Elon Musk? Al contrario de redes que fueron adquiridas en pleno auge de crecimiento (como WhatsApp por Facebook), Twitter ya no aumenta significativamente su número de usuarios. A entender de Musk, también está "estancada" en su potencialidad de plataforma para la libre expresión.

Esto podría no resultar contradictorio con el impulso comercial que pueda derivar de ella y en la integración de esa red al resto de sus actividades. Es significativo que a Musk le guste el debate, tanto por lo que se ve en la red como por lo que se sabe acerca del funcionamiento interno de sus empresas.

En ese sentido, y más allá de lo que parezca, no actúa como lo que en la Argentina llamaríamos "patrón de estancia", aun considerando que estamos hablando del hombre más rico del mundo.

"Absolutista" de la libertad de expresión

Musk se ha definido como un "absolutista de la libertad de expresión"; incluso rechazó la prohibición del canal propagandístico estatal ruso RT (ex Russia Today) que ha tenido lugar en la mayoría de los países occidentales.

No se trata de ninguna simpatía velada por Vladimir Putin, ya que la red de Internet satelital Starlink de Musk está ayudando de forma gratuita y activa a Ucrania, país objeto de una invasión rusa que fuertemente condenada por el titular de Tesla.

Musk cree sinceramente que Twitter debe eliminar restricciones, moderaciones y etiquetas forzosas; si bien es verdad que intentó silenciar, como usuario de Twitter y en nombre de su privacidad, una cuenta de esa red que seguía la ubicación de su avión privado. Incluso invitó a Donald Trump a volver a la red, pero el expresidente dijo que se quedará en la red social que usa actualmente.

En los Estados Unidos y otros lugares, la posición "absolutista" de Musk concita el aplauso mayoritario del espectro que va del centro a la derecha, que se opone a lo que llama "corrección política" y en su versión más extrema ofrece "versiones alternativas" fuertemente conspirativas de ciertos hechos y situaciones.

A la vez, dicha posición genera en muchos casos la ira del centro a la izquierda, que sostiene que debe regularse la expresión para evitar discursos de "odio" contra minorías o noticias falsas, a veces llegando a la "cancelación" de personas o contenidos.

Se trata de una curiosa reversión de roles históricos, ya que a lo largo del siglo XX —siempre hablando antes que nada de los Estados Unidos— fue la centroizquierda la que en general defendió la no regulación de la libertad de expresión. La derecha, en cambio, se oponía con frecuencia a una libertad absoluta, normalmente por cuestiones de moralidad pública.

Es cierto que muchos creen que una plataforma tan importante como Twitter no debería estar en manos de una sola persona, pero esa red como otras hasta hoy son propiedad de empresas comerciales, por más que a veces coticen en bolsa.

¿Cuál sería entonces la diferencia entre Twitter Inc. —hasta ayer— y Elon Musk si son los dueños de estas redes los que al final fijan sus reglas?

Elon Musk se define como un "absolutista" de la libertad de expresión

¿O acaso hay alguna red social operada como un medio público (estatal) y sometida a algún reglamento de expresión como las normas que el Enacom o la FCC imponen, por ejemplo, para los programas de TV?

¿Mejor que nunca?

Musk dijo en un comunicado que pretende que el servicio funcione "mejor que nunca" y con nuevas funciones.

Dijo que eliminará las cuentas automatizadas "bots", usadas como medios de propaganda y desinformación por servicios de inteligencia de países extraoccidentales para intervenir en procesos políticos de naciones democráticas; y hará que los algoritmos de Twitter sean abiertos (estén visibles al público) para aumentar la confianza.

"La libertad de expresión es la base de una democracia efectiva y Twitter es la plaza pública digital en la que se debaten asuntos fundamentales para el futuro de la humanidad", dijo.

Pero Musk también manifestó: "Espero que hasta mis peores críticos permanezcan en Twitter".

Esto personaliza extremadamente la plataforma y refuerza la idea de algunos según la cual la libertad de expresión en este ámbito queda sujeta en mayor o menor medida a la voluntad de una persona o de una empresa.

Más allá de cualquier posición política, la preocupación legítima de muchos usuarios es que un relajamiento en algunas restricciones y moderaciones conviertan a la red en una poderosa arma de desinformación (terraplanismo, odio étnico/religioso, teorías conspirativas, negacionismo médico, etcétera).

Justamente lo contrario de los deseos que manifiesta el propio Musk.

Posiblemente haya llegado la hora para que los Estados Unidos y los principales países se planteen, no una regulación administrativa de contenidos (que siempre será una forma de censura lesiva de la libertad de expresión) sino un paradigma completamente distinto.

Un approach posible es crear un mecanismo judicial independiente, especializado, eficaz y sumarísimo (pero con todas las garantías), quizás limitado a redes sociales de ciertas dimensiones, para imponer penalidades ad hoc —en forma de sanciones y restricciones en las propias redes— a los usuarios que trasgredan las leyes generales vigentes a través de esas mismas redes.

Todo esto, a cambio de que cualquier empresa titular de la red social en cuestión no imponga ninguna restricción propia de contenido.

Quién sabe, la adquisición de Elon Musk puede generar un debate definitivo acerca de cómo garantizar una libertad de expresión estable en redes sociales por encima de cualquier persona, empresa o gobierno. La misma libertad y eliminación de la censura previa que la prensa —que hoy incluye a medios digitales como éste— ya conquistó desde el siglo XIX y el Internet general desde su creación.

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