La Argentina cuenta con una de las mayores reservas de litio del planeta, un material clave para la economía digital: las baterías de los celulares, laptops, autos eléctricos y otros dispositivos lo contienen. Además, se espera que la producción mundial se triplique en los próximos cuatro años.

Sergio Barón, analista en Sistemas argentino, viajó a Estados Unidos para comenzar a trabajar con este componente, gracias a una Beca Fulbright.

Hoy dirige Dynami, una empresa que fabrica baterías de litio ultradelgadas para los nuevos dispositivos de Internet de las Cosas (IoT) que están entrando al mercado. En diálogo con iProUP, el emprendedor cuenta qué es lo que hace su empresa y qué espera para el futuro. 

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¿De qué se trata Dynami y qué es lo que hacen?

Dynami fue fundada hace 20 meses y fabrica baterías ultradelgadas, sobre todo para dispositivos wearables. Hay equipos médicos son muy delgados y las baterías estándar que se encuentran en el mercado son rígidas y mucho más gruesas. Por ende, no entran.

Lo que vimos es que hacían falta nuevas soluciones y por eso decidimos incursionar en este segmento. Gracias a mi beca Fulbright, hice un máster en Ingeniería Electrónica en la Universidad de Maryland, en el que empecé a trabajar con litio y nano y microtecnologías.

Al regresar a la Argentina, noté que el país se estaba convirtiendo en un proveedor importante de litio a nivel mundial y que había una red científica muy importante: siete laboratorios con grandes investigadores.

Sin embargo, no había un emprendimiento que generara nueva tecnología. Así fue como empezamos a investigar dónde podíamos desarrollar nueva tecnología que tuviese un impacto económico real y encontramos esta parte de la cadena de valor de las baterías de litio.

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¿En qué se diferencia el trabajo de Dynami con el de las demás empresas del sector?

Primero, hay que contextualizarlo a nivel geográfico: ni en la Argentina ni en Latinoamérica conocemos empresas que hagan tecnología nueva en baterías de litio.

A nivel mundial, es cierto que existen muchas startups que trabajan en el tema, pero nuestra propuesta de valor es que nos concentramos en el dispositivo.

La mayoría de las compañías se centran en electroquímica, en que las baterías duren más tiempo, se recarguen más rápidamente, etcétera.

Pero todas estas empresas hacen nueva química para los mismos modelos de baterías que existen desde hace 40, 50 o 60 años. No se adaptan a los nuevos dispositivos wearable que existen hoy.

Estamos innovando en la forma en la que se hacen las celdas y también estamos creando nuevos métodos de fabricación.

Hoy, un proyecto que requiera un nuevo diseño de una batería en una empresa de la competencia tarda más o menos un año y medio desde el requerimiento hasta la producción en masa. Nosotros estamos modificando la forma que se diseñan y fabrican para que este tiempo sea mucho más corto, de alrededor de seis meses. 

¿Qué beneficios trae el uso de estas baterías?

Además de la practicidad, también hay un factor económico. Por ejemplo, uno de los dispositivos en los que trabajamos es un termómetro wearable de tres pelos de espesor que monitorea la temperatura desde un celular.

Ese dispositivo se vende en los Estados unidos a 23 dólares con una batería que dura un día, por lo que luego de 24 horas el aparato ya no sirve más y se tira a la basura.

Nosotros le incorporamos una batería ultradelgada que se puede recargar hasta 3.000 veces. De esta forma, se podría convertir este dispositivo en un producto hospitalario, porque se puede recargar y utilizar múltiples veces, ahorrando mucho dinero. 

¿Cómo es el proceso de construcción?

Hay que diferenciar dos cosas: la construcción en el laboratorio y la construcción masiva. La construcción masiva se hace en fábricas que están en Asia y Estados Unidos.

En nuestro laboratorio diseñamos y fabricamos los prototipos. Para eso, creamos nuestra propia tecnología de ensamble, que ya patentamos en Estados Unidos.

Como no había formas comerciales para producir este tipo de baterías inventamos nuestro propio método, que consiste en un dispositivo mecánico que permite manipular las partes que componen estas baterías y hacer el llenado de electrolitos dentro de una caja de guantes sellada.

Otra tecnología que implementamos tiene que ver con los materiales activos de las baterías, que hoy se manipulan bajo procesos industriales muy antiguos, de principio del siglo XX. Son procesos rollo a rollo, en los cuales se expanden láminas que se prensan y hornean.

Nosotros estamos imprimiendo los electrodos con una impresora de chorro de tinta industrial. Esto permite hacer el proceso con mucha muchísima más precisión y, lo más importante, repetirlo en cualquier lugar del mundo sin cambiar la maquinaria, simplemente mandando los archivos que hacen esta impresión.

¿Cómo es trabajar en este segmento específicamente en la Argentina, donde los ciclos de económicos son muy cambiantes?

Por un lado, la Argentina tiene un aspecto muy positivo y es que es un país lleno de talento y de profesionales muy formados, en particular en litio. Por el otro, la problemática que tienen muchas startups es la escasez de capital de trabajo.

Nosotros, en particular, que nos inscribimos en una industria de muy alta tecnología, una dificultad que encontramos es la poca experiencia del ecosistema inversor en empresas que hacen cosas nuevas o poco habituales en nuestro mercado.

Particularmente, Dynami se termina dedicando a una actividad que se exporta y se expande a los distintos mercados del mundo muy fácilmente.

¿Cuál es la visión de la empresa hacia el futuro?

Dynami es un proyecto que tiene investigación, desarrollo y creación de propiedad intelectual y de servicios para los clientes, pero no es un proyecto industrial.

Estamos hablando con clientes que requieren un millón de baterías mensuales y eso en el corto plazo es imposible de implementar en el país. Por el momento, esperamos expandirnos internacionalmente, particularmente en Estados Unidos, donde ya tenemos avances con clientes, y en Asia, donde tenemos potenciales fabricantes de nuestras baterías.

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