AMD ha estado intratable durante 2020. Esta compañía ha adquirido una inercia muy favorable durante los últimos años que le ha permitido afrontar la recta final del año que acabamos de dejar atrás con dos lanzamientos muy potentes: los procesadores Ryzen 5000 con microarquitectura Zen 3 y la familia de tarjetas gráficas Radeon RX 6000 con arquitectura RDNA 2. Ambas soluciones plantean una competencia feroz a Intel y NVIDIA.

Como era de esperar, Intel no ha tardado en reaccionar. Aprovechando la celebración del CES virtual que arrancó ayer la compañía de Santa Clara ha desvelado algunas de las características que tendrán sus próximos microprocesadores para equipos de escritorio, y varias de ellas son muy interesantes porque reflejan la necesidad de ponerse en marcha y colocar toda la carne en el asador. 

Por un lado los chips «Rocket Lake-S» dan una vuelta de tuerca muy interesante a los procesadores Intel Core de 11ª generación, y, además, las CPU «Alder Lake» que presumiblemente encarnarán la familia Intel Core de 12ª generación utilizarán una arquitectura de núcleos muy prometedora.

Parece que Intel está reaccionando al embate de AMD, y esta es una noticia muy positiva para los usuarios. Aún es demasiado pronto para saber si los próximos procesadores de Intel pondrán o no en apuros a los Ryzen 5000 de AMD, pero merece la pena que echar un vistazo a lo que se sabe de ellos.

Los chips «Rocket Lake-S» llegarán, por fin, con PCI Express 4.0

Intel ha desvelado algunas de las características más relevantes de los chips «Rocket Lake-S». Una de las novedades más atractivas es que, según esta compañía, sus ingenieros han introducido mejoras en la microarquitectura para incrementar el IPC de estas CPU en un 19%. Este parámetro refleja el número de instrucciones que son capaces de procesar en cada uno de los ciclos de la señal de reloj.

 

Además, estos procesadores integrarán un máximo de 8 núcleos «Cypress Cove» y serán capaces de procesar hasta 16 hilos de ejecución (dos threads por núcleo). También incorporarán un nuevo controlador de memoria, una nueva lógica gráfica derivada de la plataforma Iris Xe, una mayor dotación de codificadores de vídeo y también mejoras en el hardware que interviene en la ejecución de los procesos derivados de las aplicaciones de inteligencia artificial.

Sin embargo, posiblemente la mejora más esperada de todas las que han implementado los ingenieros de Intel en los procesadores «Rocket Lake-S» es la integración, por fin, de enlaces PCI Express 4.0 que faciliten la comunicación entre los principales subsistemas del PC. Hasta ahora esta tecnología da una ventaja importante a AMD en los equipos de sobremesa, y es evidente que Intel ha decidido recortar distancias con sus próximos procesadores Intel Core de 11ª generación.

Durante su presentación Intel enfrentó uno de sus nuevos procesadores Core i7 «Rocket Lake-S» acompañado por una tarjeta gráfica con GPU GeForce RTX 3080 de NVIDIA a un equipo con características muy similares pero equipado con una CPU Ryzen 9 de la familia 5000 de AMD, y lo hizo con un propósito: prometer que está dispuesta a recuperar el liderazgo en las máquinas para juegos, las cuales llegarán durante el primer trimestre de 2021.

Los Intel Core de 12ª Gen, «Alder Lake», apostarán por una arquitectura híbrida

Durante la segunda mitad de 2021 Intel pondrá sobre la mesa su apuesta más contundente: «Alder Lake». Estos microprocesadores están llamados a reemplazar a los actuales chips de la compañía tanto en los equipos de sobremesa como en los ordenadores portátiles, por lo que presumiblemente darán forma a la familia Intel Core de 12ª generación. Para fabricarlos Intel utilizará una revisión mejorada de su fotolitografía SuperFin de 10 nm, que aterrizará por primera vez en los microprocesadores para PC de escritorio.

 

Sin embargo, la característica más interesante que tendrán estos procesadores es que, a diferencia de los chips que Intel ha producido hasta ahora, incorporarán núcleos con dos microarquitecturas diferentes. Algunos estarán diseñados para maximizar el rendimiento, y otros habrán sido concebidos para optimizar la eficiencia y evitar que el consumo energético se desmande. Es sorprendente que Intel haya decidido apostar por una arquitectura de núcleos híbrida, aunque, en realidad, esta idea no es nueva: la utilizan desde hace mucho tiempo los procesadores con arquitectura big.LITTLE de ARM.

Es evidente que no es casual que Intel haya optado por esta estrategia precisamente ahora. Y es que en un frente tiene a AMD, que durante los últimos años ha colocado en el mercado microprocesadores extraordinariamente competitivos, y que ha «explotado» del todo en 2020 con sus Ryzen 5000.

Y en el otro frente tiene a los procesadores ARM, con los nuevos e interesantes chips M1 de Apple a la cabeza y una relación rendimiento/vatio a menudo sobresaliente. No cabe duda de que una competencia tan feroz exige tomar riesgos y poner toda la carne en el asador, por lo que durante los próximos meses se verá si Intel ha tomado las decisiones adecuadas y es capaz de soportar la embestida, según reportó el sitio Xataka. 

Te puede interesar