En medio de la pandemia del nuevo coronavirus​, los barbijos se convirtieron en un insumo deseado por todos pero escaso. A raíz de eso, se instó a la población a crearse tapabocas y así alivianar el pedido de mascarillas, preservadas para el sector sanitario. Pero ante la necesidad de máscaras protectoras aparecieron nuevas variantes: las impresoras 3D.

Esta semana, el ministro de Educación, Nicolás Trotta​, estuvo en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, y en el predio de la Sociedad del Estado del Ministerio de Educación de la Nación, donde se instalarán las impresoras 3D que realizarán máscaras protectoras destinadas al personal de la salud y de las fuerzas de seguridad.

Las cámaras con impresoras 3D se componen de dos objetos que hay que ensamblar. Por un lado, el sostén o visera, que es lo que se hace realmente en impresora 3D. Y por el otro, la lámina de acetato transparente (se cortan de 21 cm de alto por 23 cm de ancho) que permite cubrir toda la cara, incluida la frente. Los voluntarios que manejan las impresoras 3D son también los que ensamblan las láminas a los soportes o viseras y luego las mandan a hospitales o fuerzas de seguridad.

Hacer las máscaras para la pandemia con una impresora 3D requiere de cierto conocimiento. Además de la impresora, hay que disponer de la materia prima (PLA o PETG, es decir, filamento para impresión, de 1,75 mm) y el modelo de soporte elegido, en archivo de diseño con formato digital STL (Standard Triangle Language), que es el que contiene la información tridimensional del objeto que se ve a reproducir, indicó Clarín.

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