La historia de filantropía del magnate de la tecnología Bill Gates dio un giro fundamental una mañana de enero de 1997 cuando estaba desayunando en la cocina de su casa junto a su esposa, Melinda. 

Mientras leía el New York Times, un artículo que probablemente para muchos haya pasado desapercibido, llamó la atención de la pareja. El título decía "Para el tercer mundo, el agua sigue siendo una bebida mortal", y describía cómo miles de madres perdían a sus hijos en países subdesarrollados por el estado del agua que bebían. 

La imagen que se proyectó en sus cabezas fue contundente. El periodista Nicholas Kristof contaba allí cómo en países como India o Senegal, los niños se bañaban en el mismo arroyo donde se vertían aguas residuales. Como resultado, la diarrea mataba a unas 3,1 millones de personas anualmente, casi todos menores de edad.

Para esa época, la primera hija de la pareja tenía un año. Melinda pensó que si en ese momento Jennifer, la pequeña, se enfermaba, simplemente tenía que ir a la farmacia para buscar un remedio. 

Que su hija muriera a causa de la diarrea no era una posibilidad ni para ella ni para, probablemente, ninguna otra madre de Estados Unidos. ¿Cómo podía ser que para muchas familias del mundo todavía fuera un problema habitual? Bill y Melinda decidieron, entonces, poner manos en el asunto. Lo que no sabían era que el camino sería largo, costoso y lleno de desafíos.

Un proyecto con impacto

Hasta el momento, el fundador de Microsoft había canalizado su interés filantrópico a través del área de RSE de su empresa, con algunas donaciones de computadoras en África y otras acciones que, a la larga, resultaban poco eficientes. 

Pero este nuevo proyecto requería involucrarse a otro nivel. Gates comenzó a investigar y pronto llegó a la conclusión de que en el área saneamiento había poca innovación al no tratarse de una industria muy "sexy" o en la que todos quisieran trabajar.

Había que pensar una solución que salvara vidas: se propuso reinventar el inodoro para evitar que los residuos terminaran en el agua donde los niños iban a jugar o beber. Se puso en contacto con expertos y escribió cartas a las universidades más importantes.

Pocos le dieron respuesta. Entonces, decidió convocar a un concurso por 7 millones de dólares para quien se animara a traer una solución. Gates quedó sorprendido con los resultados, pero el costo de implementación de cada uno los hacía inviables

Finalmente, en 2015, su fundación, en colaboración con la empresa Janicki, anunció la puesta en marcha en Dakar del "Omni Processor", una máquina que recoge los desechos humanos y los convierte en subproductos reutilizables o se usan para generar electricidad. Actualmente, esta invención trata un tercio de los desechos de la ciudad a la que le proporciona agua potable. 

Esta iniciativa, que demandó casi dos décadas de investigación y desarrollo, además de innumerables pruebas, fue uno de muchos. En el interín Gates pasó de ser el ejecutivo más exitoso de la industria al mayor filántropo del mundo, con proyectos en marcha en múltiples puntos del globo.

La salud como prioridad

En febrero de 2020, la Fundación Bill y Melinda Gates cumplió 20 años. En ese momento, el desafío que se planteó la pareja fue que las donaciones que llevaran adelante se hicieran de manera significativa y tuvieran verdadero impacto.  

"Mientras reflexionábamos sobre cuáles serían nuestras prioridades filantrópicas, pasamos mucho tiempo reuniéndonos con expertos y revisando informes. Lo que aprendimos nos convenció de que el mundo debía obrar más a favor de los necesitados. En el corazón del trabajo de nuestra fundación está la idea de que cada persona merece la oportunidad de vivir una vida saludable y productiva", recordó la pareja en una carta abierta publicada por el aniversario. 

Salud, educación, crisis climática e igualdad de género son los ejes sobre los que trabaja la fundación que, a la fecha, ya lleva invertidos nada menos que u$s53.800 millones en proyectos algunos muy satisfactorios, pero otros que, por el nivel de riesgo asumido, han fallado. 

En el eje de salud, una de sus más destacadas iniciativas fue la creación de GAVI (Alianza Global para la Vacunación) en conjunto con la OMS, Banco Mundial y Unicef, con el objetivo de recaudar fondos para comprar vacunas. Hasta el año pasado, GAVI logró ayudar a vacunar a más de 760 millones de niños en el mundo y a evitar 13 millones de muertes. 

Pero su trabajo también se concentró en dar solución a enfermedades como el VIH, la tuberculosis, malaria y poliomielitis. Y la pareja anunció que, en línea, continuarán financiando nuevos avances en planificación familiar, salud materna y neonatal y desnutrición. 

"Esto lo hacemos porque las mejoras en la salud son claves para sacar a las personas de la pobreza. A medida que están más saludables, sus vidas mejoran de otras maneras y, como resultado, el mundo se vuelve mejor y más equitativo", dijo el creador de Microsoft.

En búsqueda de una solución integral

Con el tiempo los viajes se empezaron a suceder y con cada país nuevo que visitaban, tanto Melinda como Bill volvían llenos de historias de personas relegadas y con problemas como la violencia, la discriminación, falta de acceso a oportunidades y un largo etcétera. Las historias quedaban resonando en las cabezas de los fundadores, que enseguida entendieron que si no se hacía algo al respecto, estaban destinadas a repetirse.

Así, la fundación fue sumando nuevos verticales de trabajo. La educación es uno de ellos, donde trabajan fuertemente en su país para que más jóvenes completen sus estudios. En especial quienes provienen de grupos minoritarios: "Nuestro objetivo es ayudar a todos los estudiantes de EE.UU.. Por eso hemos dirigido la mayor parte de nuestro trabajo a áreas en las cuales pueda tener más impacto para un mayor número de estudiantes".

La fundación, a través de su programa Gates Millennium Scholars, otorgó 20.000 becas universitarias completas a estudiantes de color, y con sus "Redes para la Mejora Escolar" trabajan para que este grupo, la comunidad latina y quienes tienen bajos ingresos puedan terminar los estudios secundarios. Hasta hoy, han otorgado u$s240 millones a través de 30 redes. 

El cambio climático también es otro eje a combatir. "En todos los lugares del mundo, muchas personas ya están siendo afectadas por el aumento de las temperaturas. Esos impactos empeorarán en los años venideros. La cruel ironía es que los más pobres del mundo, los que menos afectan el cambio climático son los que más sufrirán", vaticinó el fundador de Microsoft.

Así, comenzó a financiar investigaciones sobre variedades resistentes a la sequía e inundaciones de cultivos básicos, como el maíz y arroz, que ya están ayudando a los agricultores a cultivar más alimentos en algunas partes de África y de la India, y más opciones de cultivos climáticamente inteligentes.

Más recientemente, la fundación comenzó su labor para visibilizar problemáticas de género. "Si perdemos otra oportunidad y dejamos que vuelva a apagarse la llama, corremos el riesgo de volvernos cómplices de una narrativa peligrosa: que la desigualdad entre hombres y mujeres es inevitable", sentenció Melinda, quien, en este eje, priorizó la lucha por la planificación familiar

"Cuando las mujeres pueden planificar y espaciar sus embarazos, es más probable que permanezcan en la escuela, obtengan ingresos y puedan brindar a cada hijo la atención que necesitan para prosperar", señaló.

Además, trabajan en desarrollar estrategias en las que la prioridad esté puesta en la igualdad de género, cierre de brechas, fortalecimiento de la promoción y el empoderamiento económico de las mujeres en el mundo. 

Su aporte para combatir el COVID-19

Siempre alerta a los desafíos venideros en materia de salud, Gates se adelantó a la pandemia que hoy afecta al mundo y predijo, allá por 2015, la emergencia que sufrirían los sistemas médicos. En ese momento, pocos entendieron la gravedad del asunto. Una vez desatado el coronavirus, las redes se llenaron de videos donde el ex CEO de Microsoft relataba lo que hoy es una realidad. 

"Si algo mata a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, lo más probable es que sea un virus altamente infeccioso y no una guerra. No serán misiles, serán microbios", había vaticinado en ese momento. Y aunque el mundo no haya hecho eco de su predicción, lejos de mostrarse resentido, Gates se puso otra vez la causa al hombro. 

A principios de febrero, la pareja concretó una donación de u$s100 millones a la causa y su fundación se puso a trabajar con la OMS para ayudar a encontrar una vacuna contra el virus, limitar su propagación y mejorar la detección y el tratamiento de los pacientes.

Todo parece indicar que la crísis del coronavirus impactó de manera profunda en la mirada filantrópica del fundador de Microsoft: su compromiso con la causa es tal que anunció su retiro de la junta directiva de la compañía (de la que sigue siendo su principal accionista) para dedicar todo su tiempo a la fundación. 

Además, el matrimonio lanzó el Acelerador Terapéutico Covid-19, en colaboración con Wellcome Trust, otra gran organización filantrópica de salud a nivel global. Se trata de un fondo de donantes en el que participan grandes compañías con el fin de coordinar fuerzas en la búsqueda de tratamientos efectivos contra el coronavirus.

"Un fármaco podría estar disponible mucho antes que una vacuna que, se estima, no saldrá antes de un año y medio. Un medicamento reduciría la cantidad de personas que requieren de cuidados intensivos, incluidos los respiradores. El Acelerador servirá para analizar todas las ideas más prometedoras y aunarlas con las capacidades de la industria. Así que espero que algo salga de esto. Podría ser un antiviral o anticuerpos u otra cosa", explicó Gates.

Hasta el momento, este fondo recaudó u$s125 millones, y a la iniciativa se sumó el propio Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, que junto con su mujer Priscilla aportaron u$s25 millones. 

Además, el empresario y filántropo se ocupó de dar un par de consejos. En primer lugar, pidió que la gente se quede en sus casas: "Hasta que los números comiencen a bajar y pasen unas 10 semanas, nadie debería seguir con sus negocios habituales o relajarse en los cierres", dijo.

Luego, pidió que se hagan más exámenes y controles y acelerar la obtención de resultados. Y se ocupó de hacer foco en la posible vacuna, que será necesaria para acabar con la pandemia: "Haciendo las cosas bien, podría llevar menos de 18 meses, el tiempo más corto en la historia para desarrollar una. Pero eso es solo la mitad de la batalla", aseguró.

La pregunta es, ¿se lo escuchará esta vez?

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