El modelo de finanzas abiertas (open finance) comienza a tomar impulso en Argentina y promete redefinir por completo la relación entre usuarios, bancos y fintech. En esencia, propone que el usuario sea dueño de sus datos financieros y pueda decidir con qué instituciones compartirlos, en busca de mejores productos, inclusión financiera y más competencia.
Qué es el open finance
El concepto surge de experiencias en países como Reino Unido, donde las entidades abren sus datos mediante interfaces de programación de aplicaciones (API) y permiten que terceros accedan a ellos con consentimiento del usuario. De esta forma, una app o billetera puede integrar servicios financieros de múltiples bancos, ampliando las opciones del cliente.
En Argentina, el Banco Central (BCRA) impulsa el llamado "Sistema de Finanzas Abiertas" (SFA), que apunta a que las personas puedan compartir información con bancos, billeteras y fintech reguladas. El objetivo: mejorar el acceso al crédito, facilitar la portabilidad de cuentas y fomentar la innovación en el sistema.
En el ecosistema argentino destacan dos grandes protagonistas: Mercado Pago y MODO. El primero, con su enorme base de usuarios y presencia regional, ya opera con infraestructura de terceros para ofrecer servicios como inversión en dólar MEP o fondos comunes. MODO, en tanto, reúne a más de 30 bancos y busca competir con un modelo colaborativo centrado en la interoperabilidad.
Un actor clave en esta transición es el banco Bind, considerado el primer API-Bank del país. Su modelo permite que fintech o billeteras usen su infraestructura regulada para ofrecer productos financieros sin transformarse en bancos completos. Así, el banco opera como "motor" y la fintech como "cara visible" ante el usuario.
Este esquema mixto (banco regulado detrás, fintech al frente) puede ser el camino más viable hacia un ecosistema de finanzas abiertas local, en línea con la tendencia global de integración de servicios digitales. Los beneficios para los usuarios son:
- Control total de datos financieros: los usuarios eligen qué información compartir y con quién.
- Acceso a mejores productos: bancos y fintech podrán ofrecer créditos o seguros personalizados, en función de un perfil más completo.
- Portabilidad financiera: cambiar de banco o billetera sin perder historial ni condiciones.
- Visión 360°: integrar cuentas, gastos, deudas e inversiones en un solo lugar.
Esto abre una oportunidad concreta para los sectores menos bancarizados, que podrían demostrar solvencia y obtener acceso al crédito mediante datos de consumo, servicios o facturación digital. Un esquema que ya exploran fintech crediticias locales.
Desafíos pendientes
El potencial del open finance es enorme, pero aún debe superar varios obstáculos. Uno de los principales es definir incentivos y reglas claras: cómo se compensa a la entidad que comparte datos y qué normas garantizan la seguridad de la información. También falta avanzar en la normalización de API para asegurar compatibilidad técnica y prevenir fraudes.
Otro desafío es que los usuarios perciban beneficios reales. Sin ventajas visibles (como tasas más bajas, promociones o experiencias más ágiles) la adopción puede ser limitada. Además, distintos organismos (BCRA, CNV, SSN, AAIP) deben coordinar regulaciones para evitar solapamientos o vacíos legales.
Al mismo tiempo, el open finance abre oportunidades para la colaboración entre bancos y fintech. Muchas entidades ya trabajan en alianzas tecnológicas y productos conjuntos, como se observa en el avance de MODO y Mercado Pago.
Argentina posee uno de los ecosistemas fintech más activos de la región y un usuario cada vez más habituado a operar digitalmente. En ese contexto, el open finance podría ser el impulso definitivo hacia una mayor inclusión y competencia financiera. La clave estará en su implementación: plazos, estándares, adopción y confianza.
Si el proceso avanza, pronto será posible solicitar un préstamo, invertir o contratar un seguro desde cualquier app, con un análisis de datos unificado que refleje la realidad financiera del usuario. Una verdadera revolución silenciosa que, si se concreta, cambiará para siempre la manera en que los argentinos se relacionan con el dinero.