El grupo de compañías tecnológicas integrado por Facebook, Apple, Amazon, Netflix, Google, Microsoft, Alibaba y Twitter, también conocido como "FAANG ", fueron las estrellas de Wall Street el año pasado, gracias a sus extraordinarios rendimientos que atrajeron a un gran número de inversores.
Estas grandes firmas fueron escogidas por miles de ahorristas e inversores, motivo que las llevó a ser las que más dinero captaron en el índice Nasdaq.
Sin embargo, tras las medidas adoptadas por la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos, que subió las tasas de los bonos y favoreció a los instrumentos considerados como "seguros", atentó contra las inversiones de riesgo, como las acciones y las criptomonedas.
De esta manera, los ganadores del Nasdaq en este momento no son ninguna de las compañías tecnológicas, sino que los usuarios se volcaron por rubros menos volátiles.
El ánimo de los inversores, apuntalado por lo que creen que podría pasar en el futuro, es lo que determina los precios de las acciones en la bolsa.
Sin embargo, este año, la tendencia fue desprenderse de esos activos porque entienden que no tendrán el retorno esperado.
Hay varios factores que influyen en el espíritu actual de los inversores.
El primero es la alta inflación, un fenómeno generalizado en el mundo occidental este año. En los Estados Unidos, por ejemplo, el dato anual se ubicó en 8,6% en junio, el mayor de los últimos 40 años.
Para tratar de frenar la ola inflacionaria, los bancos centrales aumentan las tasas de interés, una medida que encarece el dinero y con ello los créditos.
En Washington, la FED decidió incrementar las tasas y las señales que ha dado indican que seguirá haciéndolo.
Esto afecta en mayor medida a las compañías que en los últimos años aprovecharon las bajísimas tasas de interés para inyectar billetes en ellas.
La escalada en el costo del crédito también volvió más atractivas las inversiones en bonos del Tesoro estadounidense, por lo que una parte de los capitales se mueve hacia ese tipo de activos que son más seguros.
Esto, a su vez, enfría la economía y reduce las expectativas de ganancias de las empresas, instancia que vuelve menos atractivas sus acciones.
Ambos factores sumados producen una bomba económica conocida como estanflación: estancamiento de la actividad con alza sostenida de precios.
Cuando la gente tiene menos dinero en el bolsillo, tiende a gastar menos en cosas que no sean imprescindibles.
El humor de los inversores no parece haber tocado fondo aún, y eso afectará el precio de las acciones de las compañías que cotizan en el Nasdaq.
De aquí hasta que acabe el año, los expertos no ven de forma clara una mejoría de las condiciones macroeconómicas que los hagan pensar que se va a detener o que va a encontrar un piso.
En ese marco, la pregunta que se hacen es si la economía estadounidense se encamina o no hacia una recesión, cuán profunda será la desaceleración económica y, por lo tanto, cuánto se van a desacelerar las ganancias de las compañías hacia adelante. Esa incertidumbre es, básicamente, la que pesa.