"Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía", decían las abuelas. ¡Y cuánta razón tenían!

El mundo de las finanzas actual tiene un abanico enorme de posibilidades, es un universo con altos niveles de innovación y crecimiento, un área de la vida de los negocios con propuestas tan disruptivas e importantes tales como el surgimiento de nuevas monedas basadas en algoritmos, plataformas de inversión con ayuda de bots y modelos de trading autónomos. En este escenario complejo la posibilidad de ser estafado aumenta.

Siguiendo con nuestro enfoque, tenemos que analizar algunos puntos antes de tomar una decisión.

En primer lugar, debemos tener en claro que casi nadie que nos esté pidiendo dinero para una inversión nos va a contar acerca de sus riesgos. Siendo estrictos, los únicos instrumentos libres de riesgo son los bonos soberanos de algunos países.

Cuando veamos un activo que supera el rendimiento de un activo libre de riesgo (por ejemplo, un bono del tesoro norteamericano), debemos entender que ese diferencial está vinculado a diferentes tipos de riesgo; a medida que aumenta, decrece la posibilidad de recuperar nuestra inversión o parte de ella.

El segundo punto a tener en cuenta es quiénes están en condiciones de ofrecernos una inversión financiera. Por ejemplo solamente las entidades reguladas por el Banco Central están autorizadas por ley a captar depósitos del público.

En los últimos años surgieron una cantidad de billeteras digitales que también están controladas por el BCRA a través de la regulación de los Procesadores de Servicios de Pagos (PSP). Esta exige que los saldos de las cuentas de los usuarios de estas aplicaciones estén encajados en un banco comercial, o si el usuario decide tener una inversión la misma debe estar constituida a su nombre en Fondos Comunes de Inversión controlados por la Comisión Nacional de Valores (CNV).

Luego vamos a instrumentos un poco más sofisticados, si nos ofrecen un fondo común de inversión tenemos que analizar quién es la sociedad administradora o depositaria, es decir, la sociedad que maneja los fondos.

Dentro de las familias de fondos existen algunos donde los activos administrados son de renta fija y otros que son de renta variable. Estos últimos pueden fluctuar así que, para evitar sorpresas, el ahorrista debe saber cuáles son los activos subyacentes del fondo.

Una advertencia es que no existe ningún tipo de fondo común de inversión que no sea administrado y operado por empresas reguladas y controladas por la CNV. Pedir esta certificación es un buen seguro.

Es muy común que todos tengamos un amigo que nos ofrezca inversiones en fideicomisos privados de construcción, para compras de empresas o para hacer algún negocio. Se debe trabajar con mucha cautela en estos casos: pedir constancias de donde estarán los fondos, quiénes los van a auditar y cómo es el proceso de recupero.

No tomar recaudos en este tipo de inversiones nos puede llevar a perder el dinero y la amistad. La regla de cuánto tiene de exceso sobre la rentabilidad de un bono es muy útil en este caso nuevamente: los proyectos serios no aseguran una rentabilidad excesiva.

Con las inversiones alternativas, por otro lado, suele ocurrir que estemos obnubilados por el permanente bombardeo de la historia del matrimonio que compró 100 Bitcoins en 2014 y que ahora vive de los millones que tiene. Pero es imprescindible advertir que por cada historia de estas hay miles de personas que perdieron su dinero.

Con esto no estoy diciendo que no se debe invertir en Bitcoins u otra criptomoneda, me refiero a que se debe analizar su volatilidad, dónde vamos a almacenar nuestros tokens, qué reconocimiento tiene la wallet y qué servicios nos brindan.

Al ser un mercado descentralizado, pedir referencia a conocidos o buscar comentarios en internet es una forma de romper asimetrías.

*Pablo Blanco es CFO del marketplace de productos financieros Alprestamo

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