Goldman Sachs advierte en su último informe que la revolución de la inteligencia artificial (IA) avanza hacia una fase decisiva, en el que la euforia inversora, la expansión del crédito y la "circularidad" entre grandes jugadores tecnológicos pueden configurar las condiciones clásicas de una burbuja.

El banco sostiene que, aunque aún no se ha llegado al punto de quiebre, las señales de sobreinversión y de distorsión en los retornos comienzan a acumularse. Según Goldman, la secuencia es predecible:

Es allí donde la contabilidad confunde ingresos genuinos con acuerdos cruzados de financiación y precompras, y donde el sistema se vuelve frágil.

Goldman Sachs identifica el punto de inflexión cuando el flujo de caja libre se deteriora, los dividendos o recompras se recortan y el apalancamiento empieza a reemplazar al cash-flow operativo como fuente principal de inversión. Si esos factores coinciden, la burbuja pasa de posibilidad a realidad.

Por qué todavía no es una burbuja (pero se está gestando)

La entidad subraya que, pese a la sobreinversión en infraestructura y el frenesí por las acciones de inteligencia artificial, el contexto actual difiere del de 1999. Las principales compañías tecnológicas (el grupo conocido como "Magnificent 7") exhiben flujos de caja sólidos, programas de recompra y márgenes operativos que sostienen las valuaciones.

El mercado de capitales, además, se mantiene selectivo: hay grandes operaciones, pero lejos de la "espuma generalizada" de las puntocom.

Sin embargo, la tensión se acumula en el frente privado. Las startups vinculadas a IA se financian a múltiplos mucho más altos que sus pares cotizantes, una brecha que Goldman considera síntoma temprano de desalineación entre expectativas y fundamentos. Otro foco de alerta: la transición del financiamiento vía cash-flow a emisiones de deuda y crédito privado para sostener el gasto de capital (capex).

Sobre esto, el asesor de inversiones Leandro Monnittola asegura a iProUP que existe una sobrevaloración creciente en las grandes tecnológicas que lideran la carrera por la inteligencia artificial.

"El mercado observa con inquietud cómo se multiplican las inversiones en infraestructura (centros de datos, chips y energía) sin que aún haya claridad sobre cuándo esas apuestas comenzarán a traducirse en beneficios concretos. El temor gana terreno: si los retornos no llegan a tiempo, una salida masiva del sector puede generar un efecto dominó de correcciones".

Al mismo tiempo, sostiene Monnittola, se produjo una atomización dentro del S&P 500, que depende cada vez más del desempeño de un puñado de compañías. "El caso más emblemático es el de Nvidia, cuya valuación superó los u$s5 billones, concentrando una porción desmesurada del peso del índice", asegura.

"Esa concentración deja en evidencia la fragilidad de las cotizaciones: en varias ruedas recientes, el S&P 500 avanzó incluso cuando la mayoría de las acciones retrocedía, sostenido únicamente por las grandes tecnológicas de mayor capitalización", asegura Monnittola.

En ese contexto, sostiene el experto, la posibilidad de una burbuja "no puede descartarse". Esto, según el experto, se debe a que, no hay certezas sobre cuándo explotará, pero sí sobre qué podría detonar la toma de ganancias: "Una combinación de expectativas incumplidas, saturación de valuaciones y menor flujo de capital hacia el sector".

El riesgo de la circularidad

El informe de Goldman Sachs destaca la "circularidad" de ingresos entre proveedores de chips, clouds y desarrolladores de modelos: compañías que invierten unas en otras, firman contratos de precompra y se financian con deuda respaldada en esos mismos contratos.

Goldman compara este patrón con el ciclo de las telecomunicaciones del año 2000, cuando las interconexiones contables multiplicaron ingresos ficticios y el colapso reveló un volumen real mucho menor.

El analista financiero Pablo Das Neves dice a iProUP que, la coyuntura actual en Wall Street muestra algunos síntomas de que se gesta una burbuja.

Las señales son claras: valoraciones exageradas, concentración extrema y un entusiasmo casi irracional por todo lo que huela a inteligencia artificial", explica el estratega. Y añade: "Más que hablar de pánico o de una burbuja en explosión, lo correcto sería hablar de vulnerabilidad. El mercado se encuentra en una situación de asimetría negativa entre riesgo y retorno: los precios ya incorporan demasiado optimismo sobre el crecimiento futuro".

Y es que a diferencia de la burbuja de las puntocom, "hoy hay utilidades reales y flujo de caja libre, pero otros indicadores, como el P/E Forward, muestran que las valuaciones se han adelantado a los resultados, dejando poco margen para sorpresas positivas. Eso aumenta la probabilidad de una corrección cíclica si las expectativas no se materializan en el corto plazo", advierte Das Neves.

"Creo que vale la pena el monitoreo periódico y el reajuste paramétrico del riesgo, diversificando más allá del sector tech, hacia activos con menor correlación. Sin entrar en 'Modo Michael Burry', pero evaluar la probabilidad de una corrección del 15% en un plazo de 18 meses", concluye Das Neves.

La apuesta macro de Goldman: productividad o burbuja

A escala macroeconómica, Goldman Sachs estima que la IA puede generar hasta u$s20 billones de valor económico en Estados Unidos, de los cuales u$8 billones corresponderían directamente al capital empresarial.

Bajo esos supuestos, el valor presente de los beneficios superaría al gasto total en infraestructura, lo que haría sustentable el actual ciclo de inversión. Pero si la productividad prometida no se materializa a tiempo, el sistema enfrentará una fase de "desapalancamiento forzoso" y corrección de precios.

Entre los indicadores críticos, Goldman enumera:

Si la IA cumple sus promesas de eficiencia, la inversión masiva de hoy se justificará como el preludio de una nueva era de productividad. Pero si los retornos se diluyen y la adopción corporativa no acelera, el desenlace será clásico: "Exceso de capacidad, depreciación acelerada y un baño de realidad que redistribuirá capitales desde los builders hacia los usuarios de cómputo".

"Las reformas no compran reservas", dice un analista local sobre otro contexto; Goldman lo aplicaría a la IA: los data centers no compran productividad, la habilitan. Lo demás dependerá de la ejecución, la demanda real y la capacidad del sistema financiero de digerir la expansión de crédito sin romperse.

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