Seguridad, autonomía financiera y transparencia son algunos de los beneficios que buscan los usuarios de las criptomonedas, desde la creación de la primera: Bitcoin.

Desde hace años, muchos optan por no dejar sus inversiones en manos de bancos e instituciones financieras tradicionales por falta de confianza en el propio gobierno, como es el caso de Brasil, Argentina, Venezuela, Grecia, Islandia, Chipre y, al parecer, ahora también Canadá.

Hace un tiempo, Canadá fue noticia por la huelga que los camioneros desplegaron como protesta para exigir un "pasaporte de vacunas" para cualquier persona que ingrese al país.

Esta manifestación fue considerada ilegal por el gobierno, lo que le permitió tomar medidas más drásticas contra los manifestantes, a quienes se les bloqueó las cuentas bancarias.

Muchos ven este episodio como un preocupante precedente, en el que el gobierno podría volver a usar su poder para amonestar a la población en casos futuros.

Es por esta inseguridad, que surge una mayor demanda de criptomonedas y la transparencia que ofrece el sistema blockchain, como ya ocurre en países como Brasil y Argentina.

Decomisos o Corralitos bancarios: un trauma

Considerada, hasta entonces, una inversión altamente segura y conservadora, las cuentas de ahorro bancarios en Brasil vio profundamente sacudida su credibilidad hace unas décadas.

Millones de brasileños vieron interrumpidos sus sueños, como su propia casa, por ejemplo, cuando sus ahorros fueron confiscados de la noche a la mañana.

El primer presidente de la república electo por voto directo después de 30 años, Fernando Collor de Mello, delegó en su equipo económico, el anuncio del paquete que incluía la confiscación delos ahorros, en marzo de 1990.

El paquete económico, que fue bautizado como "Brasil Nuevo" determinó que, a partir del 19 de marzo de ese año, sólo podía retirarse 50.000 nuevos cruzados (unos 700 dólares) y el resto sería devuelto en 12 cuotas iguales a partir de septiembre de 1991.

Es decir, durante 18 meses, el Gobierno retuvo, a través del Banco Central, alrededor del 80% de los fondos invertidos de los brasileños (cajas de ahorro, cuentas corrientes y otras aplicaciones).

Aunque se produjo en 2001, Argentina fue el primer lugar donde se desarrolló un verdadero "corralito". Por ello es aquí donde el término se acuñó. Luego de un default y ante la previsible y masiva fuga de capitales, el Gobierno de Fernando de la Rúa decretó la suspensión de la retirada de liquidez de las cuentas bancarias.

Hoy, los argentinos aún viven experiencias económicas, determinadas por el Gobierno, que interfieren en la confiabilidad de las medidas adoptadas, como la imposición de un límite máximo de compra de dólares por ciudadano -que impulsó, por ejemplo, el uso mucho más masivo que en otras latitudes y la compra de criptomonedas estables como el DAI - que tiene paridad al valordel dólar- , por los argentinos.

Estamos hablando de la seguridad y los derechos individuales de los ciudadanos, quienes están a merced de decisiones verticales que pueden poner en riesgo su vida presente, sus planes y sueños para el futuro.

Derechos individuales

Históricamente, casi todas las injerencias en los derechos individuales de las personas se justifican por el interés mayor del bien colectivo.

Sin embargo, los gobiernos cambian, los liderazgos cambian, y los poderes y la interferencia que aceptamos hoy pueden usarse en el futuro por cualquier otra razón que los gobernantes consideren factible.

Con el tiempo, hemos llegado a ver que la centralización del poder es peligrosa para todos. Cualquier violación de los derechos individuales, por bien justificada que esté, sienta precedentes para que se repitan en el futuro, incluso con el peligro que se haga sin justificación alguna.

Hechos como este ayudan a la población a darse cuenta, poco a poco, de que la soberanía individual es algo que hay que cultivar y que la centralización del poder es muy peligrosa.

*Eduardo Erlo es marketing manager de la billetera Status.im

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