Este 20 de septiembre, como todos los años desde 1904, se celebra en toda la República Argentina el Día del Jubilado.
El festejo busca reconocer el trabajo de años, y erradicar las consideraciones prejuiciosas sobre las personas mayores, a las que relacionan con la enfermedad y la incapacidad.
La fecha conmemora a los jubilados y jubiladas, a los que se los conoce también como trabajadores pasivos, que terminaron de desempeñarse por su edad.
La celebración se realizó por primera vez durante la presidencia de Julio Argentino Roca, a comienzos del siglo XX.
Más precisamente, el 20 de septiembre de 1904, tras la sanción de la primera Ley 4.349 de Jubilación para funcionarios, empleados y agentes civiles estatales.
Durante ese mismo 1904, también se inauguró la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles.
Esta le otorgaba beneficios a los trabajadores del Estado, y le permitió recibir un ingreso a los funcionarios ya retirados por su edad avanzada.
A partir de esta ley, en Argentina comenzó a marchar el sistema de contribución con el que cada trabajador aporta una parte de su sueldo a su futura jubilación.
Con el correr de los años, el beneficio fue evolucionando y comenzó a involucrar también a distintas actividades.
El funcionamiento del sistema jubilatorio tuvo varias modificaciones desde el día de su creación hasta el presente, con influencia de algunos líderes políticos de turno.
En 1954, en la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, el sistema de capitalización individual cambió a uno de reparto.
Este mismo rigió hasta el 1994, en el gobierno de Carlos Saúl Menem, con una reforma provisional que dio lugar al nacimiento del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP).
Desde el 2008, durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner, apareció el sistema previsional público y obligatorio actual, luego de la promulgación de la Ley 26.425.
Para ser considerado un jubilado, se tienen en consideración dos factores principales: los años de trabajo con aportes y la edad de la persona.
Generalmente, las mujeres se jubilan si cumplieron los 60 años y los hombres a los 65, si han aportado durante 30 años.
De todas formas, no es algo tan lineal, ya que puede variar dependiendo de la actividad en la que se haya desempeñado cada uno y las características del trabajador.