El problema del exceso y acumulación de efectivo en el sistema bancario y en el BCRA no es nuevo, data de 2008 y continúa en crecimiento. La inflación constante desde hace más de 15 años, la devaluación de la moneda y la decisión de no hacer billetes de mayor denominación fueron engrosando este problema a través de los años.

Fue así que los bancos empezaron a cobrar a sus clientes empresas y personas humanas, por depositar efectivo en sus cuentas, algo impensado si se lo compara con otros países del mundo y de la región.

Las comisiones por recibir depósitos van desde el 0,5% al 2% dependiendo del tamaño de la empresa y la capacidad de negociación de ellas con los bancos. Obviamente, esta situación afecta principalmente a las Pymes que son las que menor capacidad tienen para negociar con los bancos. Y por supuesto se trasladó a todos nosotros: los consumidores.

De acuerdo al último Informe de Inclusión Financiera emitido por el BCRA con datos del 2020, en Argentina, nueve de cada diez personas adultas tienen al menos una cuenta bancaria en el sistema financiero local.

Sin embargo, el concepto de Inclusión Financiera del Banco Mundial es más amplio que tener una cuenta bancaria, dado que habla de: "acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades", entre las cuales se incluyen transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro.

Claramente en Argentina todavía estamos lejos de esta definición, ya que una importante proporción de personas a pesar de estar bancarizada continúa utilizando el efectivo para realizar sus pagos y  ahorrar. Adicionalmente a esta particular situación, existe  el mercado laboral informal donde básicamente los empleadores y trabajadores transaccionan en efectivo. 

Entre las acciones por tomar para bajar el costo del efectivo hay que generar un mercado sin intervención de los bancos como intermediarios, donde las empresas puedan vender y comprar su efectivo: eso genera un mercado transparente de este activo y permite una reducción de costos por la eliminación de intermediarios dentro el proceso.

Además, la tecnología pasa a ser un factor clave en la inclusión financiera entendiendo como tal el concepto del Banco Mundial y también en la reducción del uso del efectivo. ¿Cómo contribuye?

Por un lado, todo el ecosistema Fintech permitió ofrecer mejores servicios, a precios más bajos y centrado en el cliente. Por otro lado, las aplicaciones que permiten digitalizar la economía (movilidad, viajes, salud, etc) se integran perfectamente con el ecosistema fintech y el sistema bancario tradicional, esto genera una mayor usabilidad del dinero electrónico y por ende menos efectivo.

 El acceso a las tecnologías y las aplicaciones de fácil usabilidad permiten que la gente tenga más control sobre el movimiento de su dinero de manera digital sin necesidad de estar bancarizados y minimizando el uso de efectivo.

Igualmente todavía queda un gran camino por recorrer en este sentido así como también en la generación de aplicaciones más amigables para gente de más de 60 años que no están familiarizados con la digitalización.

*Nicolás Zamudio es Cofundador & CFO de Remitee y especialista en Fintech.

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