El magnate y filántropo Bill Gates instó a los empresarios a que siempre se debe contratar a "gente holgazana". El fundador de Microsoft, incluso, reveló que siempre elige "a una persona perezosa para hacer un trabajo duro". ¿El motivo? Según el empresario, una persona perezosa encontrará una "manera fácil de hacerlo".

Elegir a una persona que hará un trabajo de la "manera fácil" y resolverá el problema difícil que se le presente puede ser mejor que poner a tu equipo más ambicioso en él. La forma más difícil a menudo no es la mejor. Es común en el mundo de las startups ver que la entrega excesiva se convierte en algo tan peligroso como la entrega insuficiente cuando tanto el tiempo como el dinero son finitos y una solución menor puede resolver el problema efectivamente. 

Elegir la fruta que está más abajo no hace que una persona sea perezosa, ni tampoco tomar el camino más obvio, ni tampoco tomarse vacaciones. Los hace buenos en la priorización, trabajadores eficientes y personas más resilientes.

Categorizar todos estos comportamientos como perezosos es inespecífico, reductivo y perezoso. La palabra "perezoso" suele ser fácil de asignar, tanto a uno mismo como a los demás. Cuando alguien entrega algo fuera de fecha a pesar de haber tenido tiempo es un perezoso. Cuando alguien prefiere dormir hasta tarde en vez de hacer ejercicio: perezoso. 

Sin embargo no es algo tan simple ya que la pereza deja de ser un problema para convertirse en un síntoma. Es común resistirse a verlo de esa forma porque las razones más profundas de la vacilación a la hora de actuar se pueden transformar en verdades incómodas

Primero lo primero

Sentirse perezoso es, a menudo, una señal de que es necesario descansar. Y hay que dejar bien en claro que el descanso no es igual a la pereza. Es un error común esta confusión ya que a menudo se ven parecido.

Relajarse en lugar de trabajar, priorizar las tareas personales sobre las profesionales o no despertarse a las 6 AM puede leerse como algo típicamente perezoso. La cultura tecnológica en general tiene este problema: la percepción de productividad es más importante que la productividad real.

Tomarse un descanso cada tanto es fundamental

A veces, lo más productivo que se puede hacer es descansar. El descanso es fundamental para la productividad y es un compañero de trabajo, tanto que uno no puede prescindir del otro. Descansar durante la jornada laboral, como en una caminata larga, puede ser poderoso para generar ideas creativas. Los descansos más prolongados son fundamentales para prevenir el agotamiento. Lo que puede parecer pereza engañosamente te hace mejor.

El secreto es que, cuando descanses, es fundamental descansar de verdad. No hay que chequear mensajes desde tu teléfono ni respondas al correo electrónico durante tus vacaciones. Es fundamental aprovechar el espacio para el descanso reparador, y brindar a tus colegas ese espacio también. Es probable que vuelvas motivado y mejor equipado para trabajar.

¿Qué más puede decir la pereza?

Estás bien descansado, bien hidratado, en tus horas pico y todavía tenés problemas para motivarte. ¿Eso te hace perezoso? No es tan simple.

La falta de motivación es algo por lo que muchos se reprenden como un defecto personal. En lugar de lanzar insultos al espejo, ¿y si se parte de un lugar de curiosidad? Intentá preguntarte por qué estás evitando ciertas tareas. No te conformes con las respuestas fáciles. Tal vez no estés tan inspirado por tu trabajo en este momento porque no estás aprendiendo nada nuevo. Tal vez tengas miedo de la incomodidad que viene con el progreso, como en el gimnasio, o del fracaso en sí mismo, como con un proyecto apasionante que podría no conducir a nada.

Esos son problemas más complejos de resolver que la pereza. Para abordarlos en los demás, debés provenir de un lugar de profunda empatía. No es fácil hablar de miedos a la insuficiencia o la pérdida de sentido en tu trabajo. Es un problema humano, no un problema de resultados, pero tiene un impacto en la producción. Conectarse con otros en el trabajo hace que las personas sean más productivas. Además, al trabajar desde un lugar de curiosidad en lugar de suposiciones de pereza, te estás quedando en el mismo lado del problema.

 

Para abordar estos problemas en vos mismo, debés evaluar la información recopilada al interrogar a tu llamada pereza. Identificar lo que te está frenando, ya sean tendencias perfeccionistas o baja autoeficacia, es el primer paso para tomar medidas.

El riesgo de la pereza es que se convierta en estancamiento. Tenés que tomar decisiones que aborden la raíz. No solo serás más productivo, incluso podés llegar a ser más feliz. Eso es importante, no solo porque sos una persona que merece la felicidad, sino porque las personas que son felices en el trabajo tienen más éxito. Las emociones influyen en el pensamiento, por lo que si estás más satisfecho en el trabajo, tus pensamientos y acciones seguirán.

¿Entonces qué se puede hacer al respecto?

Aprovechá el principio de progreso que establece que "de todas las cosas que pueden impulsar las emociones, la motivación y las percepciones durante una jornada laboral, la más importante es progresar en un trabajo significativo". Sentir una sensación de progreso y disfrutar de las pequeñas ganancias puede ayudar a luchar contra esa voz en tu cabeza que dice que el trabajo es demasiado difícil o que el proyecto es demasiado grande para abordarlo.

Pulsá el botón de reinicio con una siesta. Los estudios demuestran que una siesta de 30 minutos puede detener el deterioro del rendimiento en seco. Una siesta de 60 minutos puede revertirlo. Si te sentís perezoso, podría ser tu señal para descansar. Recordá: la percepción de estar ocupado no es lo mismo que la productividad. Es mejor que gastes tu tiempo en una siesta rápida.

Cambiá tu enfoque. La falta de significado en tu trabajo es un factor principal que contribuye a la disminución de la motivación. Si no deseás, o no estás en condiciones, de hacer un gran cambio, tomá nota de las personas en las que tu trabajo tiene un impacto, no solo de lo que producís. Esto cambia el enfoque de las tareas que necesitás realizar a cómo podés ayudar a las personas, tanto interna como externamente.

La realidad es que tenés que hacer menos. Especialmente como fundador, puede resultar realmente aterrador hacer menos. Lo fue para muchos que se dieron cuenta de que el trabajo que estaban posponiendo era un trabajo que en realidad no deberían estar haciendo. Se sintieron perezosos pero esas tareas ahora las hace con entusiasmo alguien que sabe mucho más del tema que ellos, mientras ellos tienen el tiempo para hacer el trabajo que los emociona, según consignó un artículo del sitio Entrepeneur. 

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