Hay frases que se te quedan grabadas. A mí me pasó con una que escuché hace años: "Si querés un lugar en la mesa chica, primero tenés que estar dispuesta a construirla." No era una metáfora vacía. Era una advertencia, una invitación y, sobre todo, una verdad incómoda.
En los comités estratégicos, en los directorios, en las reuniones, donde no se habla de tareas sino de rumbo. Pero lo que no siempre se dice es que, para llegar ahí, hay que hacer mucho más que limitarse a lo que figura en tu rol formal. Hay que hacer y poner manos a la obra en cuestiones incluso operativas, resolver problemas que no te corresponden y, muchas veces, hacer cosas que nadie ve.
Los que llegan a posiciones de liderazgo no son necesariamente los que se limitaron a cumplir con su job description. Son aquellos que:
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Vieron un problema y lo resolvieron sin que nadie se los pidiera
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Levantaron la mano cuando consideraban que las cosas se podían hacer de otra manera
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Se pusieron el equipo al hombro cuando era necesario, sin importar la jerarquía
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Construyeron valor antes de exigirlo para sí mismos
Durante mis primeros años en una startup, presencié algo que me marcó mucho. Vi cómo uno de los fundadores de la compañía, que en ese momento tenía 100 empleados (hoy son más de 1.000 en toda LATAM), se agachó para levantar un papel que se había caído al piso antes de un evento con clientes.
Este mismo fundador me encontró una vez armando paquetes de welcome kits para un evento junto con mi equipo y me preguntó: "Vicky, ¿esta es la mejor forma de invertir tu tiempo y el de tu equipo?, ¿Podemos pagarle a alguien que lo haga para que vos y tu equipo se enfoquen en lo que saben hacer muy bien?"
Esa pregunta me hizo reflexionar sobre un aspecto crucial del liderazgo: encontrar el balance. Porque construir la mesa no significa hacer absolutamente todo vos, sino entender cuándo toca hacer y cuándo toca delegar.
El arte del balance en el liderazgo
La paradoja es que para conseguir un lugar en "la mesa chica con los líderes" hay que aprender a:
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Encontrar el equilibrio entre hacer y no hacer: saber cuándo ocuparte vos y cuándo delegar
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Pedir perdón y no permiso: tomar iniciativa cuando ves una oportunidad, sin esperar validación
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Aprender de los errores: equivocarte, levantarte y saber reconocer cuándo la erramos
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Crear valor estratégico: distinguir dónde tu tiempo genera mayor impacto e invertir tu tiempo y foco en eso
En América Latina, sólo el 26% de los integrantes de los consejos directivos empresariales son mujeres, y apenas el 8% ocupa el cargo de presidenta, según un informe de PageGroup publicado en 2024.
En Argentina, la participación femenina en los directorios de las principales compañías alcanza el 17,8%, según un relevamiento de KPMG y Revista Mercado sobre las 1.000 empresas de mayor facturación. El crecimiento fue mínimo: apenas 0,3 puntos porcentuales respecto del año anterior.
Además, el 94,6% de las presidencias y el 86% de las vicepresidencias están ocupadas por hombres. Y aunque el 23,5% de los cargos suplentes en directorios están en manos de mujeres, eso no se traduce necesariamente en poder de decisión.
No es que falte talento. Es que sobran barreras. Desde sesgos invisibles hasta estructuras que no contemplan la maternidad, la conciliación o el liderazgo con empatía. En muchas organizaciones, el liderazgo sigue teniendo un molde masculino, y cualquier desviación de ese molde se percibe como debilidad o falta de ambición.
Consejos para ganarte tu lugar en la mesa
Después de años observando y aprendiendo, estos son algunos consejos que quizás te sirvan para ganarte tu lugar:
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Desarrolla una visión global: no te enfoques sólo en tu área, trata de entender cómo tu equipo encaja en el panorama completo del negocio
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Cultiva el pensamiento crítico: ofrecé soluciones, no solo señales problemas
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Establece relaciones auténticas: las conexiones genuinas (con personas en todos los niveles) te va a permitir tener mucha mejor perspectiva
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Convertite en un amplificador: destaca y reconoce el trabajo de otros - no sólo de tu equipo - para generar mayor sinergía entre áreas
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Aprende los códigos implícitos: cada organización tiene lenguajes y dinámicas no escritas, entenderlas es clave para poder crecer
Por si queda alguna duda, estos consejos aplican tanto para toda persona, como para todo género.
La conversación sobre liderazgo femenino no puede limitarse a cuántas mujeres llegan. Tiene que incluir cómo llegan, en qué condiciones, con qué apoyos, y qué tipo de liderazgo pueden aportar. Porque no alcanza con sumar nombres a una lista: hay que transformar las dinámicas que hacen que muchas mujeres, una vez que llegan, se encuentren solas, exigidas o invisibilizadas.
La buena noticia es que cada vez más mujeres están dejando de esperar la invitación y están diseñando sus propias mesas. Con propósito, con visión, con sensibilidad. Y eso, más que una tendencia, es una transformación que espero continúe.
*Por Victoria Blazevic, Advisor & Coach de The Intern Group