Hasta hace cinco años, ninguna startup latinoamericana participaba de programas aceleradores norteamericanos como 500 Startups o Y Combinator. Recién en 2015, la empresa Colombiana Platzi fue invitada a unirse.

Sin embargo, en el último tiempo esto empezó a cambiar. De a poco, los países de la región comenzaron a gravitar en la órbita de 500 Startups desde Silicon Valley. Las empresa Welcu (Chile), ContaAzul e Ingresse (Brasil), Yogome (México) y Femeninas (Argentina), fueron pioneras en este vital relacionamiento para las empresas emergentes.

Luego de estos primeros pasos, decenas de startups se unieron a programas norteamericanos. Entre algunas de las destacadas -y referentes- se puede hallar a Rappi, Ropeo y Hogaru. Asimismo, cada vez surgen nuevos programas enfocados en cada rubro, como agtech, fintech e impacto social.

Otro de los puntos inflexión fue el surgimiento de Start-Up Chile, lanzado en 2010. Este movimiento encendió las chispa del ecosistema, que luego se esparció por el resto de los países. Entre algunos de los destacados se puede hallar a NXTP Labs, fundada en Argentina.

Así, las aceleradoras se convirtieron en un foco activo donde las nuevas empresas buscan financiamiento y guía a la hora de comenzar con sus proyectos. Según Tech Crunch, Start-Up Chile, NXTP Labs y 500 Startups Latam permitieron que 2000 startups pudieran salir al mercado.

De cara al futuro, irán surgiendo nuevas aceleradoras que trabajen en rubros determinados. Asimismo, el mercado comenzó a comprender una de sus mayores falencias: la falta de mujeres. Por eso, existen agrupaciones, incubadoras y aceleradoras que intentan cubrir esta falta a partir de la integración de este sector.

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