En los últimos años, Israel se ha convertido en la meca del emprendimiento y la innovación. Aunque se creó en circunstancias únicas, hay varias lecciones que se pueden aprender sobre el establecimiento de polos de emprendimiento e innovación.

La primera lección que otros lugares pueden aprender de Israel es que se tarda mucho en sentar las bases de un ecosistema emprendedor y un polo de innovación. Sus raíces tienen más de un siglo en Israel, un país que se creó hace sólo 71 años.

La primera piedra del Technion (Instituto Tecnológico de Israel, una universidad pública de investigación) se colocó en 1912. Cien años después, en el 2014, se calculó la contribución del Technion a la industria tecnológica de Israel: más de 1.600 empresas fueron fundadas o gestionadas por graduados del Technion entre 1995 y el 2014. Las empresas que aún estaban activas en el 2014 habían ganado un total de 6.400 millones de dólares y crearon durante ese período 95.500 puestos de trabajo, según un artículo de La Vanguardia.

Hoy en día, las start-ups y la innovación representan la nueva prosperidad de Israel, con entre 6.000 y 8.500 nuevas empresas activas (el seguimiento y el cómputo son complejos), 350 centros de I D de compañías multinacionales y 240 fondos de capital de riesgo que invierten en start-ups locales. Con una población de 9 millones de habitantes, Israel es, junto con Corea, líder mundial en gasto en I D (4,5% del PIB en el 2017).

El sector tecnológico israelí se asienta sobre excelentes universidades que producen cada año un talento muy valioso; inversores que alimentan las nuevas empresas con la financiación necesaria para crecer; un Gobierno que identificó a tiempo el potencial y los retos y entendió que debe compartir el riesgo con emprendedores e inversores; empresas multinacionales que forman a sus empleados y los exponen a los estándares globales de las prácticas empresariales, pero que también adquieren start-ups; y mentores y emprendedores en serie que comparten su experiencia (y sobre todo sus errores) con la siguiente generación de emprendedores.

Pero todo eso no ocurrió de la noche a la mañana. A principios de los noventa, el Gobierno de Israel desempeñó un papel importante en la formación del floreciente ecosistema. El programa de incubadoras tecnológicas supuso una innovadora solución lanzada en 1991. El Gobierno asumió la mayor parte del riesgo y proporcionó a través de la Oficina del Jefe Científico un 85% de la financiación que necesitaban las nuevas empresas para sus grandes inversiones en I D. Además el país facilitó la inserción al millón de inmigrantes que llegaron a Israel desde la antigua Unión Soviética (entre ellos, muchos científicos) y que necesitaban oportunidades de trabajo.

Otra forma de apoyar los inicios de las nuevas empresas fue el programa Yozma (en hebreo, iniciativa). A través de ese programa lanzado en 1993, el Gobierno invirtió 100 millones de dólares en diez fondos de capital de riesgo y cubrió el riesgo con atractivos incentivos fiscales. Los dos programas, que resultaron innovadores cuando se introdujeron, fueron adoptados por otros países deseosos de construir polos de innovación y emprendimiento.

Al intentar caracterizar al emprendedor típico, aparecen algunos rasgos compartidos por muchos emprendedores de todo el mundo pero yay algunas características que son más típicas de los emprendedores israelíes. Podrían formar parte de la salsa secreta israelí y las razones de su éxito. Está la noción de chutzpah, una palabra que probablemente sólo exista en hebreo y que significa hacer de modo desvergonzado cosas que uno no debería hacer. Por ejemplo, que un emprendedor decida enviar un correo electrónico al CEO de una corporación gigante. La mayoría de los emprendedores pedirían un contacto o tratarían de llegar a un ejecutivo de nivel inferior.

Otro aspecto cultural crucial en cualquier ecosistema de emprendimiento es la capacidad de aceptar los fracasos. Como ya se ha mencionado, la mayoría de los inicios fallarán, eso significa que las personas que sufran tales fracasos necesitan tener la capacidad de levantarse de nuevo tras la caída. ‘Chutzpah’, que en hebreo significa ‘hacer de modo desvergonzado cosas que uno no debería hacer’, podría considerarse como una característica típica de los emprendedores israelíes

Mientras tanto, como resultado de la alta demanda, los salarios de los empleados tecnológicos israelíes siguen aumentando. Desde hace años, el salario tecnológico en Israel duplica el salario medio. Eso crea una situación económica dual: por una parte, la economía de quienes trabajan en un entorno global, ganan sueldos elevados y pueden permitirse una gran calidad de vida; y, por otra, el resto de Israel. La proporción de empleados que trabaja en el sector tecnológico no ha crecido en décadas y se mantiene en torno a un 9-10%. 

Ese sector exclusivo está dominado por los hombres y carece de una representación femenina igualitaria; las mujeres sólo representan un tercio de los empleados en el sector tecnológico y sólo ocupan una quinta parte de los puestos básicos en I D. El sector tecnológico tampoco está diversificado por lo que hace a la representación de las minorías (básicamente, los árabes y los ultraortodoxos). 

Sin embargo, eso está cambiando poco a poco. Los árabes apenas representan un 3% de los empleados tecnológicos, a pesar de ser un 20% de la población israelí. Sin embargo, hoy en día, constituyen un 18% de los estudiantes universitarios de Informática. Por lo tanto, en el futuro, su representación en el sector tecnológico también crecerá hasta alcanzar una cuota proporcional.

Israel fue pionero en hacer de la innovación y la tecnología un importante motor de crecimiento. Hay quien sostiene que "ése es el único modelo de negocio adecuado para Israel". Sin embargo, este enfoque ya no es hoy tan innovador. Otros países lo han identificado y están invirtiendo dinero y esfuerzo en la construcción activa de sus propios sectores de start-ups e innovación. Israel sigue encabezando el gasto en I D como porcentaje del PIB, pero otros países se están poniendo al día y están cerrando la brecha. Sin una planificación a largo plazo, será difícil mantener la posición.

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