El negocio del gigante tecnológico de 893.000 millones de dólares está en auge: los beneficios van en aumento y sus acciones se sitúan en torno a máximos históricos. Pero también se enfrenta a controles regulatorios y a protestas por parte de sus empleados, lo que coloca a Sundar Pichai en una situación inestable y complicada mientras intenta dirigir la compañía hacia nuevos horizontes.

Como CEO desde 2015, Pichai ha experimentado muchos de estos desafíos antes, pero a medida que ha ascendido la presión sobre él será más fuerte que nunca. La discrepancia entre el auge del negocio de Alphabet y las crecientes amenazas a las que se enfrenta refleja que si bien en lo monetario nunca ha ido mejor, ve nubarrones en el horizonte.

La empresa está cada vez más bajo la crítica política, en especial, en Estados Unidos. Los críticos de la tecnología, en particular la senadora Elizabeth Warren, candidata a la presidencia de Estados Unidos, piden que Alphabet y otras grandes tecnológicas eviten convertirse en monopolios. Y el debate actual sobre la ley estadounidense que protege a las empresas de tecnología de la responsabilidad por contenidos censurables en sus plataformas, podría generar serios problemas para Google y Alphabet si se intentara modificarla o eliminarla.

Internamente, Google se ha visto afectado en los últimos 2 años por las protestas internas que a veces han paralizado a la empresa y el desacuerdo de los empleados sobre innumerables temas es evidente. En medio de constantes filtraciones y de un gran activismo por parte de sus empleados, la empresa ha tomado medidas drásticas contra su famosa cultura de transparencia, lo que representa una amenaza para su famosa reputación de ser uno de los mejores lugares en los que trabajar.

YouTube, propiedad de Google, también está sufriendo una presión cada vez mayor. Su lucha constante por supervisar contenidos censurables o ilegales, a la vez que evita que se produzcan sesgos o discriminaciones, podría dar lugar a años de críticas negativas y de escrutinio político por sus servicios.

Mientras tanto, algunas de las "otras apuestas" de Alphabet están empezando a crecer en el mismo momento en el que Pichai debe asumir su control. Waymo, su equipo de coches autónomos, ha sido valorado en más de 100.000 millones de dólares y se ha posicionado muy bien para ser líder del mercado. Además, se encargará de dar sentido a otras áreas de desarrollo, como el incipiente servicio de reparto con drones Wing o la empresa para la ciudad inteligente, Sidewalk Labs.

Por último —y puede que lo más importante— Pichai tiene que garantizar que la actividad principal de la empresa siga funcionando a pleno rendimiento y que logre el próspero crecimiento al que Wall Street se ha acostumbrado. 

En este momento, los analistas de la industria son optimistas con respecto a este técnico de 47 años. Su nombramiento es "una progresión lógica de la evolución de la compañía", dice Ivan Feinseth, director de inversiones de Tigress Financial Partners. "Ha hecho un gran trabajo hasta ahora... Google está a la vanguardia de todas las tendencias tecnológicas del siglo". Ahora Pichai sólo tiene que asegurarse de permanecer ahí.

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