WeWork confirmó este jueves que despedirá a más de 2.400 empleados a nivel global, en el marco de una profunda reestructuración de su negocio.

Según indicó la empresa dedicada al alquiler de oficinas compartidas, lo que se busca es recortar drásticamente los costos y estabilizar su negocio después de que su valoración en el mercado se derrumbara más del 90% en apenas dos meses.

"Como parte de nuestro renovado foco en el negocio central de WeWork, y como hemos compartido previamente con los empleados, la compañías está haciendo los despidos necesarios para crear una organización más eficiente", dijo en un comunicado una portavoz de la firma.

"Esta reducción de la fuerza de trabajo afecta aproximadamente a 2.400 empleados en todo el mundo, que recibirán indemnización, beneficios continuos y otras formas de asistencia para ayudarlos en su transición profesional", agregó.

Los números hablan por sí solos: los documentos presentados en su proceso para la Oferta Pública Inicial de acciones, The We Co. registraba pérdidas netas por u$s1.900 millones sólo en 2018, más otros u$s900 millones en los seis primeros meses de 2019. 

Mientras, los interrogantes sobre un negocio que todavía tiene mucho por pulir se acumulan unos sobre otros, al igual que las serias dificultades que deberán afrontar su nuevo propietario, el conglomerado japonés Softbank.

En octubre, la junta directiva de WeWork aceptó entregar el control de la empresa a SoftBank, que destinó u$s5.000 millones a la operación, cifra que le otorgó a la startup una valuación cercana a los u$s8.000 millones.

Si bien se trata de una cifra todavía importante y la confirma como un unicornio de peso, lo cierto es que son "monedas" frente a los 47.500 millones de dólares de valor de mercado que llegó a ostentar hace apenas 3 meses.

En total, el holding japonés invirtió -directa o indirectamente- más de u$s10.000 millones en esa firma. Parece demasiado para un negocio que sigue en rojo y que, en estos momentos, atraviesa el ojo de la tormenta.

Gustavo Neffa, director de Research for Traders, aseguró semanas atrás que WeWork es uno de los grandes exponentes de un modelo "que sólo funciona en base a una muy fuerte inyección de cash, y en el que las cosas funcionan si la expansión es exitosa". 

En esa línea, añadió que "cometió varios errores, como el de haber crecido demasiado rápido en base a deuda o con clientes cuyas tarifas están financiadas o bonificadas, sin ganar plata. Y todo eso se siente cuando tenés que pagar la fiesta de esa expansión".

El problema es claro: "Los descuentos eran tan grandes que casi no le quedaba plata", subrayó Neffa. Y aclaró que -al igual que los negocios que apuestan a "quemar dinero" para expandirse de forma acelerada-, como Netflix y Uber, sus barreras de entrada son bajas, por lo que la competencia y los "copycats" (aquellos que replican los modelos de negocio) están a la orden del día.

Es, justamente, en este punto en el que firmas de este tipo justifican su modelo de crecimiento en base al endeudamiento. Tener presencia global (no por nada WeWork, Uber y Netflix desembarcaron rápidamente en Argentina) ayuda al principio a mantener a raya a los posibles competidores, monopolizando sus segmentos.

El inconveniente termina siendo el mismo: generar los ingresos suficientes para satisfacer a los inversionistas que han apostado cifras millonarias y exigen un rendimiento acorde a ese riesgo. 

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