Federico González nació y creció en Madrid. Habla cuatro idiomas y ha estado viajando sin descanso desde que dejó una "casa tradicional de clase media en Madrid" cuando tenía 18 años. En una misión para ampliar sus horizontes, mientras estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid, inició su viaje por el mundo en el norte de Inglaterra en 1982. 

"Vine a Sheffield y Chesterfield en campamentos estudiantiles", dice González al sitio BBC. "Luego me convertí en tutor de estudiantes españoles que venían a Reino Unido a vivir con familias británicas para aprender inglés", explica. Durante este tiempo, González era un guía que mostraba la ciudad a los jóvenes. Le ayudó a perfeccionar su inglés, y finalmente solicitó el primer trabajo en el mundo corporativo.

"Tenía 24 años y vi un anuncio de trabajo en mi universidad para Procter and Gamble (P&G). Después de una búsqueda rápida, eligió marketing y pronto ascendió en las filas de P&G España. Cuando dejó la compañía en 2004, era jefe de su división portuguesa. Luego vino su primera incursión en el negocio de la hospitalidad, al sumarse a Disneyland París como subdirector general.

De su paso por Disneyland París, Federico González se dio cuenta "de que todo se trataba de la experiencia y la importancia de lo memorable". En 2013 llegó a la industria hotelera, al dirigir el negocio español de NH Hotels. Asumió el primer puesto en Radisson en 2017 y dice que todavía está obsesionado con la necesidad de brindarles a los clientes recuerdos positivos. "Una ducha no es una ducha, tiene que ser una 'ducha espectacular'", dice González.

"Se trata de poner tentaciones en la habitación, chocolates que puedas llevarte a casa. O si alguien está solo en la habitación, podría pensar 'nadie está mirando, así que me los comeré'. Esos son pequeños elementos que, junto con la ubicación, la decoración y las personas, hacen que las experiencias sean memorables", explicó.

Con la industria hotelera enfrentando numerosas presiones, como la desaceleración de las economías, los ambientalistas que quieren que haya menos viajes aéreos, o la competencia de Airbnb. "Ese es el problema con el que toda la industria está lidiando", considera Alice Hancock, reportera de la industria del ocio para el diario Financial Times. "Si nos fijamos en grandes nombres como Marriott, que tiene más de 30 marcas, la idea es que cada marca atienda a un segmento diferente del mercado: lujo, económico, viajero, etc. El beneficio para las grandes empresas es que pueden tener cinco o seis hoteles en el mismo radio, pero se ven diferentes para el consumidor", explica.

Hancock reconoce que todavía hay mucha demanda de habitaciones de hotel y minimiza el impacto de Airbnb aunque admite que el sitio de alquiler de viviendas tiene un efecto definitivo: ha aumentado la demanda "de hoteles con personalidad". Esto es parte de la razón por la cual las empresas hoteleras como Marriott se están diferenciando. Radisson no es diferente, y ahora también posee las marcas subsidiarias Radisson Blu, Park Plaza y Country Inn & Suites.

Como padre de tres hijos mayores, continúa visitando numerosos hoteles cada mes, pero hay una cosa que no acepta decir: cuál le gusta más. "Los hoteles son como los niños, no hay uno favorito".

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