El argentino Diego Sáez-Gil se tomó un tiempo sabático luego de vender Bluesmart -la empresa de valijas inteligentes que usaban Sean Penn, Usain Bolt y Tony Hawk, entre otros- y se fue 14 días a meditar en silencio con monjes budistas en Tailandia. Ahora está con un nuevo proyecto llamado Pachama, que ya llamó la atención de inversores como Ryan Graves (Uber), Paul Graham (Y Combinator) y Chris Sacca (Google).

"Luego de haber visto la contaminación industrial en China, de ver la desforestación en la Amazonia, de ver lo que está pasando con el cambio climático y de saber el poder que tiene una idea, me pasé mucho tiempo investigando y llegué a este emprendimiento", contó a La Nación el emprendedor sobre el inicio de Pachama, un mercado que permite a las empresas comprar créditos de carbono para compensar las emisiones.

El mercado de créditos de carbono fue creado por las Naciones Unidas y funciona así: el "oferente", que es el que se ocupa de reforestar, contrata auditores -generalmente de Washington D.C. o de Suiza- que mandan inspectores al campo a contar los árboles y a medirlos. Después de un proceso lento, dan el certificado de crédito de carbono para vender.

Del lado de la demanda, hay empresas que están obligadas a compensar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2), como sucede en Canadá, California y algunas partes de la Unión Europea, que compran estos créditos. Otras lo hacen voluntariamente, como Google, Apple y Patagonia. Cada crédito de carbono equivale a la vida de un árbol que captura en promedio una tonelada de CO2, y puede costar entre US$10 y US$30.

"Como todo el proceso para certificar el crédito de carbono es caro y difícil, no está sucediendo. Podríamos estar reforestando muchos bosques, pero el dinero está yendo a otros proyectos que son más fáciles de certificar", dice Sáez-Gil.

"La inteligencia artificial lee las imágenes satelitales y puede hacer lo mismo que hacen los auditores yendo al campo: contar árboles y saber cuánto biomasa y carbono captura ese bosque. Es la misma tecnología que usan Facebook o Apple para identificar las caras", explicó sobre su emprendimiento que ya tiene un año de vida.

"Con esto vamos a permitir que estos créditos de carbono de bosques se emitan más rápido y más fácil. También estamos haciendo un mercado online, del estilo Airbnb o Mercado Libre, donde se conectan por un lado los dueños de bosques que tienen estos créditos con las empresas que necesitan comprarlos. Eso no existe hoy y vamos a ser uno de los primeros en hacerlo", indicó el emprendedor.

Pachama tuvo de entrada interés en Silicon Valley. Sáez-Gil no es precisamente un desconocido en el ecosistema emprendedor. Su primer proyecto exitoso fue la creación de una aplicación para reservar hostels y su segundo éxito fue Bluesmart. Pachama es su tercer emprendimiento que, al igual que Bluesmart, pasó por la aceleradora Y Combinator, la cual asesoró a empresas como Airbnb, Rappi y Dropbox.

Uno de los inversores es Ryan Graves, fundador de Uber y actualmente CEO del fondo de inversión Saltwater. "Es un ambientalista y cuando escuchó la idea quiso liderar la ronda de inversión. Dijo que nos podía enseñar y ayudar a que el emprendimiento sea un market place global, y se quiso sumar al consejo. Lo quería conocer más y me invitó tres días a su casa en Hawaii, ya que estaba por ser papá y no se podía mover de la isla", dice Sáez-Gil, y enumera otros fondos que lograron atraer, como Paul Graham, fundador de Y Combinator, y Chris Sacca, el inversor que apostó desde el inicio en compañías del estilo Twitter, Uber e Instagram.

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