No es nada nuevo la la distribución no autorizada de contenidos de todo tipo, sean estos programas, juegos, aplicaciones, videos, series, o hasta comics. En un principio estaba dominado por las descargas directas, de sitios que mantenían en sus servidores los documentos y archivos.
Luego llegaron redes descentralizadas,como Emule, y luego las P2P, las más utilizadas en el día de hoy como las principales vías de esa distribución.
Pero hace una década tuvimos otro gran frente que tuvo su época dorada gracias (entre otros) a un servicio que ya queda fijado en la historia de internet: Megaupload y sus descargas directas.
Esta página web fue una de las mayores responsables del nacimiento de comunidades enteras que compartían películas, series y otros contenidos en varios portales, y además también hizo que surgieran páginas web que intentaban competir contra ella. Parecía que iba a ser algo que nunca desaparecería, pero finalmente lo hizo tras unos escarceos con la ley internacional que bien pueden escribirse en el guión de una película. Vamos a repasar el nacimiento, el auge y la caída de Megaupload a lo largo de toda su historia.
A grandes rasgos, la descarga de contenidos tuvo buenas épocas primero con eMule y después con Bittorrent. Pero en 2002 nació un portal que a la larga lo cambiaría todo: RapidShare. Su baza era ofrecer la descarga directa de archivos que un usuario quisiese compartir con quien sea: simplemente subías el archivo a sus servidores y compartías el enlace de descarga resultante con amigos y familiares. Eso atrajo a los usuarios, ya que así conseguían una mayor velocidad de descarga y dejaban de depender de las redes P2P en las que eran otras personas (y no un servidor conectado las 24 horas con un gran ancho de banda) las que tenían que compartir el archivo.
Megaupload abrió tres años más tarde con la misma idea y para competir con Rapidshare. La persona detrás de este servicio desde sus inicios te sonará por haber protagonizado varios artículos en nuestros medios a lo largo de sus años: Kim Dotcom. De nombre original Kim Schmitz, este empresario experto en tecnología ha sido el protagonista de varias batallas legales con las autoridades de los Estados Unidos, Alemania, Tailandia, Hong Kong y Nueva Zelanda. Hagamos una cronología y empecemos con la base desde la que partió Megaupload.
Así funcionaba Megaupload
El modelo de negocio de Megaupload hace 14 años era el siguiente: gratuitamente podías subir archivos de hasta 250 MB, y para descargar uno de esos archivos tenías que esperar un tiempo (de 30 a 60 segundos) y hacerlo a una velocidad limitada (además de tener un límite de descargas diario). Opcionalmente podías pagar por una cuenta premium que te permitía subir archivos de hasta 2 GB y no tener que esperar para descargarlos. Los precios eran los siguientes:
- 2,99 dólares por una cuenta premium de un día
- 9,99 dólares por una cuenta premium de un mes
- 29,99 dólares por una cuenta premium de seis meses
- 39,99 dólares por una cuenta premium de un año
- Unos 200 dólares por una cuenta premium vitalicia
De cara a los usuarios, Megaupload se presentaba como un servicio para poder compartir archivos grandes que no podían enviarse mediante correo electrónico ordinario, como por ejemplo vídeos personales. El propio Megaupload, en una sección de su web oficial que se puede recuperar desde Archive.org, planteaba los siguientes casos de uso: "Mary se ha ido de viaje de trabajo. Puede escanear los recibos de sus gastos, comprimirlos en ZIP y subirlos a Megaupload. Después puede enviar un correo a su secretario/a para descargar esos archivos para que así sean gestionados y reembolsados. [...] Así Mary ha recibido ese reembolso antes, y además el molesto administrador de los correos de la compañía no ha podido ver los gastos que ha hecho en el viaje"
"John está de vacaciones en un país extranjero y quiere almacenar sus fotografías temporalmente. Puede subir las fotografías a Megaupload y después descargarlas en casa sin temer que su servicio de correo se vea colapsado por el espacio que ocupan esas imágenes, y sin temer que esas fotografías se van a perder. Incluso puede mandar el enlace de Megaupload a sus amigos para así compartirlas y dejar que las vean antes de llegar a casa. La alternativa es utilizar un servicio de almacenamiento de fotografías, pero el riesgo es que ese servicio pueda eliminar algunas de esas fotografías si las considera inapropiadas".
Si bien de cara a la galería Megaupload intentaba venderse como un servicio similar al WeTransfer de hoy en día, en realidad muchos usuarios utilizaban el portal para compartir películas y series y a Megaupload no parecía importante demasiado (no había, por ejemplo, muchas retiradas por copyright). Si éstas ocupaban demasiado espacio se dividían los archivos de vídeo en varias partes (la compresión RAR permitía crear un archivo "partido"), que se compartían en grupo.
El auge de Megaupload: cuando los usuarios pagaban por métodos no autorizados de descarga
En cuestión de lo que recuerdo fue menos de un año, comunidades enteras de usuarios se organizaron en foros para masificar ese modo de compartir películas, series y software de forma no oficial. Muchos buscaban formas más rápidas de descargar contenidos, y lo encontraron en esos foros. Sagas de películas, temporadas enteras de series, sistemas operativos, aplicaciones, discografías... muchos voluntarios pusieron sus ordenadores a subir todo lo que podían para compartirlo.
Lo más irónico fue cuando esto hizo que los usuarios llegasen a pagar cuentas premium de Megaupload para así poder evitar las esperas entre descarga y descarga y los límites máximos de archivos descargados.
Las cuentas de pago de Megaupload se compartían entre varias personas para que así saliese más barato adquirirlas, y aplicaciones como JDownloader se adaptaron para descargar enlaces del servicio y automáticamente unir los .RAR troceados en el archivo final resultante. Todo quedaba automatizado, lo único que tenías que hacer era ingresar en los foros donde se encontraban los enlaces de Megaupload, copiarlos y pegarlos en el gestor de descargas. Recuerdo bien cómo la biblioteca de mi universidad se llenaba de estudiantes descargando esos enlaces, ya que en esa época aún no había las velocidades de fibra óptica que tenemos ahora en las casas.
Esa época, previa a la popularización de Netflix por todo el mundo, fueron los días dorados de Megaupload. El servicio llegó a englobar varias webs enfocadas en tipos de almacenamiento concretos: Megavideo, Megapix, Megabox, Megalive... había ambición de convertirse en el rey de cualquier cosa que se compartiera online. Y Kim se benefició muy bien de ello, ingresando millones y presumiendo de vida lujosa y coches deportivos por las redes sociales. Pero todo tiene un final, y naturalmente la ley no se quedó de brazos cruzados viendo todo esto.
La ley contra Megaupload: detenciones, juicios y apelaciones para que Kim Dotcom no sea extraditado
El primer movimiento lo hicieron las autoridades a principios de 2012. De repente, Megaupload cerró sus puertas y varios de sus empleados fueron detenidas en Nueva Zelanda. Era el punto álgido de una operación que llevaba en marcha dos años, y acusaban al servicio de haber generado 175 millones de dólares ilegalmente. La respuesta tardó escasas horas en llegar: la web del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y la de Universal fueron atacadas por Anonymous, que llegó incluso a hacer caer la web de la SGAE española.
En ese momento el también detenido Kim Dotcom fue tajante: "no tenemos nada que ocultar". Fueron días en los que versiones falsas de Megaupload aparecieron por la red para intentar aprovecharse del cierre, y desde España FACUA afirmaba que los usuarios del servicio original tenían derecho a poder recuperar los datos que habían almacenado en él.
Nuestros compañeros de Genbeta temían entonces que otros servicios similares corriesen la misma suerte, e incluso que cualquier servicio de almacenamiento en la nube como Dropbox o Gmail (de cuyo almacenamiento sacaban tajada servicios como Pando) acabasen perjudicados. La reacción de los competidores directos de Megaupload fue variada: Fileserve dejó de pagar a sus usuarios por subir contenidos, Filesonic bloqueó todas las subidas y Uploaded.to bloqueó todas las IP provenientes de los Estados Unidos. Casi nada. Aún así, el tráfico de todos esos competidores se catapultó.
Un mes más tarde, Kim Dotcom fue puesto en libertad bajo fianza (junto con varios de sus empleados) después de que su abogado dimitiera por un conflicto de intereses con otro de sus proyectos. Resulta que Dotcom quería fundar MegaBox, un competidor de iTunes con el que promocionar los artistas saltándose a las discográficas. El caramelo para atraer a esos artistas era ofrecerles un 90% de las ganancias, algo imposible con los honorarios que había que entregar a los intermediarios. Durante unos meses Kim aseguró que el proyecto estaba en marcha, afirmando que su desarrollo avanzaba a buen paso.
Pero MegaBox como tal no llegó nunca. Y no fue la única promesa que se incumplió: las facturas del hospedaje de Megaupload quedaron impagadas, lo que provocó que muchos datos que habían subido los usuarios al servicio fueran borrador. Ni siquiera los que pagaron los 200 dólares de una cuenta vitalicia lograron algún tipo de compensación.
Y tras un tiempo llegaron las acusaciones oficiales de los Estados Unidos contra Kim: señalaban que el empresario tenía "una agenda oculta" pagando a los usuarios que subían más contenidos, y que se limitaban a eliminar los enlaces a contenidos que se compartían sin autorización en vez de eliminar esos contenidos por completo de sus servidores. Se hablaba incluso de que Megaupload colaboraba con investigaciones legales para tumbar a competidores que hacían lo mismo que ellos, para así poder convertirse en el portal líder de este tipo de descargas directas.
Kim Dotcom respondió diciendo que ese documento eran "191 páginas con nada".
Más tarde, a comienzos de 2015, los efectos de las detenciones y acusaciones contra Megaupload se dejaron notar en los competidores: Rapidshare cerraba, lo que provocó que nos empezamos a preguntar si esto empezaba a ser el principio del fin de las descargas directas. Éstas no han desaparecido del todo, aunque desde luego ese sí que fue el fin de la época dorada de este modo de compartir contenidos.
Ese mismo año Kim, quien decía que estaba arruinado, intentó contraatacar: publicó una conversación telefónica de media hora en la que se escuchaba cómo Universal Studios intentaba hacer tratos con Megaupload. Un "yo soy malo pero estas empresas también" en toda regla. Durante esos años, por cierto, incluso llegó a presentarse como candidato político en Nueva Zelanda fundando el Internet Party. No funcionó, y el partido fue dado de baja en los registros neozelandeses el año pasado.
Su web oficial sigue activa, indicó Xataka.