Las herramientas tecnológicas se han posicionado en los últimos años como el gran elemento de valor en la carrera por conectar con los consumidores y para llegar a ellos de la forma más eficiente.

El marketing es uno de los sectores que más ha cambiado: de valorarse principalmente el trabajo creativo y talento para las ideas se pasó a una necesidad cada vez más marcada de profesionales con perfiles muy técnicos. Casi de golpe, las mayores adquisiciones para el equipo de marketing eran analistas, estadísticos, matemáticos y profesionales vinculados al universo TI.

Pero otro aspecto importante en el que las empresas están invirtiendo en buscar talento es en los expertos en humanidades para trabajar en el desarrollo de la inteligencia artificial, según reporta el sitio Marketingdirecto.

Al trabajador del futuro se le va a pedir que tenga inteligencia emocional, clave para conectar con los consumidores y para desarrollar, de forma específica, campañas y estrategias de marketing. Pero, aunque la inteligencia emocional está al alza, son pocas las empresas que están trabajando esta realidad con sus empleados.

Según un estudio de Capgemini, menos de una de cada cinco empresas está apostando por hacer training de inteligencia emocional para sus empleados en general. Las estimaciones apuntan a que en los próximos 3 a 5 años se multiplicará por seis la demanda de capacidades de inteligencia emocional en la búsqueda de empleados.

Los empleados que tienen buenas capacidades en inteligencia emocional son muy buenos en autogestión y en autoconocimiento, pero también en conocimiento y destrezas sociales y en gestión de las relaciones. Son, en cierto modo, capacidades que la inteligencia artificial ha, sorprendentemente, puesto en posiciones más relevantes que nunca.

Como explican en el análisis, la IA y la automatización han acelerado su penetración en el trabajo cotidiano de las empresas, lo que de forma indirecta ha empujado a las compañías a necesitar a más trabajadores con buenas capacidades en inteligencia emocional.

Lo son porque, como explican sus jefes, tendrán que adaptarse a trabajar más de cara al cliente (es lo que creen el 76% de los directivos) o en aquellas tareas que no pueden ser automatizadas porque requieren emociones (otro 76%), como pueden ser la empatía o el trabajo en equipo.

La automatización de procesos y la inteligencia artificial han hecho que los trabajos que quedan por hacer son, por tanto, los que las máquinas no pueden cumplir porque carecen de esas características, como la empatía o la influencia sobre los consumidores.

El 61% de los directivos considera ya que la inteligencia emocional se convertirá en un "must have" entre el año próximo y los cinco años siguientes. Sin embargo, son pocas las empresas conscientes de esta situación. Solo el 42% está formando a sus ejecutivos en inteligencia emocional, solo el 32% a sus gestores de nivel medio y solo el 17% a los empleados que no tienen posiciones de supervisión.

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