Al contrario de lo que indica su nombre, Softbank no es un banco. Cuando se fundó en Japón en 1981 por Masayoshi Son (que solo tenía 24 años) era solo una tienda de repuestos informáticos. 

Sin embargo, al año ya había creado dos revistas sobre las computadoras NEC y Sharp y al poco tiempo era el mayor editor de revistas de tecnología en Japón.

Su crecimiento fue vertiginoso: en 1994 la empresa salió a bolsa con un valor de 3.000 millones de dólares. Así, comenzó con sus compras y creaciones en Internet. En 1996 creó, junto a Yahoo!, Yahoo! Japan, una de las pocas escisiones de la firma estadounidense que funcionó con éxito hasta el final.

De esta manera, en 1999 Softbank se conviertió en un holding de empresas. Y en 2000 realiza una de sus mejores inversiones: entra en Alibaba. Esta apuesta, de 20 millones de dólares, le reportó 60.000 millones cuando Alibaba salió a bolsa en 2014.

Luego, en 2006, compra Vodafone Japan, convirtiéndose así en un operador de telecomunicaciones en su país de origen. Otra compra reseñable de este sector es cuando en 2013 compra el operador americano Sprint. Actualmente controla el 80% de sus acciones.

También se destaca la compra de ARM, el diseñador de los procesadores que se utilizan en prácticamente todos los teléfonos móviles (independientemente de si los fabrica Qualcomm, Samsung o Apple).

En definitiva, se puede ver que la trayectoria de Softbank ha estado marcada por la creación de un holding muy exitoso de empresas tecnológicas. Y esto es lo que le llevó a crear Vision Fund.

Desde 1999, Softback funciona como holding: se dedica a comprar empresas y operarlas. Sin embargo el buen ojo que han parecido tener con estas inversiones lanzó a su fundador a crear Vision Fund en 2017, un nuevo fondo venture capital.

Estos fondos operan de una forma distinta a una empresa de holding. En lugar de que el inversor compre una empresa y la opere lo que hace el fondo es invertir dinero en empresas de nueva creación para recuperarlo con creces cuando salga a bolsa, se venda o cuando en una nueva ronda de financiación se puedan vender las acciones.

Softbank tiene experiencia en ello, ya que su inversión en Alibaba fue de esta forma, pero su forma más habitual de actuar hasta la creación de Vision Fund (como por ejemplo cuando compró Sprint o Vodafone Japan) era comprar una participación mayoritaria y controlar y gestionar la compañía.

Al crear el fondo, de 100.000 millones de dólares, aceptó inversores externos. Entre ellos están el fondo soberano de Arabia Saudí (que pone 45.000 millones de dólares), la compañía de inversiones del emirato de Abu Dhabi (15.000 millones) y otras empresas que aportan 12.000 millones. 

Softbank aporta "únicamente" 28.000 millones. Pero controla la mayoría accionarial del fondo y su fundador y CEO, Masayoshi Son, es el que guía a su antojo el destino del mismo.

Este fondo VC es el más grande del mundo a gran distancia del segundo, Blackrock con 25.000 millones. Cuatro veces más que el segundo fondo, así de gigantesco es Vision Fund.

Y aquí es donde llegan los problemas para Softbank. El fondo Vision Fund es enorme. Los fondos de VC normalmente invierten durante cinco años y desinvierten durante los cinco siguientes para lograr los retornos a los inversores, aunque muchas veces pueden ser a más largo plazo. Pero invertir 100.000 millones de euros en empresas que están empezando no es tan sencillo.

Asimismo, las inversiones en startups son muy íliquidas. Es muy complicado recuperar el dinero, solo hay tres posibilidades: cuando se sale a bolsa, cuando la empresa es vendida y cuando hay una nueva ronda de financiación y uno de los inversores decide salirse (y uno de los nuevos inversores, aparte de aportar nuevo capital, decide comprar esas acciones).

Vision Fund tiene muy complicado obtener retorno por dos últimos métodos. Al ser un fondo tan grande sus inversiones son también muy importantes, normalmente cuando la startup tiene ya un tamaño considerable. 

Por tanto es raro que la empresa sea comprada o que otro inversor entre con suficientes fondos para dar rentabilidad a Vision Fund. La única posibilidad es que la compañía salga a bolsa.

Y además, lograr invertir estos 100.000 millones no es inmediato. No hay más que ver que la necesidad de financiación de startups en las fases más avanzadas suelen rondar los cientos de millones de euros, no los miles (siempre hay excepciones, pero son pocas). 

Por tanto Vision Fund hace algo poco ortodoxo, no visto en otros VC: invertir en bolsa en empresas tecnológicas. Por tanto este fondo se comporta también como un hedge fund.

Para muchos analistas, la empresa está haciendo inversiones excesivamente arriesgadas y con valoraciones muy altas. No hay más que ver las inversiones que ha hecho en Uber, WeWork o NVidia (esta última en bolsa).

Incluso, no le están saliendo muy bien. En Uber entró como accionista en 2018. Compró acciones a inversores previos que querían salir de la compañía a 48,77 dólares. Y también entró comprando nuevas acciones a 33 dólares por acción. A principios de 2019 Uber salió a bolsa, llegando a superar los 47 dólares, pero ahora mismo cotiza a 29.

En NVidia hizo una operación muy rara, comprando en bolsa cuando estaban muy caras sus acciones y vendiendo cuando se desplomaban, perdiendo en el camino cerca de 1.000 millones de dólares.

Con WeWork ha pasado también algo parecido. Vision Fund es uno de sus mayores inversores, pero la salida a bolsa ha sido fallida (y cancelada) debido a las pegas que le ponían los inversores. Y es que Softbank valoró WeWork en 47.000 millones de dólares pero los expertos no daban más de 10.000 millones por ella (y siendo generosos).

Estas desastrosas inversiones podrían señalar que Softbank y su fundador y CEO, Masayoshi Son, están a punto de sufirir una caída similar a la de Lehman Brothers, pero sin ser sistémicos.

El último movimiento es emitir deuda respaldada por las inversiones de Vision Fund para dotar de liquidez al fondo porque algunos inversores quieren recuperar dinero. 

Quizá tenga que ver con la extraña estructura financiera de Vision Fund: para que Softbank tenga el control total del fondo, el resto de inversores deben recibir una rentabilidad garantizada en forma de cupón.

Sin embargo, la liquidez de un fondo VC es muy baja, incluso para las empresas que ya están en bolsa ya que muchas veces hay vesting (compromiso de no vender las acciones hasta pasado cierto tiempo de la salida a bolsa). Así, el futuro de Softbank se empieza a llenar de nubarrones, sin cambios a la vista.

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