La ciencia ficción, a través de las películas, nos ha mostrado como sería la interacción física entre un objeto que existe en el mundo material, y uno que no.

Hologramas, pantallas flotantes, escenarios de realidad virtual, todos han sido ejemplos claros de esta posible interacción.

La realidad virtual nos podrá proporcionar un entorno de trabajo en el que los ordenadores y el móvil, además de otros dispositivos, ya estarán ahí. Al acabar, saldremos de ese mundo virtual sin necesidad de llevar esos aparatos con nosotros. Equipos de investigadores tecnológicos trabajan en el acceso a ese nuevo escenario.

La investigadora Mar González Franco, que trabaja en los laboratorios Microsoft Research de Redmond (Washington, Estados Unidos), está convencida de que "la revolución de la realidad virtual llegara cuando realmente corramos el sistema operativo dentro de ella. Entonces, el PC como tal quedará obsoleto".

"Cuando el sistema operativo corra dentro de la virtualidad, el PC como tal quedará obsoleto"

Ese planteamiento es el que vemos en películas futuristas. Los dispositivos son virtuales y no hay que cargar con ellos, porque se utilizan sólo cuando son necesarios y en ese espacio de virtualidad.

Pero para llegar al estadio de la realidad virtual de momento hacen falta los headsets o gafas inmersivas, con las que el usuario se aísla de su propia realidad para entrar en otra alternativa. De momento, no hay indicios de una nueva tecnología que haga desaparecer este dispositivo.

Mar González Franco trabaja en un equipo de Microsoft Research que ha desarrollado el prototipo de un accesorio, sin partes móviles, que permite sentir en los dedos de la mano sensaciones como la presión y la textura de los objetos que se tocan dentro de la realidad virtual. El invento se denomina Torc y utiliza la háptica (percepción táctil) para replicar la elasticidad de los objetos cuando son cogidos con la mano. Las sensaciones se transmiten a tres de los dedos de la mano, suficiente para crear una ilusión real.

Torc usa un sistema de sensores táctiles y de fuerza para detectar la posición de un pulgar en movimiento, y dos actuadores dobles que vibran en otros dos dedos para simular texturas, que en realidad no existen. Lo importante es crear la sensación de que sí están. Cuando el usuario mueve el pulgar para rotar o presionar el objeto, percibe la retroalimentación del movimiento y la resistencia, con percepciones de textura y profundidad.

Para la investigadora española de Microsoft, la evolución de la tecnología en este campo tiene mucho recorrido por delante. "En la siguiente generación –augura– vamos a trascender del contenido en 2D a 3D".

Su análisis es que "Ahora mismo somos ciegos al contenido –virtual– que nos rodea". "Me parece divertido que el primer ejemplo global de asimilación de contenido espacial haya sido el videojuego Pokémon go", señala.

"En breve, empezaremos a hacer computación espacial para todo", pronostica González Franco. Eso significa que habrá una forma de accede a posible contenido virtual que nos rodea y al que ahora no tenemos acceso.

Estos avances van muy rápidos. La investigadora asegura que "la siguiente frontera de realidad virtual y aumentada va a ser el poder tocar los hologramas. Ahora mismo la ilusión de que están ahí se desvanece en cuanto nos acercamos a tocarlos".

Ese es el sentido del prototipo Torc en el que ha participado Mar González Franco: permitir que lo que ahora se ve pero no se toca también tenga una percepción real. El desafío para los investigadores, en su opinión, es crear "dispositivos tan robustos que puedan simular fuerzas a escala humana".

La llegada de la realidad virtual debe llevar todo tipo de servicios, desde la educación a la medicina, a cualquier rincón del mundo con acceso a internet y unas gafas.

Para Mar González Franco, las gafas inmersivas "nos permiten simular todos los otros tipos de pantalla en uno. Desde la tele del comedor hasta el móvil. Por eso van a ser también una revolución digital en los países en desarrollo. Y el sucesor natural de los smartphones". Bueno es saberlo ahora que los precios de muchos móviles superan los 1.000 euros.

Los caminos de la realidad virtual han comenzado con la visión y el oído, pero aumentarán la participación de otros de nuestros sentidos. El del tacto está hoy un poco más cerca. Para llegar a los del gusto y el tacto hará falta mucha más investigación. Después de eso, ya será difícil saber si vivimos en Matrix o fuera de ella, indicó La Vanguardia.

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