Es muy común que los grandes avances tecnológicos con los que hoy convivimos o con los que ya nos estamos empezando a familiarizar, en sus inicios nos hayan parecido historias de ciencia ficción, como por ejemplo la Inteligencia Artificial, los drones, y muchas otras creaciones.

Sin embargo, con algunas cosas no es tan fácil adaptarse, e incluso en algunos casos pueden aparecer algunos dilemas sobre si es correcto o no hacerlo. Un tema en que se está haciendo gran hincapié desde hace años es en el estudio del cerebro humano y cómo se forman los recuerdos en este órgano vital. El objetivo es saber si existe alguna manera de que pueda ser mejorada o recuperada utilizando dispositivos implantables.

Estas investigaciones han dado la base para desarrollar esta tecnología con chips de estimulación profunda. Según una nota de Criptotendencia, los dispositivos envían impulsos eléctricos a determinadas áreas del cerebro para tratar afecciones como el Parkinson, dolores crónicos o desórdenes obsesivo compulsivos. Si bien esto sería un gran avance para la medicina y para la humanidad, tiene su lado negativo.

En un informe de la empresa Kaspersky Lab y la Universidad de Neurocirugía Funcional de Oxford, dicen que, en el futuro, los hackers podrían acceder a estos implantes de memoria para espiar, robar o alterar los recuerdos.

Las últimas generaciones de estos chips tienen integrados un software de gestión para que puedan ser regulados desde una tablet o celular. Esto se hizo con la intención de que los doctores puedan monitorear el desarrollo de sus pacientes y actuar de ser necesario.

El problema es que hay demasiados riesgos que podrían ser explotados por los delincuentes cibernéticos. La plataforma de gestión presenta varias vulnerabilidades que podrían ser aprovechados por los hackers no sólo para tener acceso a los datos médicos del paciente, sino que le podrían ocasionar dolor o parálisis.

Se estima que estos implantes puedan evolucionar y, en los próximos cinco años, sean capaces de grabar electrónicamente las señales cerebrales que construyen memorias para luego optimizarlas o incluso reescribirlas antes de regresarlas al cerebro.

Y dentro de 10 años podrían salir los primeros implantes para optimizar la memoria. De ser así, se estima que en 20 años la tecnología ya estaría lo suficientemente desarrollada para volver de los chips algo de uso común; como hoy lo es la Inteligencia Artificial.

De hecho, se cree que llegará un punto donde el usuario será capaz de modificar e incluso borrar los recuerdos que le desagraden.

Pero cada día son más los casos de cibercriminales que se abren camino entre los mejores sistemas de seguridad y roban datos, números de cuenta, direcciones, identidades, entre otras cosas. ¿Qué pasaría si tuviesen acceso a los recuerdos? Los resultados podrían ser catastróficos.

Si bien no se busca desalentar a los investigadores a que sigan avanzando en sus descubrimientos, lo importante es que se evalúen los riesgos que sus creaciones pueden tener para las personas y tomen las medidas necesarias para disminuirlos o, mejor aún, eliminarlos.

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