Los bancos ya no logran cubrir la demanda de cajas de seguridad, mientras crece la necesidad de proteger dinero y objetos de valor.
En ese vacío avanza con fuerza el sector privado, que consolida un crecimiento sostenido y gana protagonismo en un contexto marcado por desconfianza financiera y mayor circulación de efectivo.
Según datos de la Cámara Argentina de Empresas de Servicio de Alquiler de Cajas de Seguridad (CAESACS), la demanda de cajas privadas creció 35% durante el último año y el sector proyecta una expansión cercana a 40% para el próximo.
El fenómeno se intensifica en los meses previos al receso de verano, cuando muchas familias buscan resguardar ahorros, documentos y bienes personales antes de viajar.
Bancos digitales y menos cajas disponibles
El avance de los modelos bancarios digitales también explica parte del cambio. En los últimos años, muchas entidades redujeron o directamente cerraron sus servicios de cajas de seguridad físicas, una tendencia que se replica a nivel global y que en Argentina genera un cuello de botella.
"En un escenario donde los bancos avanzan hacia estructuras cada vez más digitales y empiezan a cerrar sus cajas de seguridad, el sector privado de resguardo de valores muestra un crecimiento sostenido", explica a iProUP Juan Piantoni, CEO de INGOT y presidente de CAESACS.
Según detalla, este proceso se acelera antes de las vacaciones, cuando aumenta la percepción de riesgo y la necesidad de protección patrimonial.
Los números del mercado refuerzan ese diagnóstico. La disponibilidad de cajas en bancos ronda hoy menos del 10% de su capacidad total.
En paralelo, la oferta no bancaria gana terreno y se acerca al millón de unidades disponibles en todo el país, con estándares de seguridad que buscan replicar o incluso superar a los tradicionales.
Más robos y mayor demanda de resguardo
El contexto de inseguridad también pesa en la decisión. Datos del Ministerio de Seguridad de la Nación muestran que durante los meses de verano los robos a viviendas suben en promedio un 20% frente a otros períodos del año. El aumento de ausencias prolongadas funciona como un incentivo adicional para retirar valores del hogar.
Las empresas privadas de cajas de seguridad refuerzan su propuesta con múltiples anillos de protección. Puertas blindadas con sistemas de esclusas, cerrojos de alta resistencia, molinetes, detectores de metales y controles biométricos por huella, rostro o iris forman parte del esquema habitual. A esto se suma la identificación personal y el uso de PIN individual para cada cliente.
INGOT opera en Argentina desde 2019 y hoy tiene presencia en Punta del Este, Nordelta, Córdoba, Flores, Quilmes y Olivos. La empresa planea una expansión hacia el Interior durante el próximo año, en línea con el crecimiento del mercado.
Las cajas varían según su tamaño y uso. En una unidad chica se pueden resguardar hasta u$s50.000, mientras que las de mayor capacidad permiten almacenar documentos, escrituras, joyas, relojes y soportes digitales. La flexibilidad aparece como uno de los factores que explican la mayor adopción.
Ahorro fuera del sistema y dólares que no vuelven
El auge de las cajas privadas se conecta con una tendencia más profunda. Según la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), el 75% de los argentinos elige guardar sus ahorros fuera del sistema bancario tradicional. El dato se refleja en las estadísticas oficiales.
De acuerdo con el INDEC, en los últimos diez años la cantidad de depósitos y dólares físicos en manos de argentinos y empresas argentinas aumentó en más de u$s100.000 millones.
En 2015 sumaban u$s153.309 millones y en el tercer trimestre del año alcanzaron u$s260.443 millones. Incluso frente al trimestre anterior, el crecimiento fue de u$s4.886 millones.
Mientras el sistema financiero enfrenta escasez de divisas, el ahorro privado sigue fuera de circulación, en cajas de seguridad, en propiedades o directamente en efectivo.
Las cajas privadas aparecen así como una pieza clave de ese entramado, en un país donde la protección del patrimonio sigue siendo una prioridad central.