La inquietud que atraviesa al ecosistema tecnológico estadounidense empieza a escalar hacia los mercados globales. En medio del auge de la inteligencia artificial, Sundar Pichai, CEO de Alphabet, lanzó una advertencia que ya resuena en Silicon Valley y Wall Street: si estalla la burbuja de la IA, "ninguna empresa será inmune".
Las declaraciones, realizadas en una entrevista con la BBC, se producen en un momento de tensiones crecientes en las bolsas, impulsadas por la magnitud de las inversiones y los niveles de endeudamiento récord dentro del sector tecnológico. Según el ejecutivo, la industria enfrenta un escenario donde conviven "elementos racionales, pero también irracionales", similar a otras burbujas históricas.
Pichai comparó el clima actual con el vivido en los años noventa durante el auge de las puntocom. Sostuvo que, aunque Internet experimentó un exceso de inversión en sus comienzos, su relevancia posterior es innegable. Y expresó su deseo de que la historia vuelva a repetirse con la IA, aunque reconoció que hoy existen señales que preocupan a analistas y reguladores financieros.
La carrera por desarrollar los modelos de lenguaje más avanzados ha impulsado a las principales compañías a destinar cifras sin precedentes a centros de datos, infraestructura energética, hardware de alto costo y salarios millonarios para talento especializado. El resultado fue un frenesí inversor que alimentó valoraciones de mercado nunca vistas.
Alphabet es un ejemplo. La compañía duplicó su capitalización bursátil y ya supera los 3,4 billones de dólares, un número equivalente a dos veces el PBI de España. Otras firmas como Broadcom, TSMC y las integrantes de las "Siete Magníficas" también treparon por encima del billón de dólares.
Este boom vino acompañado de un endeudamiento acelerado: según estimaciones de Morgan Stanley, la montaña de deuda del sector supera los 1,35 billones de dólares. La presión para que estas inversiones empiecen a generar ganancias es cada vez mayor.
El riesgo es claro: si los beneficios derivados de la IA no aparecen a la velocidad esperada, la burbuja podría desinflarse y arrastrar consigo a gran parte del mercado financiero. Hoy, más del 75% de las ganancias de Wall Street provienen directa o indirectamente de expectativas ligadas a la inteligencia artificial. Además, más de la mitad del crecimiento reciente del PBI estadounidense se explica por el impulso inversor de las tecnológicas.
A esto se suma un factor geopolítico que complica el panorama: la dependencia de China en el suministro de minerales críticos para la fabricación de hardware. De acuerdo con el Council on Foreign Relations, solo dos de esos materiales —niobio y estroncio— provienen de países aliados de Estados Unidos. El resto, incluidas las tierras raras esenciales para IA y computación cuántica, dependen del gigante asiático. Este cuello de botella genera un riesgo adicional para la cadena de valor de la industria.
Con este contexto, los mercados observan con atención cada movimiento de las grandes tecnológicas. El mensaje de Pichai no solo expone la preocupación interna de uno de los gigantes del sector, sino que también busca preparar el terreno ante un posible cambio de ciclo. Si la burbuja de la IA efectivamente existe, su estallido no será silencioso.