El comercio electrónico atraviesa una transformación acelerada: en lugar de vendedores humanos, cada vez más marcas recurren a avatares generados por inteligencia artificial (IA) para liderar las transmisiones en vivo y concretar ventas.
En China, donde el live commerce representa más de 30% de las compras online, los resultados ya son contundentes.
Brother, la compañía de impresoras, reemplazó a su equipo de ventas por un avatar digital y en apenas dos horas generó más de u$s2.500.
Ahora, sus transmisiones con IA le aportan un 30% más de facturación.
Otro caso de éxito es el de un avatar influencer, que en una sola sesión recaudó u$s7,7 millones interactuando en simultáneo con miles de usuarios.
El éxito de este modelo es justamente su disponibilidad ilimitada. Como son vendedores virtuales pueden funcionar sin pausa, responder en tiempo real y adaptar sus mensajes a cada consulta.
Live commerce: una tendencia que cruza fronteras
Para igualar estos niveles de atención sería necesario contratar a un gran número de personas, que además se agotan en algún momento. Algo que en estos casos no sucede. Por eso las empresas ven en la IA no solo un refuerzo, sino un reemplazo directo del trabajo humano en las ventas digitales.
Este fenómeno ya pisa fuerte en los Estados Unidos y Europa, donde firmas de retail y marketing digital prueban la implementación de avatares para reducir costos y mantener la interacción constante con el público.
Mientras que en TikTok o YouTube, los contenidos creados por IA se vuelven virales con influencers virtuales, deepfakes publicitarios y transmisiones automáticas que venden productos de forma continua.
Además, cada vez es más fácil y barato crear personajes digitales creíbles, con gestos, voces y entornos realistas, potenciados por modelos de lenguaje capaces de sostener diálogos fluidos.
Sin embargo, la contratacara de este modelo exitoso de avatares plantea un interrogante mucho menos luminoso: dónde quedan los trabajadores.
Un estudio de Microsoft Research, que analizó más de 200.000 interacciones con Copilot, revela que profesiones consideradas especializadas ya enfrentan altos niveles de automatización. Traductores, correctores, historiadores y matemáticos podrían ver hasta 98% de sus tareas replicadas por IA.
En el caso de los vendedores, la cifra ronda el 84%. Es decir, gran parte de sus funciones puede ser cubierta por un sistema que nunca se cansa, responde más rápido y ofrece un servicio constante.
La clave para el futuro es la integración estratégica de la IA en las operaciones. En ese sentido, los vendedores que quieran seguir siendo relevantes deberán aportar lo que los algoritmos todavía no logran: creatividad, visión estratégica y construcción de relaciones de confianza.