La idea de materializar objetos de todo tipo ya es una realidad desde hace varios años gracias a la impresión 3D.
Se trata de una tecnología de fabricación aditiva, que utiliza materiales de cualquier tipo (plástico, resina, metal, cerámica o incluso alimentos) para crear objetos tridimensionales, capa por capa, a partir de un modelo digital. Algunas de las infinitas posibilidades que permite desarrollar esta tecnología incluyen:
- Juguetes
- Joyas
- Modelos
- Hormigón
- Fundas
- Moldes
- Alimentos
- Órganos humanos
Esta técnica nació a principios de la década de 1980, cuando el inventor japonés Hideo Kodama empleó luz ultravioleta para endurecer plásticos y crear un sistema de prototipado rápido que utilizaba fotopolímeros curados.
Desde entonces, el desarrollo se transformó en industria emprendedora en sí misma y crece en Argentina con casos de uso cada vez más novedosos.
Impresión 3D: cómo empezar y cuánto dinero se puede ganar
Emiliano Carreira, CEO y cofundador de Tridit, adelanta a iProUP que para dar los primeros pasos en impresión 3D "ya no hace falta una gran inversión".
Tridit desarrolla y fabrica productos en serie para firmas, startups y emprendedores con más de 200 máquinas 3D, repuestos y accesorios no importados desde China y sin stocks inmovilizados. Surgió este año de la mano de Carreira y su socio, Maximiliano Bertotto, con quien también fundó Trimaker.
El ejecutivo menciona que, "con una notebook y una impresora de entrada, como la Bambu Lab A1 Mini o la Bambu Lab A1, que rondan entre u$s450 y u$s650, más unos 3kg de filamento (u$s15 por kg), cualquiera puede empezar a fabricar sus primeras piezas".
"En este punto, no se trata de tener un negocio todavía, sino de lograr primeras ventas, probar la tecnología y animarse a salir al mercado, aunque sea con amigos o conocidos. Muchos incluso lo plantean como un negocio paralelo que complementa su trabajo principal", completa.
Si bien existen impresoras de plásticos (FDM), resinas, polvos e incluso metal, cuando se trata de emprender desde casa lo que recomiendan los expertos es empezar con las de filamento y, en particular, con PLA (ácido poliláctico): un material accesible, versátil y biodegradable que se produce a partir de caña de azúcar o maíz.
El abanico puede ampliarse a otras opciones de plásticos más exigentes como PETG, ABS, nylon o flexibles, cada uno con propiedades de resistencia mecánica, química o térmica.
David Cimino González, CEO y fundador de Chimak 3D, destaca a iProUP que "lo ideal es comenzar trabajando con filamentos como PLA, TPU (poliuretano termoplástico) y PETG (tereftalato de polietileno glicolizado), que son los más versátiles".
En cuanto a capacitación, el cofundador de Tridit responde que las impresoras de hoy son "cada vez más fáciles" de usar. "Para imprimir se necesita un modelo 3D (el molde digital), que puede diseñarse en programas como Fusion 360 o SolidWorks, o bien contratar a un diseñador freelance. Una vez obtenido, el emprendedor debe aprender a configurar los parámetros de impresión para obtener piezas funcionales", describe.
Para Cimino, "la capacitación debe cubrir el uso y mantenimiento de las impresoras, el comportamiento de cada material, el manejo de un slicer (el software que configura la impresión), y, en lo posible, un programa de diseño para personalizar productos".
Por su parte, Tomás Chernoff, CTO de Grondplek y cofundador de Che3D, recuerda que, en los inicios de su negocio (2013), los valores de una máquina de impresión (aproximadamente unos u$s3.500) "valian 10 veces más de lo que vale una máquina hoy". Sin embargo, advierte que un emprendedor podría facturar un 10% de lo que se facturaba una década atrás, ya que se "democratizó el mercado".
Chernoff aclara a este medio que hace más de 10 años, desarrollar un proyecto con impresión 3D de metal no bajaba de u$s1,5 millones y hoy por menos de u$Ss500.000 podés comprar un equipo chico de SLM, que son dos tipos de maquinaria que te permiten fabricar piezas metálicas de bajo costo".
En cuánto a la capacitación, el emprendedor, que recientemente levantó su negocio paralelo, Grondplek, resalta que se puede imprimir "en casi cualquier material".
En este sentido, describe que Grondplek trabaja con hormigón, metales, resinas, y plásticos simples, entre otros compuestos. De hecho, recientemente, se unieron al gigante de ingeniería Techint para impulsar la construcción de obras.
El CEO de Chimak 3D, destaca que, según el tipo de emprendimiento, una persona puede "arrancar con unos $500.000 o menos si quiere vender en ferias o por internet algunos objetos básicos", en coincidencia con lo expresado por sus colegas.
"En cambio, si hablamos de montar un local de insumos, reparación y productos de impresión 3D, la inversión puede llegar a rondar los u$s50.000 para equipar el espacio con stock competitivo", acota.
¿Es rentable iniciar un negocio de i3D en la era Milei?
Para Carreira, una vez levantado el emprendimiento, el siguiente pasó llega con 3 o 4 impresoras, presencia en redes sociales y eCommerce, lo que permite "generar ingresos de alrededor de u$s1.000 mensuales".
En su postura, la última etapa ya es la confección de una microempresa: "con una granja de 10 a 12 impresoras, un producto validado y un plan de publicidad digital, se puede alcanzar una facturación de hasta u$s4.000 por mes o más. Ahí conviene enfocarse 100%: dejar de verlo como hobby y empezar a pensarlo como firma".
"La impresora te da el producto, pero recién ahí empieza el negocio. Hay que aprender a vender: manejar redes sociales, tomar buenas fotos, generar contenido atractivo, cuidar el eCommerce. Muchos makers se quedan a mitad de camino en estos pasos. La clave es elegir un nicho, especializarse y construir comunidad a su alrededor. Las oportunidades son infinitas", relata.
Otra de las empresas referentes del rubro a nivel nacional es PrintaLot, la primera empresa argentina en fabricar filamentos de impresión para el rubro en la Argentina. Mariano Pérez, Ingeniero y cofundador de la firma, relata a iProUP que la flexibilización de las importaciones "mejoró mucho la compra de insumos, máquinas y repuestos".
Aclara que, a pesar del fin del cepo, hoy no pueden "abonar materia prima de forma anticipada", un factor que les impide "desarrollar relación con nuevos proveedores, lo que nos restringe a lanzar nuevos materiales y/u obtener mejores costos".
Consultados respecto a la flexibilización para ingresar productos del exterior, y a la relativa estabilidad de dólar, los especialistas coinciden en que la apertura de importaciones permitió acceder a mayor variedad de elementos que antes eran muy difíciles de conseguir localmente, tales como:
- Extrusores
- Placas
- Hotends
- Resinas
Incluso, revelan que llegaron al país nuevas marcas de impresoras 3D, lo que hizo que "la competencia se volviera más dinámica y cambiara el mapa de jugadores en el sector".
Chernoff relata que, previo a la flexibilización de importaciones, su marca transitó un momento complicado: "Si había que comprar una placa o un componente crítico para el negocio, ello implicaba viajar y traerlo bajo del hombro. No podíamos darnos el lujo de frenar la producción por faltantes".
Expresa que, aunque CHE3D dejó de dedicarse a la venta de equipos y mercado B2C, "la estabilización del dólar trajo un poco más de previsibilidad", pero al mismo tiempo "persiste una coyuntura económica bastante compleja". Remarca que perdieron competitividad y el costo de mano de obra es "realmente alto".
Impresión 3D en la Argentina: las industrias que más demandan esta tecnología
Cada vez más sectores incorporan fabricación aditiva a sus procesos. Según Carreira, hoy ya se producen repuestos para:
- Heladeras
- Aires acondicionados
- Repuestos para mantenimiento
- Soportes
- Carcasas
- Merchandising
"La tecnología también avanza en el sector automotor, en medicina y odontología, y en áreas como arquitectura y diseño, donde se crean desde maquetas hasta mobiliario funcional. Pero el verdadero potencial está en segmentos que todavía no exploraron a fondo esta innovación, como agro, oil & gas, minería y construcción", prosigue.
En Argentina, el fundador de Che3D opina que la industria dental es la que más utiliza la tecnología para maquetas y alineadores dentales. "Hay varios clientes industriales relevantes en mercado farmacéutico, pero también en el automotor o en el metal mecánico", enfatiza.
"Aún existe un gran potencial en áreas como joyería, odontología, construcción y moda, donde la personalización y la producción bajo demanda pueden marcar una diferencia clave", añade Cimino.
"Lo interesante es que se están sumando rubros muy diversos: ya no es solo prototipado, sino producción en serie real. La tecnología cambió mucho en estos años. Hoy hay impresoras más rápidas, con calidades superiores y con más materiales innovadores", resume Carreira.