El dispositivo Orcam My Eye 2.0 tiene el tamaño de un dedo índice, y pasado un rato el usuario olvida que lo tiene acoplado a una patilla de los anteojos. Este pequeño artefacto desarrollado por la empresa israelí Orcam, está pensado para ayudar a que personas con problemas visuales puedan desenvolverse mejor en el día a día.
El dispositivo funciona con una cámara que registra lo que el usuario tiene delante y mediante inteligencia artificial puede reconocer imágenes, rostros y textos, para luego interpretar los elementos que componen la escena mediante un altavoz en hasta 20 idiomas.
El dispositivo se instala fácilmente con un imán en el costado de las lentes y con un solo botón de encendido se puede utilizar. En la parte más cercana al oído hay un micrófono que sirve para recibir instrucciones y un parlante que se comunica con el usuario. La proximidad del parlante permite que solo la persona que lo lleva lo escuche pero también se puede usar auriculares inalámbricos vía Bluetooth o audífonos.
Con una barra táctil en el lateral se puede subir y bajar el volumen desplazando el dedo de derecha a izquierda y con solo dar un toque la cámara toma una foto de lo que hay delante y lo interpreta, si lo que hay es un texto, lo leerá.
Gracias a algoritmos de inteligencia artificial, el dispositivo puede identificar el sexo y la edad de las personas. Una vez reconocida una cara, se puede guardar en la memoria del dispositivo para que en un próximo encuentro lo reconozca. También se pueden reconocer productos gracias al código de barras si lo registramos previamente.
Según el fabricante el Orcam My Eye 2.0 son muy difíciles de hackear ya que no se conectan a Internet. Solo tienen conexión cuando se conectan por USB a una computadora para recibir actualizaciones. El mayor problema es que poseen escasa autonomía, ya que solo se pueden usar un par de horas con la batería que incorporan.
El otro problema es su precio: actualmente cuestan 4.500 euros en el sitio de la empresa, aunque también ofrecen el Orcam My Reader, una versión que solo reconoce texto por la módica suma de 3.500 euros.