La contaminación del aire es el eje central de la próxima edición del Día Mundial del Medio Ambiente, conmemorado el pasado 5 de junio. Si bien se trata de un problema complejo y transversal a los diferentes actores de la sociedad – constituye actualmente el principal riesgo de salud ambiental a escala global –, la contribución individual es el punto de partida para una transformación colectiva y sostenida en el tiempo. Para ello, resulta prioritario comprender en qué consisten los diferentes tipos de contaminación y cómo se ven afectados la salud y el medio ambiente.

La vida diaria de millones de personas se ve impactada por la contaminación del aire, que no solo repercute en la salud directa de quienes viven en las zonas más afectadas, sino que incide sobre la biodiversidad, es decir, el desarrollo de la vida animal, vegetal, fúngica y bacteriana, de la cual, a su vez, dependen los sistemas de alimentación y nutrición, salud, clima y calidad del agua.

Se trata de una enorme red interdependiente en la cual la movilidad cumple un rol muy importante: se estima que el transporte urbano es el causante del 23% de las emisiones de CO2 a nivel global y del 19% en Latinoamérica, a las cuales se atribuyen casi 400.000 muertes prematuras por enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer e infecciones respiratorias bajas.

La contracara de estos fenómenos es la manifestación de iniciativas que fomentan un transporte más sustentable en diversas ciudades del mundo, junto a una serie de acciones como la reducción del consumo de plástico, la separación de residuos en origen, la reforestación urbana y las campañas de cuidado del agua y la energía.

En la Argentina, Buenos Aires es una de las ciudades con mayor recorrido en materia de acciones contra la contaminación del aire. En relación al transporte, acaba de efectivizarse una primera instancia de alquiler de monopatines eléctricos, arancelados y recomendables para distancias cortas, los cuales se suman a la red de ciclovías y al sistema Ecobici de utilización gratuita, que cuenta con 315 estaciones y más de 3.400 bicicletas, alcanzando el martes pasado,  el record de 35.000 viajes por día.

A nivel mundial, Londres implementó la primera Zona de Emisiones Ultra Bajas (ULEZ) con el objetivo de reducir la cantidad de vehículos con motores diesel que ingresan al centro urbano.

En la región, Chile es el país con la mayor flota de autobuses eléctricos de América Latina y el Caribe. Como parte de su programa de movilidad, este año presentó en Santiago, 200 unidades con estas características, y el Estado nacional asumió el compromiso de tener un sistema de transporte público completamente eléctrico para 2040.

Desde el punto de vista de la industria, los autos eléctricos aún representan un porcentaje limitado dentro del parque automotor local, pero es otro de los pilares para reducir la contaminación que genera el transporte.

Acerca de los hábitos urbanos, un estudio realizado por la Universidad Nacional 3 de Febrero (2016) reveló que el 86% de los argentinos encuestados está bastante o muy preocupado por el cuidado del medioambiente.

En relación a los medios de transporte utilizados, un 16% de los consultados indicó que se traslada caminando o en bicicleta habitualmente, y un 57% sostuvo que lo hace en transporte público. Entre los que se movilizan en automóvil o motocicletas, únicamente un 10% dejaría de utilizarlos para cuidar el medioambiente, aunque el 70% estaría dispuesto a restringir su uso.

Un complemento clave dentro de las iniciativas para generar ciudades más limpias es la construcción de pulmones verdes. De acuerdo a datos suministrados por ONU Medio Ambiente, investigaciones experimentales en Estados Unidos demostraron que la sombra de los árboles puede reducir las temperaturas de las ciudades hasta 8ºC, lo que a su vez contribuye a disminuir los gastos domésticos derivados del uso de los aires acondicionados en un 20 o 30%, y las emisiones relacionadas a este tipo de consumo hasta un 40%.

Todas estas medidas tienen un impacto inmediato pero, sobre todo, inciden en las futuras generaciones. Y son justamente ellos, los niños y adolescentes del mundo, quienes protagonizan la voz del cambio: la encuesta Global Shapers Survey (2017), difundida por el Foro Económico Mundial, refleja que más del 90% de los jóvenes está de acuerdo en que los seres humanos son responsables del cambio climático. En cada uno de nosotros está la capacidad de hacer un aporte para empezar a revertirlo.

*Pablo Azorín es jefe de Seguridad Vial de FIA.

Te puede interesar