La propuesta de fusión de Fiat-Chrysler con Renault, que el Consejo de Administración de la automotriz francesa analizará el martes, es una operación que para los expertos tiene sentido estratégico porque permitiría a la compañía resultante afrontar en mejor posición las elevadas inversiones en los futuros vehículos eléctricos.

Los vehículos híbridos enchufables y eléctricos puros, que aún tienen una implantación casi testimonial respecto al conjunto de ventas mundiales, están llamados a protagonizar el futuro del sector del automóvil a medio plazo.

De los aproximadamente 90 millones de vehículos que se vendieron en el mundo en 2018 (las cifras varían según la fuente), solo un 2 % fueron eléctricos e híbridos enchufables, aunque su ritmo de crecimiento es elevado y se acelera a medida que llegan al mercado nuevos modelos.

Según los datos del portal especializado Insideevs.com, el año pasado se vendieron en todo el mundo 2,01 millones de este tipo de automóviles, cifra que prácticamente duplica los 1,2 millones de 2017 y multiplica por cuatro los 550.000 del año 2015.

La unión permitiría a la nueva FCA-Renault "compartir los costes y combinar los esfuerzos para adaptarse a la evolución de las megatendencias, desde la electrificación a la conducción autónoma", indica la firma de análisis CreditSights.

"En un entorno en que las nuevas tecnologías y tendencias dentro de la automoción (electrificación, conducción autónoma, etc.) exigen importantes inversiones, la cooperación resulta clave para aliviar el esfuerzo inversor en un momento en el que el ciclo económico se ralentiza y el ritmo de ventas de vehículos se suaviza", señala Bankinter.

En la carrera hacia la electrificación Renault parte con ventaja. La firma del rombo tiene ya cinco modelos eléctricos más el pequeño Twizy, de los que el año pasado vendió casi 55.000 unidades, lo que supone un incremento del 34 % respecto a 2017 y le da una cuota en este segmento de mercado en Europa del 22,2 %, aunque apenas son el 1,5 % de las ventas totales del grupo.

Al mismo tiempo, tiene planes para reducir en 2022 su gama diésel a la mitad de la que tenía en 2016 y elevar su oferta de eléctricos hasta 12 modelos, a los que se sumarían otros 12 electrificados (actualmente Renault no tiene ningún híbrido).

Parte de las inversiones que tendrá que acometer para llevar a cabo sus planes serán compartidas con sus socios Nissan y Mitsubishi, dos fabricantes que también tienen recorrido en esta tecnología.

Nissan vende desde 2010 el Leaf, un eléctrico puro disponible en más de 50 países, que el pasado marzo superó las 400.000 unidades vendidas; desde 2014 comercializa una versión eléctrica de la furgoneta NV200 y tiene en el mercado japonés un sistema híbrido (gasolina y eléctrico) que llegará a Europa en 2022.

Mitsubishi cuenta con el compacto i-Miev desde hace diez años y desde 2013 el híbrido enchufable Outlander, del que en 2018 vendió 42.000 unidades, el 64 % más, y en toda su vida ha alcanzado las 200.000 unidades vendidas.

En conjunto, los tres integrantes de la alianza han vendido en 750.000 eléctricos desde 2010.

FCA va más retrasado y en la actualidad solo tiene un eléctrico, el Fiat 500e, que produce desde hace años en México y EE.UU., y un híbrido no enchufable de Chrysler en el mercado estadounidense, el Pacífica.

El 20 % de las inversiones previstas por la compañía en su plan estratégico 2018-2022, unos 9.000 millones de dólares, estarán dedicados a electrificción, ya que para 2022 planea ofrecer en todas sus marcas modelos híbridos o eléctricos.

En Jeep tendrá una versión híbrida de cada modelo de la gama, diez versiones enchufables y cuatro eléctricas; en Alfa Romeo, variantes híbridas o eléctricas en los siete nuevos modelos que planea poner en el mercado en este periodo; de Maserati existirá una submarca para este tipo de vehículos denominada Maserati Blue; mientras que Fiat contará con modelos electrificados en la gama 500.

Paralelamente FCA quiere eliminar la producción de motores diésel para vehículos de pasajeros en 2021, aunque la mantendrá en los comerciales, según revela la agencia EFE.

A pesar de las ventajas de compartir el esfuerzo inversor, la complementariedad en varios mercados (EE.UU. para Renault, FCA en Europa) y de las sinergias de la integración, Moody's señala que la pertenencia del fabricantes francés a la alianza con Nissan y Mitsubishi es el elemento más complejo de la eventual integración.

Moody's asegura también que los seis años que FCA prevé para lograr las sinergias, cifradas en 5.000 millones de euros anuales, es un plazo muy largo que no hace más que poner de manifiesto las dificultades de la operación.

El analista de Citi Raghav Gupta-Chaudhary, encuentra problemas a corto plazo en el cumplimiento de las nuevas normativas de emisiones de CO2, algo en lo que, en su opinión, Renault no está bien preparada y podría prestar un apoyo limitado a FCA, que no ha invertido mucho hasta la fecha en mejorar la eficiencia de su oferta.

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